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Hace (14) meses

La nueva escuela mexicana

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Marco Moreno
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Hablar de la escuela y la nueva propuesta escolar del gobierno federal, implica enfrentar un proceso en el cual las negaciones contrastan con las afirmaciones que en otros espacios llevan a cabo los principales responsables de su formulación e instrumentación.
También implica hablar de un campo de batalla en el que las posturas se han arrinconado, al igual que en la política, a los conceptos de conservadores y liberales. Una especie extraña de representación teatral del pasado, para evitar comprender el presente y su violento desarrollo.
La nueva escuela mexicana (NEM) ha sido acusada de llevar un profundo proceso ideológico ante la negativa presidencial de que esto no es verdad, que es democrática y que solo busca el bienestar de los niños.
No reconocer ese proceso ideológico, es dejar de lado el papel que la educación desarrolla en la sociedad desde tiempos inmemoriales, es verdad que nos permite transmitir el conocimiento, la ciencia, la tecnología, la cultura, las reglas de convivencia social, entre otras, pero también genera un proceso de control y reproducción social.
Además, durante losa últimos cinco años, se ha dicho que la escuela fue entregada al neoliberalismo, al individualismo más feroz y que ayudó a preparar personas socialmente dóciles, esta, de por sí, es una declaración del poder ideológico de la educación.
Por otro lado, hay que asegurar que la NEM, busca involucrar a las personas en la transformación de la vida nacional, ese es uno de sus principios; esto indica el valor ideológico de la misma, la declaración, generalista y llena de lugares comunes, busca acercarse a la pedagogía crítica y al diálogo educativo, lo cual sería excelente, si estableciera los procesos adecuados.
Más allá de que Marx Arriaga asegure dar la vida por los libros de texto gratuito, gracejada, llena del romanticismo heroico que acusa, por sí misma, la ausencia de argumentos científicos y filosóficos reales para defender el modelo, la NEM, camina el duro sendero de la crítica social sin respuestas de valor.
Haciendo a un lado el señalamiento de que son comunistas, acusación que surge porque el subsecretario de educación es de filiación comunista y el director de recursos materiales es aspirante a comunista, debemos de reconocer que sí existe un proceso, inacabado, por construir un modelo educativo a partir de las pedagogías críticas.
El problema es cuando su construcción se busca justificar con la constitución y con la ley. Max Arriaga, en la primera conferencia sobre los libros de educación básica, aseguro que se optó por las pedagogías críticas porque es un mandato del poder legislativo, aseguró que están consignadas en el artículo tercero constitucional y en la ley. No es verdad.
De nueva cuenta, recurrir al pasado para explicar el presente, nuevamente, pareciera más una resistencia al cambio, a la transformación, una imposibilidad crónica para comprender lo que han emprendido. La segunda conferencia fue más una descripción sobre un contexto educativo ideal que de los propios libros.
Se habló de la alfabetización inicial desde nuevos enfoques, aun cuando no se dijo cuáles eran los enfoques, ni que procedimientos didácticos, en realidad, se utilizarían.
“Sabemos que desde hace varias décadas se hicieron investigaciones para saber cómo aprende el niño, las distintas hipótesis que se van formando, porque vivimos en un mundo de cultura escrita, el niño no se interesa por leer y escribir a partir de que cumple seis años y entra a primero de primaria, sino que desde antes está en contacto con la lengua escrita”, señaló presentadora.
Desde hace décadas. Vaya, ni una referencia a Freire, a Giroux, Peter McLaren, al papel real que el maestro debe desempeñar en este proceso, en este nuevo sistema educativo. Las referencias a la transformación educativa fueron superficiales, por decir lo menos.
El llamado de la secretaria de educación pública a centrarse en el contenido de los libros y evitar preguntas diferentes, deja en claro que el proceso de la transformación educativa es todo menos el fuerte de la SEP.
Ninguna mención, indispensable ahora, a la pedagogía del oprimido de Freire, en la cual “su intención (…) era crear un sistema educativo que se solidarizase con las personas de clase baja, ayudándolas a sobrevivir creando un debate social en torno a sus problemas”. Según se lee en Lifeder.
Ana Laura Gallardo Gutiérrez, aseguro que se buscó construir desde la tradición pedagógica mexicana, aun cuando sí, se volvió el rostro hacia los países de América Latina, pero la búsqueda rescatar lo nuestro, pero sin precisar que es verdaderamente lo nuestro.
En educación las palabras tienen un peso muy específico, sin la claridad argumentativa en torno al modelo educativo y su fundamento, la explicación de cada libro se vuelve inacabada e inútil.
La Secretaría de Educación Pública se comprometió a clarificar las dudas con los libros en la mano, no a explicar los libros y sujetar las preguntas a ese simple contenido. Puede haber un modelo educativo en el trabajo de la SEP, lamentablemente aún no lo encuentran, ni lo entienden y eso, bajo ninguna circunstancia, se llama transformación educativa.

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