El 18 de enero se registró una explosión en un ducto de Petróleos Mexicanos (Pemex) en San Primitivo, municipio de Tlahuelilpan, en la que ha sido considerada como una de las más grandes tragedias en la historia de Hidalgo, al registrar 135 personas fallecidas hasta el momento.
Aquella tarde, decenas de personas de esta comunidad y lugares cercanos acudieron a este punto para recoger el combustible que se derramaba por una fuga clandestina, en un sitio que más tarde registraría una explosión que cobraría las vidas y dejaría 81 heridos.
En el lugar quedaron los restos de 68 personas con alto grado de carbonización, de los que solamente han sido reconocidos 16, mientras que 52 son analizados por la Procuraduría General de Justicia del Estado de Hidalgo y por la Fiscalía General de la República para su identificación.
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Ocho lesionados se mantienen hospitalizados, en nosocomios del Estado de México, Ciudad de México y en Galveston, Texas, donde hay tres personas. De ellos, dos se mantienen graves, tres delicados y tres estables.
Los afectados son atendidos en el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, Instituto Nacional de Rehabilitación, y los hospitales Central Sur de Alta Especialidad y Shriners, en Texas.
El 19 de febrero, un día después de que se cumpliera un mes de la tragedia, Criterio publicó que el canal donde se ubica la toma clandestina sería tapado; ello, con la finalidad de construir un memorial para las víctimas, lo que, a 60 días de los fatídicos sucesos en Tlahuelilpan, no ha sido concretado.
Por otra parte, en las carreteras que rodean la parcela siniestrada circulan vehículos con normalidad y ya no se observan unidades de otros estados o familias que llegaban a conocer el lugar de la tragedia.
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