¿Quién chingados autorizó?

Tula vuelve a ser noticia nacional y nada menos que por los brutales golpes del torrente del río en contra de las casas de los vecinos que desde hace más de cinco décadas ubicaron sus viviendas en la ribera del río.

Las imágenes difundidas sobre el tremendo socavón que dejó el caudal del río Tula y cómo, literalmente, arrancó parte de los cimientos de las casas, da cuenta de lo grave de una nueva creciente, como la de 2021, en la que llegaron a la ciudad de los Toltecas 500 metros cúbicos por segundo de aguas residuales del Valle de México, cuando el río solo podía soportar 200 metros cúbicos.

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Hace tres años la inundación fue descomunal, así que ahora esos vecinos que soportaron el golpe del agua, que perdieron todo, que solo recibieron 10 mil de los 35 mil pesos que había ofrecido el gobierno federal, la naturaleza les vuelve a pegar y más cañón, porque vulnera los muros que sostienen sus viviendas, que fueron construidas, según versiones de los dueños, en un terreno que no estaba sobre el borde del río, que no son invasores, que pagan impuestos por la tierra donde edificaron su patrimonio.

Estos vecinos que con sacrificios construyeron sus casas, a pesar de haber sufrido ya dos severos golpes a su propiedad, primero en 2021 donde literalmente el agua se llevó todo lo que tenían y ahora el torrente del río Tula amenaza no solo con arrancarles sus pertenencias, sino su casa, resignados solo piden que los “trabajos de mitigación de los efectos de la creciente del río” se hagan con rapidez y aseguren que sus casas están fuera de peligro.

Y es que en una reciente gira se le cuestionó al gobernador Menchaca sobre la posibilidad de reubicar a las familias afectadas por este nuevo golpe del río, a lo que respondió que por el momento es difícil y complejo dar una respuesta debido a que son obras que por años no fueron realizadas ni por los gobiernos federales, estatales ni municipales y que ahora por su indolencia, ahí están las consecuencias.

Además, cuestionó a quienes en el pasado permitieron que se ubicaran las viviendas cerca de la ribera del río, invadiendo los derechos de vía.

Así que por el momento no habrá reubicación ni apoyo para renta en un lugar más seguro, o lo que es lo mismo, ustedes se asentaron en zona de riesgo, ahora rásquense con sus propias uñas.

Teresa tiene más de 40 años viviendo en la calle Leandro Valle, asegura que cuando sus padres compraron el terreno el río era más angosto y que no estaban a la orilla, pero que con el tiempo, los encargados del manejo de las aguas fueron ampliado el margen del embalse, hasta dejarlo a nivel de las viviendas.

Su casa es la más afectada, el socavón que se formó por el golpe del torrente le arrancó parte de los cimientos de su vivienda y en cada movimiento siente que el río se va a llevar la construcción.

Con temor sigue ahí resistiendo y rezando porque los encargados de las obras para, según ellos, mejorar las condiciones del río, hagan bien su trabajo y refuercen los cimientos de su casa que el río se llevó.

Teresa, su hermano y su madre aún permanecen en la casa afectada no por necedad, sino porque no tienen a dónde ir; sin embargo, dignamente afirmó que no pide que la reubiquen, solo que garanticen que puede estar segura, después de las obras que las autoridades anunciaron.

Quizá lo más grave del asunto es que la temporada de lluvias apenas comienza y que vienen los meses más cabrones de las lluvias, así que nadie puede garantizarle a Tere ni a los vecinos de esa zona que estarán seguros.

Espero sus comentarios.

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