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Hace (1) meses
El Sistema Nacional de Cuidados: ¿quién cuida al cuidador?

Sabemos que todas las personas necesitamos cuidados y apoyos en algún momento de nuestras vidas o bien a lo largo de estas, lo cual es parte natural del ciclo vital de los seres humanos, por lo que el reconocimiento del valor de los servicios de cuidado para la economía en la esfera doméstica es sumamente importante.

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Sabemos que todas las personas necesitamos cuidados y apoyos en algún momento de nuestras vidas o bien a lo largo de estas, lo cual es parte natural del ciclo vital de los seres humanos, por lo que el reconocimiento del valor de los servicios de cuidado para la economía en la esfera doméstica es sumamente importante.

De acuerdo a la ONU, el trabajo de cuidados puede ser remunerado o no remunerado y comprende dos tipos de actividades: las de cuidado directo, personal y de relación, como cuidar a un menor o cuidar de una persona enferma o una persona adulta mayor, y las actividades de cuidado indirecto, como cocinar y limpiar enmarcado mayormente en el trabajo doméstico.

La fuerza de trabajo mundial dedicada a la prestación de cuidados está integrada por 249 millones de mujeres y 132 millones de hombres.

De aquí a 2030 se prevé que el número de receptores de cuidados ascenderá a 2 mil 300 millones, lo que está impulsado por 100 millones más de personas mayores y por 100 millones más de niñas y niños en edades comprendidas entre los seis y los 14 años.

Si bien el trabajo de cuidados es realizado por hombres y mujeres, las mujeres realizan el 76.2 por ciento de todo el trabajo de cuidados no remunerado, 3.2 veces más tiempo que los hombres.

En todo el mundo, el trabajo en el sector de los cuidados en actividades de cuidado indirecto sigue caracterizándose por la ausencia de prestaciones y protecciones, bajos salarios o falta de compensación; además de estar expuesto a perjuicios físicos, mentales y, en algunos casos, sexuales.

A las personas que asumen el trabajo de cuidados directo, personal y de relación y que, además, quieren o necesitan tener un trabajo remunerado es a quienes de manera directa atañe el Convenio 156 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la igualdad de oportunidades y de trato entre trabajadores y trabajadoras con responsabilidades familiares, definidas en el convenio como aquellas personas con responsabilidades hacia los hijos a su cargo o respecto de otros miembros de su familia directa que de manera evidente necesiten su cuidado o sostén, cuando tales responsabilidades limiten sus posibilidades de prepararse para la actividad económica y de ingresar, participar y progresar en ella.

El convenio estipula en su artículo tercero que los Estados miembros que lo ratifiquen deberán incluir entre los objetivos de su política nacional el permitir que las personas con responsabilidades familiares que desempeñen o deseen desempeñar un empleo ejerzan su derecho a hacerlo sin ser objeto de discriminación y, en la medida de lo posible, sin conflicto entre sus responsabilidades familiares y profesionales.

El artículo quinto estipula que los Estados deberán adoptar además todas las medidas compatibles con las condiciones y posibilidades nacionales para desarrollar o promover servicios comunitarios, públicos o privados, tales como los servicios y medios de asistencia a la infancia y de asistencia familiar.

Nuestro país no ha ratificado este convenio, establecido por la OIT en 1981, permanece estancado a pesar de que el Senado de la República ha aprobado punto de acuerdo para que la Secretaría del Trabajo y Previsión Social informe por escrito el estatus en que se encuentra el dictamen sobre las consultas que realiza para la ratificación y en su caso informe la situación del mismo.

Con ratificación o sin ella, el hecho es la imperiosa necesidad de que nuestro país invierta en una economía del cuidado resiliente e inclusiva incluida en el desarrollo de un sistema nacional de cuidados con cobertura universal, con calidad y con equidad.

Un sistema que incluya estancias infantiles para que los padres y principalmente las madres, quienes asumen el cuidado de los menores, cuenten con lugares donde puedan dejar a sus hijos con seguridad y atención integral y una red de escuelas de tiempo completo u horario ampliado; estancias de día y residencias para personas adultas mayores, y apoyos específicos para las personas cuidadoras de otras personas que presentan alguna discapacidad grave.

Ser una persona cuidadora es muy difícil sobre todo si se está sola en una encomienda tan demandante tanto física como emocionalmente, de ahí que se hable de ¿quién cuida al cuidador? Las personas que asumen los cuidados en muchos de los casos ven afectada su salud mental sumergidos en el estrés de la encomienda y la presión económica resultante.

El sistema nacional de cuidados debe considerar a las personas cuidadoras dentro de las estrategias a implementar estableciendo, por ejemplo, apoyos económicos. Es necesario reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidados no remunerado.

La necesidad de cuidados se incrementará considerando que la población mexicana está envejeciendo y la expectativa de vida va en aumento. El sistema nacional de cuidados debe ser una prioridad para los gobiernos, conviene resaltarlo ahora que vivimos tiempos electorales para exigirlo como compromiso de quienes habrán de asumir la responsabilidad en los tres órdenes de gobierno.

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