Autodefinida como una “hija del 68” —en relación con los movimientos estudiantiles que sacudieron al mundo y, en especial, a México durante ese año del siglo pasado—, este martes, ante un Zócalo repleto, la científica Claudia Sheinbaum Pardo emitió su primer mensaje a la nación como presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Autodefinida como una “hija del 68” —en relación con los movimientos estudiantiles que sacudieron al mundo y, en especial, a México durante ese año del siglo pasado—, este martes, ante un Zócalo repleto, la científica Claudia Sheinbaum Pardo emitió su primer mensaje a la nación como presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Con la exjefa de Gobierno de Ciudad de México, de ascendencia judía, es la primera vez que una mujer es titular del Poder Ejecutivo federal, una lucha en la que varias mujeres dejaron su nombre plasmado en la historia de esta gran nación. Primero, como acto protocolario, Claudia Sheinbaum accedió al recinto legislativo de San Lázaro, donde recibió de manos del presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, la banda presidencial, símbolo del máximo poder político en México.
Más tarde, ante decenas de miles de mexicanos emocionados al borde las lágrimas por ser la primera vez que una mujer se siente en la silla presidencial, la doctora en Ingeniería Ambiental emitió un mensaje a sus conmocionados congregados en el que recordó los cien compromisos que hizo durante su campaña. En repetidas ocasiones cuestionando a los presentes “¿Ya se cansaron?”, Claudia recibía un multitudinario “¡No!”.
Posteriormente, recibió el bastón de mando de los pueblos originarios, en una ceremonia ancestral. Para Hidalgo, recordó un par de compromisos que serán el eje de su mandato en esta entidad: la construcción del tren AIFA-Pachuca —de la que dijo que dará el banderazo inicial este fin de semana— y una muy prometida descontaminación de la zona Tula, a través de un megaproyecto ambiental: “La ciudad más contaminada del mundo dejará de serlo”, prometió en su arenga.
Así, ante decenas de miles de simpatizantes provenientes de casi todos los estados de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, la científica, la hija del 68, la doctora que contribuyó a que recibiera un premio Nobel, cerró su primer día de actividades oficiales como presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Tiene enfrente un gran compromiso y un reto de dimensiones nunca antes vistas: superar lo logrado por su mentor, Andrés Manuel López Obrador, y dar continuidad a lo que ellos, Morena y sus aliados, llaman el “segundo piso de la Cuarta Transformación”.
Desde Hidalgo, estaremos pendientes que se limpie, al menos, la región de Tula, esa ciudad que resultó muy afectada cuando, durante su mandato como jefa de Gobierno de Ciudad de México, decidieron inundarla para rescatar al Valle de México. Esa promesa, de descontaminar Tula, es enorme, es una promesa que lleva años en el aire y no se ha podido concretar, al menos desde el mandato de Enrique Peña Nieto. Veremos si con Sheinbaum Pardo la historia da un giro. Al menos ya hay una promesa. Y si así no lo hiciera, que la nación se lo demande.
El 7 de junio de 1999 México se paralizó. Después del mediodía, una noticia sucumbió al país. Las dos televisoras que entonces acaparaban el espectro de difusión emitían en tiempo real el asesinato de quien había sido su presentador estrella durante años.
Paco Stanley había sido asesinado a tiros al salir de un restaurante de tacos denominado El Charco de las Ranas, justo sobre Periférico Sur, en Ciudad de México. Acribillado, el cuerpo del entonces presentador más famoso de México yacía inerte sobre su camioneta, junto con el cuerpo de otro de sus compañeros.
Enseguida, se supo que quien toda la vida colaboró como su patiño, Mario Bezares, se había resguardado en el sanitario del restaurante por una supuesta diarrea que le atacó justo antes de salir del establecimiento. Las indagatorias comenzaron, pero con irregularidades. Los principales sospechosos fueron Bezares, por haberse resguardado, y Paola Durante, una modelo del programa de televisión del que era titular Paco Stanley que se emitía entonces por TV Azteca, adonde acababa de llegar tras haber sido despedido de Televisa, casa productora en la que trabajó por muchos años y que lo catapultó al éxito nacional.
Mis memorias me hacen recordar que yo regresaba a casa, en un taxi, de la primaria. El chofer ponía el radio y solo se escuchaba desconcierto por parte del locutor, al llegar la información a cuentagotas. Solo otro suceso similar, en las mismas condiciones, recuerdo haber vivido mientras viajaba a casa después de la escuela: el 11 de septiembre de 2001. La gente que amaba a Paco Stanley lloraba su pérdida. Era, sin duda, una figura pública muy querida.
Bezares fue encarcelado, luego puesto bajo arraigo domiciliario y todo mundo pensó que su carrera había terminado. Años después de ser exonerado y declarado inocente del crimen que se le imputaba, regresó a Monterrey, donde rehízo su vida pública en una televisora local: Multimedios. Ahí, encabezó por varios años el programa Acábatelo, pero el estigma social no dejaba de puntearse sobre de él: el asesino, el culpable de la muerte de una de las figuras más queridas del país.
Su historia personal y su vida pública fueron desechos. Todo mundo lo señalaba como uno de los presuntos responsables de la muerte de Stanley, pero la vida siempre da segundas oportunidades y ello quedó demostrado este fin de semana.
Bezares, de 65 años, se coronó ganador de la segunda temporada de La Casa de los Famosos México, llevándose un reconocimiento de 4 millones de pesos y, además, el amor del público. Quienes vimos la emisión supimos cómo fue el desarrollo de Bezares, quienes conocimos al personaje que fue señalado de consumir sustancias químicas y del cual hay un video viral en redes en el que supuestamente se observa cómo se le cae una bolsa con presunta cocaína en plena transmisión de Pácatelas, el programa estrella de él y Stanley.
En redes señalan que Televisa se encargó de limpiar la imagen de Mario Bezares, 25 años después de que los medios de comunicación lo sometieran a un linchamiento mediático. Prueba de ello, dicen, es la entrada de Paul Stanley, un hijo de Paco Stanley, a la casa del encierro, quien le dijo “Quiero vivir en paz”. Afirman en redes sociales que Paul llevaba un chícharo y que por haberse dirigido al último con Bezares pudo tratarse de una estrategia publicitaria de Televisa y Endemol México, productoras del programa más visto en la historia reciente del país.
Mientras nos embelesaban con reconstruir la imagen de Mario Bezares y destruir la de Adrián Marcelo, en México se aprobó la reforma judicial y estaba en discusión la reforma que permite a la Guardia Nacional la militarización. Le estaban dejando todo planchado a Claudia Sheinbaum, mientras a los mexicanos nos sensibilizaban contándonos una historia jamás contada, a través de un reality show.
Y tan fue así que, el primer día de ingreso a la casa, la “habitante sorpresa” fue Paola Durante, otra presunta involucrada en el asesinato de Paco Stanley, pero fue la primera expulsada de La Casa de los Famosos México, en su segunda temporada. La vida siempre da segundas oportunidades. Hay quienes las aprovechan y hay quienes se aprovechan de ellas.
SU CINTO: Mientras Mario Bezares regresará a Televisa con un contrato de exclusividad, de esos que alardeaba la televisora que ya no existían, en Imagen Televisión será removido Ciro Gómez Leyva, uno de los periodistas y presentadores más críticos de López Obrador, quien será remplazado por Nacho Lozano en la emisión estelar nocturna de la televisora. Cambios que inician con el nuevo mandato de Claudia Sheinbaum. Al final, aunque quieran hacernos creer que no, todo se entrelaza, todo se entreteje. Así, en este sexenio tendremos comedia, política y humor para rato…