Los habitantes del sur de Pachuca nos acostamos y amanecemos con un gran problema: huele a basura. A todas horas, en todo momento, todos los días. Pero el problema se agrava por las noches y por las mañanas.
Atrás quedaron los tiempos en que en esta zona de la capital hidalguense aún se podía respirar aire fresco. Ya son pasados esos días en los que al alba todavía se escuchaba el trinar de las aves.
Pero no es culpa de nadie más que de los humanos, de los habitantes de esta capital, quienes poco a poco nos hemos ido extendiendo y ocupando espacios que antes eran, como dicen quienes han vivido por más tiempo, zonas de cultivo en la región.
Al sureste de Pachuca se encuentra el vertedero municipal, en la colonia El Huixmí, ese del que apenas la titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de Hidalgo (Semarnath), Mónica Patricia Mixtega Trejo, advirtió que solo le queda mes y medio de vida útil antes de enfrentar un colapso.
¡Mes y medio de vida a un tiradero a cielo abierto que cubre las necesidades de disposición de residuos finales de 314 mil 331 personas que, hasta 2020 —de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegí)— vivíamos tan solo en Pachuca de Soto, sin contar los municipios de la zona conurbada!
Cuando era niño, a la entrada de Pachuca, donde actualmente se encuentra el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (Icshu) —de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH)—, había un vertedero. Tiempo después, encima, se construya dicha institución.
Los habitantes de la capital hidalguense nos hemos ido, poco a poco, terminando los espacios para la disposición final de los residuos. Es un tema preocupante que investigadores, académicos y expertos en el tema ya han abordado, pero se requiere acción inmediata.
Justo hace un año, en febrero de 2023, Marco Antonio Moreno Gaytán, titular de la Sociedad Ecologista Hidalguense (Sehi), lanzó la advertencia de que las políticas públicas de gestión de residuos sólidos urbanos que se aplican en Pachuca y su zona metropolitana debían modificarse.
Nadie le escuchó. No le hicimos caso. El activista, en ese momento, advirtió que el relleno sanitario de El Huixmí debería estar cerrado, pues aseguró que en los últimos meses se había incrementado la cantidad de basura que se confinaba en dicho espacio.
Según Moreno Gaytán, hace un año, en la capital hidalguense se recolectaban hasta 400 toneladas diarias de desechos. Si seguimos a ese ritmo, al relleno sanitario de El Huixmí solo le queda una capacidad de recepción de 18 mil toneladas de basura.
Se acerca el Día Cero para muchas cosas; en Ciudad de México, para 2028, el gobierno no será capaz de garantizar el abasto hídrico, pero más al centro del país, en Pachuca, estamos a 45 días de vivir un colapso en la disposición de basura.
Ya vivimos ese escenario a inicios de año, cuando el contrato con la empresa recolectora de basura venció y las calles de la capital hidalguense se vieron inundadas por bolsas con residuos sólidos.
Es cierto, en Pachuca huele a basura, a todas horas, todos los días. Pero la culpa es nuestra. Desde niños se nos ha enseñado a reutilizar, reciclar y reducir, para evitar este tipo de situaciones; también se nos ha enseñado a separar los residuos, pero la realidad es otra.
En Pachuca huele a basura, pero es el resultado de la falta de cultura de esperar a que pase el camión recolector para que se lleve las bolsas.
Al final de cuentas, no todo es culpa del gobierno. La culpa también es nuestra.
SU CINTO: La basura que tiramos en la calle habla mucho de nosotros. Aplica para todos los tipos de basura.