Un error garrafal del portero uruguayo Fernando Muslera sepultó este viernes el sueño celeste en Rusia-2018 ante una sólida Francia (2-0), que espera confiada a su rival de semifinales, entre Brasil y Bélgica.
Un disparo sin aparente gran peligro de Antoine Griezmann (al minuto 61), el más ‘uruguayo’ de los franceses, venció las manos inseguras de Muslera para terminar con la ilusión charrúa de llegar a la semifinal del Mundial como en Sudáfrica-2010. Antes había marcado Raphael Varane, de cabeza en el 40.
Griezmann, un ‘charrúa’ que toma mate a diario y se declara simpatizante del uruguayo Peñarol, fue así el verdugo de un seleccionado que sintió como el aire la ausencia de su goleador Edinson Cavani.
El atacante francés, compañero de los defensas celestes Diego Godín y José María Giménez en el Atlético de Madrid, dijo que se quedó parado y no gritó su gol “por respeto a mis amigos uruguayos, que me han ayudado en mis inicios como profesional”.
Sin Cavani, autor de tres goles en el Mundial, y con un Luis Suárez apagado, las posibilidades del conjunto sudamericano se redujeron a casi nada.
‘El Matador’ se había destapado como la figura de la Celeste y eclipsado al ‘Pistolero’ (dos goles) como estrella de los sudamericanos en esta cita máxima, pero en Nizhni Nóvgorod, el del París Saint-Germain estaba sentado y el del Barcelona ausente con aviso.
“Se dejó todo. En eso no hay ninguna deuda. Francia controló muy bien las circunstancias del partido y cuando quedamos 0-2 eso fue mucha ventaja en el marcador”, dijo el entrenador uruguayo Oscar Tabárez, quien reconoció que el seleccionado galo fue superior.
Francia, sin haber jugado un partido brillante, exhibió una sólida estructura línea por línea y luce con la confianza de aquellos que van por todo.
“Hicimos algo grande contra Argentina (4-3 en los octavos) y hoy (viernes) elevamos todavía más nuestro nivel. Tengo un buen equipo, que tiene todavía margen para mejorar”, declaró confiado el DT galo Didier Deschamps a la televisión BeIn Sports al término del encuentro.
Las lágrimas del defensa celeste José María Giménez mientras aún se disputaba el partido fueron la muestra del dolor por el fin de una ilusión que no era quimera.
Moscú, Rusia | AFP
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