Imagen: Jorge Martínez López
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Hace (53) meses

Rescatar la memoria

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Hace algunos días, Francisco Luna Tavera cumplió cinco años de haber fallecido en las tierras del Valle del Mezquital, una tierra que amaba tanto que la consideró como asiento de la raza madre del pueblo mexicano, esto, aclaro, basado en sus inagotables horas de investigación bibliográfica y en campo.

Hablante del viejo otomí que le permitió comprender la idiosincrasia de esa milenaria raza, recorrió caminos sin explorar con aquellos personajes que contaban la historia del universo mientras apoyaban sus dichos mostrando pinturas rupestres hechas por decenas de generaciones atrás, en barrancas y monolitos.

Su natural impaciencia de conocer algo más, la suplía con esa sonrisa que arrancaba simpatías y le permitía abrir nuevas vetas para armar la historia.

Luna Tavera fue un investigador nato que descubrió que la cuna de Huitzilopochtli fue la cúspide del cerro de Coatepetl, ubicado entre Nopala, Chapantongo y Huichapan; tras una acucioso rastreo en códices, leyendas, cuentos e historias de viva voz, logró trazar la ruta que siguieron los aztecas en su búsqueda por las tierras del Aztlán.

Sin dejar sus actividades profesionales, incluso de presidente municipal en su natal Alfajayucan, reunió en retazos la historia encontrada en paredes con glifos, pedazos de dioses en piedra, vestigios y rancherías circundantes.

Al recorrer el cerro decenas de veces, visualizó y documentó cada uno de los vestigios arqueológicos que mostraban la calzada que desembocaba en los aposentos de la diosa madre Coatlicue, quien tras ser preñada por un colibrí dio a luz a Huitzilopochtli para entonces enfrentar la furia de su hija Coyolxauhqui, quien termina decapitada y lanzada desde lo alto.

Todavía en sus recorridos, que gustoso hacía con reporteros o interesados en ese fragmento tan importante de la vida nacional, no dejaba de hacer conjeturas. En una visita donde nos llevó a una iglesia, mostró sus incógnitas de manera abierta. Recargado en una columna del atrio hacía referencia a la representación del fuego nuevo, cuando de momento se sorprendió al observar que la pregunta la tenía en la mano, al notar la representación de un atado de cañas de cantera.

Afuera, en un glifo antiguo, se observa la ubicación del cerro de las serpientes, como se conoce al Hualtepetl, lugar de uno de sus descubrimientos.

Así como lo contaba a personas interesadas por la historia, alguna vez lo compartió con un arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a quien confió sus hallazgos, le mostró los vestigios, le dio su interpretación y la conclusión de su investigación.

El empleado gubernamental López Aguilar se dedicó a tomar nota de detalles y demás, para luego vestirse de gala al anunciar ese “gran hallazgo” que había realizado. Al ser cuestionado sobre el plagio solo advirtió en entrevista que “hay relatos cotidianos que se asemejan mucho a mi investigación”, sin citar la fuente real. Luna Tavera nunca emitió opinión alguna al respecto.

Este gran legado que ahora se proyecta a través de la fundación que lleva su nombre, por necesidad requiere tener el reconocimiento y divulgación de sus investigaciones, que no fueron pocas.

Invertir en conocimiento y en la divulgación de la riqueza antropológica de Hidalgo sería lo mejor que podría hacer la frívola Secretaría de Turismo, de Javier Baños, aunque tendrá que omitir los atildados aplausos de su tradicional comparsa.

Rescatar el trabajo de hidalguenses comprometidos es una necesidad que nos permitiría tener una historia real y dejar de lado a los obesos y enriquecidos cronistas que solo buscan proyectos editoriales para enriquecer su peculio todavía más.

Cabría preguntar quién tiene una de las colecciones editadas por el cronista Juan Manuel Menes Llaguno, que significaron un grave desfalco económico a las festividades del bicentenario.

Nimiedades: Afirman que antes de concluir la pandemia la suerte de algunos políticos hidalguenses cambiará de forma rotunda. Ojalá y regresen parte de peculio para abatir la grave crisis económica provocada por la contingencia.

Jorge Martínez López

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