El 15 de mayo de 2019 fueron detenidos Héctor Ortiz, “H-1”, y ocho miembros del grupo de hackers conocido como Bandidos Revolutions Team. Esta banda había realizado ataques cibernéticos a diversas instituciones bancarias: el más célebre sucedió el día en que cajeros automáticos de León y Tijuana “enloquecieron” y arrojaron sobre el piso montañas de billetes de 500 pesos.
Ese día, un grupo de “recolectores” había recibido la instrucción de acudir a una hora determinada a cajeros ubicados en distintos rumbos de León y Tijuana. Cada uno de estos disparó, a la hora señalada, cantidades de entre 30 y 75 mil pesos que luego fueron entregadas, previa comisión, en habitaciones de hotel.
Las autoridades estiman que en uno de sus ataques cibernéticos, Bandidos Revolutions Team logró un botín de al menos 500 millones de pesos.
Cuando “El H-1” y sus colaboradores (muchos de ellos ingenieros en informática) fueron aprehendidos, se les aseguraron 19 autos de lujo, cajeros automáticos robados, tarjetas listas para ser clonadas y más de 20 millones de pesos. “El H-1” vivía en medio de un lujo inmoderado: viajaba en helicópteros, autos blindados y vuelos privados; tiraba dinero a manos de llenas, sobre todo en la compra de artículos de lujo.
Los hackers fueron ingresados el 20 de febrero de 2020 al centro penitenciario de readaptación social de Santiaguito, en el Estado de México. Meses más tarde, trabajos de inteligencia revelaron que el grupo se había reorganizado y desde el interior del centro continuaba realizando, con teléfonos facilitados por abogados y familiares, hackeos financieros y fraudes cibernéticos.
Una investigación de la Secretaría de Seguridad del Edomex mostró que los hackers habían habilitado perfiles en redes sociales, a fin de establecer comunicación con personas que los apoyaban desde el exterior. De ese modo coordinaban diversos tipos de fraudes: generaron, por ejemplo, ligas de captura para el pago de colegiaturas en la Universidad del Valle de México (captaron unos 30 estudiantes cada seis meses), y abrieron páginas para el pago de servicios en general: tenencia, agua, telefonía, luz… Los principales afectados fueron instituciones financieras públicas y privadas de diversos estados.
A los ocho Bandidos Revolutions Team se les decomisaron teléfonos en los que desfilaban pagos, transferencias, depósitos, imágenes de tarjetas de débito y crédito, así como diferentes números de cuentas bancarias. Se comprobó que, a pesar de su detención, habían conservado un alto poder económico. Según un reporte confidencial, su capacidad de vulnerar instituciones los hacía marcadamente peligrosos.
Los ilícitos fueron denunciados. Los miembros más importantes del grupo fueron reubicados en distintos centros penitenciarios: Tenango, Neza Sur y Otumba.
“El H-1”, al igual que uno de sus cómplices, conocido como “Lemus”, fueron instalados en el centro penitenciario de Tenango del Valle.
Desde su traslado, “El H-1” mostró un comportamiento agresivo, acompañado de episodios de extrema ansiedad. Durante una revisión efectuada en su estancia y en la de “Lemus” se les aseguraron croquis y dibujos (comparto algunos en esta nota), que hacen referencia a la infraestructura y la seguridad del penal: torres de vigilancia, dimensión de los muros, cantidad de elementos de custodia.
Fueron encontrados también mensajes cifrados en los que el “H-1” gira instrucciones, a través de un abogado identificado como “Pepe”, a sus contactos en el exterior: “[sobre la] dirección general del Edo. Méx. Héchenle muchas ganas por fa yo te daré instrucciones más precisas de alguno modo si no te escribo claves que tu y yo no entendamos o te las mando. No está autorizado lo que está escrito” (sic).
El “H-1” y su grupo han iniciado una estrategia para ser reinstalados nuevamente en Santiaguito. Al mismo tiempo, personal penitenciario del Edomex ha recibido diversas amenazas de muerte.
Según el reporte consultado, un escenario posible es que se esté preparando una operación de rescate.