Durante los siguientes 25 años ⎯1944-1969⎯ solo tres salas cinematográficas lograron sobrevivir en Pachuca El Iracheta, considerada como la sala de postín, conocida como el cine de la sociedad pachuqueña, engalanada con su hermosísimo plafón ⎯art nouveau⎯ y sus mullidos asiento de tela aterciopelada, el Pineda transformado en cine Alameda, en 1953, después de un voraz incendio que acabo con la sala inaugurada en el 1º de mayo de 1926, reabierta con decorados “art deco”, caracterizado por exhibir películas mexicanas y el Cine Reforma, enorme recinto, que lo mismo sirvió para los masivos actos de la política imperante ⎯informes de gobierno, toma de posesión de gobernadores, recepción a los presidentes de la república y otros más de la misma naturaleza a los que se sumaron las ceremonias de coronación de las reinas del Instituto Científico Literario Autónomo o la Escuela Normal⎯ al que llegaron desde luego los más importantes filmes de aquellos años como los millonarios largometrajes “Ben Hur”, “Los Diez Mandamientos”, “Amor sin Barreras” etc. que dieron al séptimo arte una trascendencia inusitada en el mundo entero.
Algo que parecería curioso es el hecho, de que no obstante que las cuatro salas cinematográficas, peleaban por alcanzar una mayor concurrencia, su publicidad las enlazaba, así en los programas que daban a conocer las películas a exhibirse, se mantenían unidas, tal vez por ser para entonces ⎯décadas cincuenta y sesenta⎯ todas ellas propiedad del monopolio llamado “Cadena de Oro” en que participaban William Oscar Jenkins Biddle, Manuel Espinoza Yglesias y Gabriel Alarcón, Chargoy ⎯originario de Tianguistengo Hidalgo⎯ dueñas de la mayor parte de las salas de cine del centro del país.
A ello también se debió que los “auto-parlantes” automóviles ⎯propiedad del empresario Ventura Sánchez⎯ equipados con una gran bocina en su techo, que recorrían las principales calles de la ciudad anunciando la cartelera del día y los avances del domingo más próximo, en el que regularmente se verificaban estrenos en los tres cinematógrafos pachuqueños
Como no recordar aquí, los suculentos pastes que se expendían en las dulcerías de estas salas, en unión de las consabidas palomitas y los refrescos de sabor bien fríos. Hasta el inicio de los años sesenta, había todavía la costumbre de vender estos productos en el interior de la sala de exhibiciones, a través de jovencitos que circulaban por los pasillos anunciando su presencia con una especie de interjección un tanto silenciosa ⎯psst,.psst⎯ con la que anunciaban su presencia en la obscuridad de la sala.
En 1969, se inauguró el cine S.N.T.E., propiedad de la sección XV del Sindicato de Maestros, primera sala no controlada en Pachuca por la Cadena de Oro, poco después en 1974, tras la realización de diversas modificaciones a lo que fuera el auditorio del Estado, inicia operaciones el Cine San Francisco, cinematógrafo surgido también al margen del monopolio de Gabriel Alarcón, que dos años después, se ve obligado a abandonar la sala del cine Reforma, próximo a demolerse por lo que todo el equipo de proyección al ya para entonces “Auditorio del Estado” recién construido en la Avenida Juárez ⎯donde hoy se encuentra el parque de la Familia⎯ donde continuó la exhibición de algunos estrenos por un poco más de diez años, hasta ser demolido hacia 1994 para establecer en su lugar el Jardín del Maestro.
En la década de los ochenta, los salones cinematográficos experimentaron una importante transformación, primeramente redujeron su tamaño sustancialmente y en segundo término mejoraron la calidad tanto del sonido y desde luego delas imágenes proyectadas, así surgió un conjunto de salas en el sótano de la plaza Independencia ⎯que pronto se vieron obligadas a cerrar por la falta de espectadores, lo mismo sucedió, con el conjunto de cines de la “Plaza Dos Mil” y más tarde con otras ubicadas en distinto puntos de una ciudad que experimentaba un crecimientos inusitado.
Por otro lado, la aparición en los últimos años del siglo XX, de las películas videograbadas, alquiladas para reproducirse en aparatos caseros y luego en sistema DVD mejorado con el sistema blu ray, coadyuvaron al cierre paulatino de las viejas salas cinematográficas, primero fue la del S.N.T.E., enseguida ocurrió lo mismo con el Iracheta, seguida por las del Alameda, San Francisco y Auditorio. Si bien actualmente existe un buen número de cinematógrafos en diversas plazas comerciales de la ciudad de Pachuca, las series televisivas y diversos planes de prepago permiten disfrutar de las grandes producciones desde la comodidad del hogar sobre todo con las importantes mejores instrumentadas a los sistemas televisivas.
Hoy aquellas apacibles tardes dominicales del Pachuca de ayer son ya parte de una historia para algunos recientes y para otros muchos lejana, muchas de ellas son el inmejorable marco que explica las correrías románticas de amores adolescentes y hasta el preludio de serios compromisos que concluyeron en la integración de muchas familias.
Como olvidar que en aquellos días plenos del siglo veinte, en las largas filas plantadas frente a las cabinas de venta de boletos, se confundían de manera democrática, lo mismo el alto funcionario, que el empleado, el maestro universitario al lado del alumno, allí estaban pobres y ricos, habitantes de paupérrimas barriadas, confundidos con los habitantes de opulentas mansiones, todos eran uno y el cine borraba toda diferencias, ¡qué tiempos!, ¿no cree usted amable lector?.
Juan Manuel Menes Llaguno | Cronista del estado de Hidalgo