Tula, el silencio de los gritos gubernamentales – Columna de Marco Moreno
 
Hace (31) meses
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Marco Moreno
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Tula ha sido históricamente la zona más contaminada y devastada de Hidalgo; el lugar en el que, a decir de la Secretaría de Medio Ambiente y recursos Naturales (Semarnat) ha dicho en alguna ocasión que es inhabitable.

El mismo que en algún otro momento han señalado como necesario de hacer declaraciones de emergencia ambiental para poder atender las situaciones graves a las que se enfrenta y, entonces, poder resolver los daños profundos al ambiente y a la salud de las personas.

Aquel al que hace algunos días declararon como zona de desastre, más en la búsqueda de acallar el malestar social que las inundaciones provocaron que de resolver los problemas a los que se enfrenta.

Tula, el que ha servido para el desfogue de los sentimientos de frustración de algún funcionario, aquel que lamentó que no existiera una manera de castigar a los ecologistas, responsables, según él, del desastre de la ciudad, al oponerse a la realización de obras en el lecho del río y a la tala de más de nueve mil árboles.

Declaraciones que, muy a su pesar, tuvieron el rechazo social y fueron condenadas de tratar a los ecologistas de la región como chivos expiatorios de las desaseadas actividades de la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Las mismas acciones que han sido calificadas de políticas por parte de un investigador antropológico, al señalar que la apertura de las compuertas del Túnel Emisor Oriente (TEO) obedecieron a eso, a una decisión política.

Decisión política que tendrá que ser discutida y analizada de manera puntual, porque de ese análisis se puede desprender el concepto que el gobierno federal y de la Ciudad de México tienen sobre los habitantes del Valle del Mezquital.

Reconocer que las obras de revestimiento son inaplazables, por parte del secretario de Gobierno del estado de Hidalgo sería entender que el discurso del propio gobernador va en un sentido contrario, al reclamar que se tomen las medidas pertinentes en torno al destino de las aguas residuales y pluviales de la Ciudad de México.

El TEO necesita una operación mínimamente trilateral; no puede, no debe, ni la Conagua ni el gobierno de la Ciudad de México volver a abrir las compuertas del túnel sin que esta sea una decisión adoptada por de manera coordinada con el Estado de México e Hidalgo. De hecho, la Cdmx debería de construir una propuesta integral de manejo de aguas residuales y pluviales con una visión coordinada.

A la par, el gobierno de la República debe iniciar un proceso de rcmisión integral de la situación ambiental de la región Tula, de tal manera que se puedan realizar acciones de rehabilitación y/o restauración del suelo, el aire y el agua en la zona, de tal manera que se atienda frontalmente el problema ambiental.

Tula no necesita, de ninguna manera, más discursos, más visitas, más turismo del desastre. Tula reclama acciones reales, puntuales, precisas, que le den certeza a sus habitantes; seguridad de que un día podrán acceder al disfrute pleno de su derecho a un ambiente sano para una vida digna.

Un día la gente de Tula deberá de disfrutar de la dignidad territorial que hasta ahora le han expoliado los gobiernos federal y de Hidalgo. Un día Tula estará de pie y marchará poderosa hacia un futuro que le han negado.

Imaginemos, por un momento, que, en lugar de pretender castigar a los ambientalistas de la zona, el secretario de Gobierno de Hidalgo entiende que las demandas son reales, sentidas, desesperadas y representan más, el anhelo de justicia social y ambiental de la región, que la búsqueda de confrontación con el gobierno.

Que se da cuenta que él, al ser responsable de la política interior del estado de Hidalgo, y en congruencia con el discurso del gobernador, inicia una búsqueda por construir los espacios de concertación y construcción de las soluciones más óptimas para el desastre de la zona, no solo el de la inundación, sino también el del medio ambiente.

Porque una realidad es innegable, la gente de Tula empieza a tomar conciencia del problema en el que se encuentra metida, la gente de Tula se está dando cuenta que el futuro no le pertenece, y es seguro que un día no muy lejano empezará a caminar para hacerlo suyo.

Es seguro que en la gente de Tula aún vibra aquella afirmación que camina en la historia, aquella que asegura: “Estos toltecas en verdad eran sabios, hablan con su corazón”

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