Imagen: Ulises Vidal
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Hace (45) meses

Jaime Gil De Biedma

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1: Para las dos Fernandas

1: Siempre fuiste tú, siempre se trató de ti, tú seguiste de largo, tú seguiste brillando en mi imaginación, tú bailabas con otro nuestra canción, tú bebiste de su labio el beso que anunciaba mi llegada y tu mirada de buenos días se convirtió en la nuca que dijo adiós, tú ya no me verás de lejos, no pisarás nuestra casa nuevamente, fuiste tú quien no pudo resolver el misterio del amor pasivo, tú te marchaste, yo intentaba hacerlo pero me quedé atrapado en tus recuerdos, tú caminas mientras yo me quedo.

2: Transcribo cinco poemas de Gil De Biedma Amor más poderoso que la vida. La misma calidad que el sol de tu país, saliendo entre las nubes: alegre y delicado matiz en unas hojas, fulgor de un cristal, modulación del apagado brillo de la lluvia. La misma calidad que tu ciudad, tu ciudad de cristal innumerable idéntica y distinta, cambiada por el tiempo: calles que desconozco y plaza antigua de pájaros poblada, la plaza en que una noche nos besamos. La misma calidad que tu expresión, al cabo de los años, esta noche al mirarme: la misma calidad que tu expresión y la expresión herida de tus labios. Amor que tiene calidad de vida, amor sin exigencias de futuro, presente del pasado, amor más poderoso que la vida: perdido y encontrado. Encontrado, perdido… Canción de aniversario. Porque son ya seis años desde entonces / porque no hay en la tierra, todavía / nada que sea tan dulce como una habitación / para dos, si es tuya y mía; / porque hasta el tiempo, ese pariente pobre / que conoció mejores días / parece hoy partidario de la felicidad, cantemos, alegría! / Y luego levantémonos más tarde / como domingo. Que la mañana plena / se nos vaya en hacer otra vez el amor / pero mejor: de otra manera
/ que la noche no puede imaginarse / mientras el cuarto se nos puebla / de sol y vecindad tranquila, igual que el tiempo / y de historia serena. / El eco de los días de placer / el deseo, la música acordada / dentro en el corazón, y que yo he puesto apenas / en mis poemas, por romántica; / todo el perfume, todo el pasado infiel, / lo que fue dulce y da nostalgia / ¿no ves cómo se sume en la realidad que entonces
soñabas y soñaba? / La realidad —no demasiado hermosa— / con sus inconvenientes de ser dos / sus vergonzosas noches de amor sin deseo / y de deseo sin amor / que ni en seis siglos de dormir a solas / las pagaríamos. Y con / sus transiciones vagas, de la traición al tedio / del tedio a la traición. / La vida no es un sueño, tú ya sabes / que tenemos tendencia a olvidarlo. / Pero un poco de sueño, no más, un si es no es / por esta vez, callándonos / el resto de la historia, y un instante / —mientras que tú y yo nos deseamos feliz y larga vida en común— / estoy seguro / que no puede hacer daño. Himno a la juventud ¿A qué vienes ahora, juventud, encanto descarado de la vida? ¿Qué te trae a la playa? Estábamos tranquilos los mayores y tú vienes a herirnos, reviviendo los más temibles sueños imposibles, tú vienes para hurgarnos las imaginaciones. De las ondas surgida, toda brillos, fulgor, sensación pura y ondulaciones de animal latente, hacia la orilla avanzas con sonrosados pechos diminutos, con nalgas maliciosas lo mismo que sonrisas, oh diosa esbelta de tobillos gruesos, y con la insinuación (tan propiamente tuya) del vientre dando paso al nacimiento de los muslos: belleza delicada, precisa e indecisa, donde posar la frente derramando lágrimas. Y te vemos llegar: figuración de un fabuloso espacio ribereño con toros, caracolas y delfines, sobre la arena blanda, entre la mar y el cielo, aún trémula de gotas, deslumbrada de sol y sonriendo. Nos anuncias el reino de la vida, el sueño de otra vida, más intensa y más libre, sin deseo enconado como un remordimiento –sin deseo de ti, sofisticada bestezuela infantil, en quien coinciden la directa belleza de la starlet y la graciosa timidez del príncipe. Aunque de pronto frunzas la frente que atormenta un pensamiento conmovedor y obtuso, y volviendo hacia el mar tu rostro donde brilla entre mojadas mechas rubias la expresión melancólica de Antínoo, oh bella indiferente, por la playa camines como si no supieses que te siguen los hombres y los perros, los dioses y los ángeles y los arcángeles, los tronos, las abominaciones… No volveré a ser joven. Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde -como todos los jóvenes, yo vine a llevarme la vida por delante. Dejar huella quería y marcharme entre aplausos –envejecer, morir, eran tan solo las dimensiones del teatro. Pero ha pasado el tiempo y la verdad desagradable asoma: envejecer, morir, es el único argumento de la obra. Vals de aniversario. Nada hay tan dulce como una habitación para dos, cuando ya no nos queremos demasiado, fuera de la ciudad, en un hotel tranquilo, y parejas dudosas y algún niño con ganglios, si no es esta ligera sensación de irrealidad. Algo como el verano en casa de mis padres, hace tiempo, como viajes en tren por la noche. Te llamo para decir que no te digo nada que tú ya no conozcas, o si acaso para besarte vagamente los mismos labios. Has dejado el balcón. Ha oscurecido el cuarto mientras que nos miramos tiernamente, incómodos de no sentir el peso de tres años. Todo es igual, parece que no fue ayer. Y este sabor nostálgico, que los silencios ponen en la boca, posiblemente induce a equivocarnos en nuestros sentimientos. Pero no sin alguna reserva, porque por debajo algo tira más fuerte y es (para decirlo quizá de un modo menos inexacto) difícil recordar que nos queremos, si no es con cierta imprecisión, y el sábado, que es hoy, queda tan cerca de ayer a última hora y de pasado mañana por la mañana.
3: En la inmediatez de tu boca, con el pelo recogido y la caricia al viento, el beso a flor de labio y el nervio entre dientes, retrocedimos la mañana. Después de ayer no quedará por decir ni una palabra, no acudiremos al velorio de nuestro silencio y en mi garganta morirá también el ultimo susurro. Nada tiene sentido si se trata de nosotros, solo aquellos que has dejado podemos entender la soledad y el abandono, la desdicha. En la prisión de los hombres, todo está confabulado, todo esta dicho; pero en la libertad de nuestras bocas aun hay silencios que debemos romper. Como aquella noche de lunares infinitos, donde desnuda me mirabas retroceder, huir de los recovecos, renacer de entre los olvidos y abandonos.
4: Escriban sus comentarios, críticas y más críticas y nada de elogios a: [email protected] twitter: @Vidal_Evans

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