Una de las atribuciones más importantes de los árbitros electorales en México es la promoción de la educación cívica, como eje alrededor del cual se deben cimentar los esfuerzos institucionales por acercar a la ciudadanía a la toma de decisiones públicas.
Una de las atribuciones más importantes de los árbitros electorales en México es la promoción de la educación cívica, como eje alrededor del cual se deben cimentar los esfuerzos institucionales por acercar a la ciudadanía a la toma de decisiones públicas.
Desde 2014, el Instituto Nacional Electoral (INE) es la autoridad rectora en materia electoral en México y aunque dentro de la reforma constitucional de ese año se determinó continuar con la difusión y promoción de la educación cívica con una visión más cercana al federalismo, a través de los institutos electorales locales, el INE realizó esfuerzos de coordinación para que la educación cívica tuviera un mismo rumbo en el sistema nacional de elecciones.
Así, luego de seis años se cerró un ciclo de esfuerzos de la autoridad nacional con la conclusión de la Estrategia Nacional de Cultura Cívica 2017-2023 (Enccívica) y se abre un nuevo capítulo en este tema tan importante con la presentación, el pasado miércoles, de la Estrategia Nacional de Educación Cívica 2024-2026 (Encívica), que tiene como uno de sus propósitos el implementar procesos de formación de ciudadanía desde una visión integral.
Una democracia funcional debe fortalecerse desde la educación cívica, no solo para concientizar sobre el poder del voto, sino sobre los valores propios de nuestro sistema, como la tolerancia, el respeto a las diferencias y, en mi opinión, particularmente desde la unidad nacional.
La Enccívica en estos seis años de trabajo sin duda construyó bases muy sólidas en cuanto a la metodología de sus acciones y la medición de los resultados, con una planeación seria y profesional de mexicanas y mexicanos comprometidos, desde las cuales, ahora la Encívica podrá replicar las buenas prácticas, fortalecer los procedimientos exitosos y sin duda robustecer una actividad por demás indispensable para nuestra democracia, particularmente en estos tiempos llenos de retos sociales para nuestro país.
Que sea la presentación de este programa tan importante el motivo para recordar todo lo que, desde la ciudadanía, se ha construido y trabajado por más de 30 años en favor de nuestra democracia, a través de la imparcialidad y autonomía del árbitro electoral, que nos ha permitido normalizar transiciones políticas del poder, en un ambiente de paz social. Ese es el tesoro de generaciones de patriotas que hay que preservar.