Continúan largas filas de pipas en Tula
 
Hace (63) meses
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El último chófer de la fila, el que está al final de dos kilómetros y medio de pipas de uno y dos remolques, llegó a la una de la madrugada de Mazatlán, Sinaloa, y se encontró con que ya era el último de la fila.

A la Refinería de Tula llegan todas las pipas del Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Querétaro, Morelos, Michoacán y Puebla que ya no encuentran combustible en sus estados. “Y allá adentro son como otras diez horas porque como la gasolina está muy demandada ahorita”, dice Marco Antonio Ibarra, de la empresa Tracsa.

Él ni siquiera llegó por gasolina, tan ansiada por estos días de desabasto, sino por combustóleo.

Generalmente lo recoge en Salamanca, pero como la refinería de allá está cerrada desde que se encontró una toma clandestina, lo mandaron a Tula, a 953 kilómetros de Mazatlán.

Son las dos de la tarde, Ibarra trae los ojos rojos pero no puede dormir, porque si se duerme puede que alguien se meta delante. “Hay muchos vivales, ya ha habido varias broncas”, se queja a bordo de su pipa amarilla doble remolque.

“Yo iba a cargar a Pachuca, pero allá ya no hay, allá me hacía dos, tres horas, y aquí me hago dos o tres días”, dice Domingo Pérez Romero, de Transportes Hernández. Llegó por gasolina el martes al medio día; pasan ya de las dos de la tarde del miércoles y le faltan dos kilómetros. “Lo que pasa es que antes abrían el ducto y el combustible llegaba a toda la zona y ahora mire”.

Lo que se mira es una fila congestionada donde ni siquiera los piperos pueden hacer negocio.

Hasta hace una semana el pipero Antonio Filiberto García hacía un viaje diario y le pagaban mil pesos. Llenaba las gasolinerías de su patrón, Ramiro Rodríguez Mercado, y luego las de la inglesa Shell. “Ahora vea: es un viaje por 48 horas o más”.

Cerrados los ductos de combustible de la región centro, occidente y valle de México, según el plan del Gobierno para evitar el huachicoleo, las pipas son por ahora el único modo de trasladar el combustible.

Ahí están, sobre la carretera Tula de Allende-Huehuetoca, brillantes y plateadas. El ingreso está cuidado por la policía federal y más adelante dos soldados revisan los papeles. Los piperos están cansados y tienen miedo.

Parece que tienen suerte, pero varios piensan que ellos ya son las víctimas.

“Producto hay, pero no sé qué está pensando el Gobierno sinceramente. Y ahora discúlpeme las palabras que voy a decir: nos van a romper la madre los huachicoleros, nos van a bajar, nos van hasta a matar”, dice un chofer de la empresa Arsalda, que lo mismo surte a gasolineras particulares que a las de Pemex.

Mameluco azul, un casco del mismo color en la cabeza, Adán Castillo, de Puebla, llegó la noche anterior por magna y dice que a él ya le pasó una vez. Le apuntaron con una pistola, lo bajaron.

“Está mal el Gobierno”, dice y se traga un montón de saliva.

“El problema es desde adentro de ellos, no nos hagamos tontos, es desde adentro”, añade.

BAJO REVISIÓN

Los que hacen fila traen contenedores de entre 20 mil y hasta 64 mil litros y son los de las empresas particulares: Transportes Unidos, Transportes PEI, Servicios Ríos Salín, Autotanques Querétaro, Transportes Jorge Ramos Quintana, Seagop… Los que pasan sin hacer fila son las pipas con el logotipo de Pemex de 20 mil y 30 mil litros.

Incluso pasan sin revisión de los dos soldados que están en la entrada, aunque los privados afirman que adentro también tienen que esperar. A los demás les piden su licencia, su tarjeta de circulación y su póliza de seguro.

Entre las tres y las cuatro de la tarde entran 44 pipas de Pemex y salen 12 por catorce de las particulares que salen y no se puede contar el número de las que entran porque la fila apenas se mueve y un elemento del Ejército impide acercarse a la caseta de entrada.

En el radio de un taxista el Gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, dice que ya está preocupado por el desabasto. En el estado hay 62 gasolineras afectadas, 31 cerradas. Pero confía: “López Obrador seguramente tiene un plan”.

Afuera, los conductores están cansados y tienen miedo: “Cada vez que se para el ducto, por lógica los huachicoleros empiezan a buscar dónde surtirse y lamentablemente nos toca a nosotros, a las pipas”, dice Iván Márquez, de la empresa Julieta González. ¿Las pipas serán la solución? “Mientras no nos roben las pipas, sí”, contesta.

Jorge Ricardo
Agencia Reforma

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