Una vez que fueron designados los candidatos que participarán en las elecciones por las 84 alcaldías no faltaron los abrazos y los buenos deseos de los simpatizantes, quienes, más a fuerza que de ganas, deseaban de dientes para afuera que los elegidos tuvieran éxito, pero lo cierto es que en muchos casos había molestia por lo que muchos llamaban imposiciones. Algunos estaban conformes con el personaje que mandaron a la contienda, pero otros indignados amenazaban con hacer tremendo pancho si no lo cambiaban.
Y en todo este desmadre de una elección que no será fácil para nadie, los candidatos que durante los días de registro se tomaban las selfies sonriendo triunfantes, van directito, más que a una contienda de iguales, a una lucha contra el invisible coronavirus, que los coloca en una situación de vulnerabilidad y que para la gran mayoría esta candidatura será como haberse ganado la rifa del tigre.
Total, que echada a andar la maquinita en este proceso que será atípico, por las condiciones en que se llevará a cabo debido a la pandemia, resulta que una vez más ahí van los hidalguenses a una elección marcada por la enfermedad, el encierro y por la falta de recursos.
Lo que nos lleva a las preguntas obligadas.
¿Cómo chingados le van a hacer los candidatos para llegar a los ciudadanos sin contagiarlos?
Hasta hace poco los suspirantes a las alcaldías podían echar mano de las concentraciones de acarreados, que con una buena lana llevaban los “líderes” a los mítines y, ahí usando sus mejores dotes de oratoria, intentarían convencerlos de que ellos o ellas eran los buenos.
¿Cómo garantizarán los candidatos a sus equipos de campaña que van a estar a salvo de los contagios?
O suponen que quienes se encarguen de la logística, de las avanzadas, son inmunes o ya se tomaron las gotas mágicas de tía Olguis.
Es claro que, para minimizar el riesgo de contagios, en estas campañas los candidatos deberán hacer uso de las redes sociales, utilizando una estrategia moderna que les llegue a los chavos y los atrape. Eso sería lo deseable, pero, siempre hay un pero, resulta que los chavos no están interesados en las cuestiones políticas y mucho menos en las votaciones.
Salvo excepciones, los jóvenes están verdaderamente preocupados porque tienen que salirse de la escuela para ayudar en los gastos de la casa, en buscar un empleo de lo que sea porque las oportunidades se cerraron, de pensar en vender cosas usadas que les permitan tener unos pesos en la bolsa y muchos de ellos están desencantados por un futuro que no se ve claro.
Candidatos, me cae que no la tienen fácil.
Las promesas tendrán que ser atractivas, creíbles y viables.
Ya quedaron atrás los juegos de palabras que intentaban engañar a los receptores de mensajes, porque a menos que vayan acompañados de un buen aliciente, seguro no causarán ningún impacto.
Los utilitarios, otro recurso del pasado, serán herramientas de convencimiento que poco efecto causarán en el momento de la votación.
El reto es monumental y los candidatos deben demostrar de qué están hechos.
No hay tiempo para mediocridades.
Las necesidades de las personas son inmediatas y ya no pueden esperar.
La estrategia es resolver los problemas que le aquejan a los hidalguenses hoy.
Crear empleos hoy, tener para comer es una necesidad URGENTE, atención médica eficiente y que la seguridad no intente resolverse con estadísticas, son algunas de las peticiones de los hidalguenses.
Y una solicitud de los chavos.
Que los candidatos ni se molesten en imprimir miles de banners con su fotografía, que solo crean basura y contaminan el medio ambiente, mejor que utilicen ese dinero para ayudar en serio a la población.
