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Hace (1) meses
Las masculinidades y su propia lucha

Hemos vivido otro 8M. Las mujeres, niñas, niños y adolescentes salieron a las calles a manifestar su rechazo a la violencia en cualquiera de sus formas. Violencias que se han recrudecido en los últimos años o quizá visibilizado, ya que siempre han estado presentes, habitando los cuerpos de las mujeres bajo el manto del silencio, como algo privado y normalizado.

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Hemos vivido otro 8M. Las mujeres, niñas, niños y adolescentes salieron a las calles a manifestar su rechazo a la violencia en cualquiera de sus formas. Violencias que se han recrudecido en los últimos años o quizá visibilizado, ya que siempre han estado presentes, habitando los cuerpos de las mujeres bajo el manto del silencio, como algo privado y normalizado.

Junto al fenómeno de las manifestaciones, de la toma de los espacios públicos, emergió la pregunta de si los hombres debían o podían sumarse a la protesta, hablamos por supuesto de quienes respaldan la lucha de las mujeres a exigir una vida libra de violencia.

Se han alzado voces que descalifican esta postura argumentando que los hombres no pueden irrumpir (también) en esta batalla. No es su espacio ni su lucha.

¿Hay tal cosa como “hombres feministas”?, ¿qué opinión te merece?

Derivado de la conceptualización de género hablamos de lo masculino y lo femenino, ambos como constructos sociales y culturales.

En cuanto al concepto de masculinidad, es el conjunto de todos los significados, las conductas y los códigos que se construyen socialmente y que se atribuyen a lo que un hombre “debe ser” (Connell, 2003). Son ideas, creencias que impone la sociedad y la cultura a los hombres en cuanto a formas de ser, decir, actuar y pensar.

Se habla de masculinidades, en plural, porque hay muchas formas de vivirse como hombres (Connell, 2003). Sin embargo, hay comportamientos que son comunes en gran parte de ellos. (De Keijzer, 2010).

Un tipo de masculinidad es la masculinidad hegemónica, la cual se refiere a los modos de ser hombre que se valoran socialmente y actúan como punto de referencia para los hombres, a la vez que buscan y hacen legítima la subordinación de las mujeres respecto de los hombres, haciendo de la violencia un eje rector para mantener el control y ejercer un abuso de poder sobre todo lo referente al mundo femenino (Connell, 2003).

Por otra parte, existen las llamadas masculinidades subordinadas, en las que se incluirían a quienes se considera inferiores, como los niños, adultos mayores, personas de la comunidad LGBTTTIQ, entendiendo que estos son subordinados a aquellos que ostentan la masculinidad hegemónica (Connell, 2003).

A la serie de conductas que tienen como fin dominar a las mujeres o a esos grupos subordinados se le llama machismo. Este se compone de conductas, comportamientos y creencias que promueven, reproducen y refuerzan diversas formas discriminatorias contra las mujeres. Se construye a través de la polarización de los roles y estereotipos que definen lo masculino de lo femenino. Su principal característica es la degradación de lo femenino; su mayor forma de expresión es la violencia en cualquiera de sus tipos en contra de las mujeres (Ramírez, 2000).

Volviendo al punto y a manera de respuesta a los hombres que se preguntan: ¿qué puedo hacer yo?, ¿qué me toca hacer como hombre?  Lo deseable es que los hombres entablen su propia lucha y trabajen en la reflexión del ejercicio de su masculinidad.

En ese contexto, surgen las nuevas masculinidades o masculinidades igualitarias, las cuales se formulan como el cuestionamiento crítico permanente del poder patriarcal y la masculinidad hegemónica, cuyo núcleo son las prácticas cotidianas; es decir, las nuevas masculinidades no se hacen inteligibles en los discursos, sino en las prácticas.

Así, un camino es adherirse a una corriente/discurso que promueva repensar esas ideas de lo que es ‘ser hombre’ y buscar otras maneras de ser y relacionarse que sean más igualitarias:

“Las nuevas masculinidades apuestan por las relaciones entre iguales, rechazando las desigualdades y siendo conscientes de los privilegios que implica ser hombre en la sociedad en la que vivimos. Quieren romper con la cultura de la desigualdad y ser aliados contra todas las formas de violencia contra las mujeres. Informarse y formarse para ser más empático con las mujeres.

Otra idea importante de las nuevas masculinidades es romper con esas ideas adquiridas socialmente que relacionan la masculinidad con la competitividad, la fortaleza y el ser ‘duro’ para dejar espacio a poder mostrar las debilidades y los sentimientos sin miedo.

Las nuevas formas de ser hombre apuestan por acabar con la agresividad y la violencia en todas sus formas para poner fin al machismo, los comentarios y expresiones sexistas, los micromachismos y todas las formas de violencia.

Los nuevos modelos apuestan por romper los roles de género aprendidos sobre la masculinidad y la feminidad. Acabar con esa idea de que los hombres no lloran, los hombres no cuidan o los hombres tienen que ser siempre fuertes y no mostrar sus debilidades. Lo que los hombres aprenden desde la infancia. Es importante acabar con estas ideas para que los hombres puedan ser más libres y corresponsables en su vida familiar y personal.” (Juventud,2023)

El compromiso implica no solo trabajar sobre sí mismos y su relación con otros hombres y mujeres sino también formar y educar a las infancias de su entorno familiar en el respeto de los derechos humanos de todas las personas, la discriminación y la igualdad de género.

Aunque la sociedad va cambiando, el modelo tradicional de la masculinidad sigue imperando y los cambios se van produciendo poco a poco. Expresar sus sentimientos, ser más afectivos, mostrar sus debilidades es el camino a seguir para construir una nueva manera de ser hombre en una sociedad más igualitaria. Se trata de encontrar otras formas más sanas e igualitarias de ser y de relacionarse.

El mandato de masculinidad puede ser una carga para quienes lo llevan a cuestas, los propios hombres y para quienes con ellos se relacionan.

En resumen, más que sumarse a las manifestaciones feministas, la alternativa es formar parte del movimiento en contra de las masculinidades tóxicas. Puesto aquí como invitación al debate.

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