Ojalá detengan la construcción del nuevo aeropuerto, es faraónica, costosísima, antiecológica, técnicamente inviable y huele a corrupción”. Este fue el mensaje que el entonces aspirante a la presidencia de la república, Andrés Manuel López Obrador, transmitió a través de su cuenta de Twitter @lopezobrador_ a las 21:19 horas (centro) del 17 de marzo de 2017.

Esas 17 palabras, escritas con el único fin de desprestigiar aún más al desprestigiado gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, se han convertido en uno de los más grandes dolores de cabeza del ahora presidente electo, en vista de que la mayoría de los expertos nacionales e internacionales en materia aeroportuaria no coinciden con él y aseguran que el sitio donde actualmente se construye lo que sería el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) en Texcoco, Estado de México, es el mejor de los lugares disponibles para tal obra.

Al calificar la obra de faraónica, el tabasqueño tal vez olvidó que el actual aeropuerto de la Cdmx también fue visto como tal cuando se inauguró, el 19 de noviembre de 1952, por el entonces presidente Miguel Alemán cuando solo faltaban 11 días para que asumiera el cargo su sucesor, Adolfo Ruiz Cortines. La diferencia es que entonces nadie se atrevía a criticar al presidente de la república, quien construyó el aeropuerto a pesar de la mala situación económica prevaleciente.

La mayoría de los grandes aeropuertos del mundo que he visitado podrían ser calificados como faraónicos por Andrés Manuel porque son obras impresionantes que generalmente contribuyen al desarrollo de las ciudades y los países en donde se ubican, creando riqueza y empleos.

Y más faraónico resulta el NAICM si se compara con la mayoría de las mediocres terminales aéreas, incluido el actual aeropuerto de la Cdmx, que conforman el sistema aeroportuario nacional.

¿Es costosísimo el NAICM? La respuesta depende de los ingresos que genere durante las décadas que estará en operación. Según los expertos, es una obra autofinanciable que contribuirá al desarrollo económico del país y del área metropolitana de la Ciudad de México, amén de que generará decenas de miles de empleos durante su vida útil.

¿Es antiecológico? Aquí no se ponen de acuerdo los que afirman que lo es y quienes dicen lo contrario. El hecho es que no puede existir un aeropuerto en el mundo, y menos uno con las dimensiones que tendrá el NAICM, que sea totalmente amable con el medio ambiente. Si de proteger la ecología se trata, la única alternativa es dejar de construir aeropuertos, carreteras, líneas ferroviarias, pueblos y cualquier tipo de obra.

Las principales empresas y organizaciones nacionales e internacionales en materia aeroportuaria han corroborado la viabilidad técnica del NAICM.

¿Que la obra huele a corrupción? Indudablemente, como huelen la mayoría de las obras públicas que se realizan en nuestro país, desde la construcción de banquetas hasta la de largas carreteras.

Aquí es imposible no estar de acuerdo con AMLO, pues cada contrato firmado para la construcción del aeropuerto debe revisarse minuciosamente para detectar algún acto de corrupción.

Mañana dará inicio la supuesta consulta que Morena ha organizado, sin metodología y lógica alguna, para que quienes deseen participar en ella decidan el destino del NAICM, en el cual hasta ahora se han gastado unos 120 mil millones de pesos y cuya cancelación costaría otros 130 mil millones de pesos.

Ojalá no ganen quienes están en contra de la construcción del nuevo aeropuerto. Si eso sucediera, lo que fue una ocurrencia de campaña de AMLO podría convertirse en un verdadero desastre para la imagen de México en el exterior: un espantapájaros que ahuyentará miles de millones de dólares de los inversionistas nacionales y extranjeros, una pesadilla para las líneas aéreas y sus clientes, y un factor que retrasará aún más el desarrollo económico del país.

Eduardo Ruiz-Healy