Tlahuelilpan, más allá de horror
 
Hace (26) meses
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Foto: Luis Soriano

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Tlahuelilpan “lugar de tierra regada” —del náhuatl tlalli tierra, “ahuilila” regar y “an” lugar— que bien puede interpretarse como “lugar productivo, debido a sus buenas tierras”, es el municipio más joven del estado de Hidalgo, pues al igual que el de Progreso, fue creado en 1970, con una porción segregada al municipio de Tlaxcoapan.

Tlahuelilpan trasciende en la historia contemporánea, debido a la terrible catástrofe sucedida la tarde-noche del viernes 18 de enero de 2019, al estallar un terrible incendio en el ducto que cruza por la comunidad de San Primitivo que cobró la vida 137 personas, de las que 68 quedaron completamente carbonizadas y dejó en la orfandad a 194 niños y a cientos de personas con secuelas por las quemaduras.

Mas la historia de Tlahuelilpan comienza muchos años antes y bien podría remontarse a la fundación; muy cerca de ahí, en Mahmení de la gran metrópoli tolteca la Tula Xicocotitlan, que las viejas crónicas atribuyen a Ce Acatl Topiltzin Quetzalcoatl, urbe que, a partir del siglo octavo, se proyectó en todo el altiplano mesoamericano como como el más importante centro de arte y cultura, fermento más tarde del nuevo imperio maya.

La bondad de estas prolíficas tierras, permitió que, a la caída de Tula permanecieran aquí comunidades agrícolas, que años después quedaron según Pether Gerhard bajo el dominio de los tecpanecas y pasaron después al imperio azteca, en poder de quien permanecía esta región a la llegada de los españoles. Tras la conquista, al igual que Atitalaquia, Tlahuelilpan quedó bajo la encomienda de Juan Catalán, cuya familia reclamó los derechos de tal encomienda después de su muerte, el litigio, sustanciado entre 1534 y 1536, terminó con la división por mitad, de los derechos sobre las tierras del pueblo ya denominado como San Francisco Tlahuelilpan, una parte quedó en poder de la familia de Catalán —el primer encomendero— y la otra fue entregada a la Corona, pero pronto cambiaron las cosas pues para 1544 Tlahuelilpan se encontraba ya, bajo el gobierno de dos encomenderos: la porción sur, sujeta a Rodrigo de Albornoz y la norte a Juan Rodríguez Bejarano, aunque esta última volvió a la Corona al despuntar la segunda mitad del siglo dieciséis.

Al desaparecer la figura de la encomienda a principios de la decimoséptima centuria, diversos fueron los poseedores de Tlahuelilpan, fundamentalmente de la familia de don Pedro Moctezuma, titular del mayorazgo del condado, que la corona concedió en favor de los herederos del emperador azteca, Moctezuma II, quienes impusieran a la hacienda el nombre de San Servando, considerada como una de las más productivas de la región.

Dos construcciones dan fama a Tlahuelilpan en la historia, por una parte, su hermoso templo y monasterio —mini-convento debería decirse en razón de sus proporciones— y la ya señalada hacienda de San Servando Tlahuelilpan.

El templo y convento dedicados a San Francisco de Asís fue edificado por los hermanos seráficos establecidos en Tula que la empezaron a construir en 1560, pensado en principio como una simple visita, —templo destinado a albergar el paso de los frailes itinerantes durante la evangelización— sin embargo, el levantamiento del claustro conventual sugiere el establecimiento permanente de un grupo reducido de frailes para dar atención a las necesidades de una nutrida población de la zona. Digna de todo encomio es la fachada plateresca del templo, realizada con artísticas tallas en cantera, en la que sobresale su “capilla de indios” tipo balcón, que es realmente digna de todo encomio.

La otra construcción es la hacienda, por muchos años centro de trabajo para cientos de peones y gañanes de la región, cuyas tierras, bañadas por las aguas del río Tula, le constituyeron en uno de los emporios más productivos en la zona. La hacienda, probablemente construida por la familia Moctezuma, paso principios del siglo dieciocho, a poder de la noble casa Gómez de la Cortina en cuyo seno nació don Justo Gómez Conde de la Cortina, quien convirtió a esta heredad en reducto de realistas, en los primeros años de la guerra de Independencia, no obstante don Justo Gómez pasa a la historia de México como extraordinario intelectual y poeta de inspirada vena literaria, a quien se le encuentra como fundador de la Academia de la Lengua —antecedente de la actual Academia Mexicana de la Lengua— la extensa obra literaria del Conde de la Cortina se encuentra representada por la Poliantea antología reunida por Manuel Romero de Terreros.

Después de diversas afectaciones durante la primera mitad del siglo veinte, la hacienda quedó reducida prácticamente a su casco, de modo que antes de finalizar aquella centuria el gobernador del estado de Hidalgo, Manuel Ángel Núñez Soto, tomó la decisión de donar esta bella e histórica construcción a la Universidad Autónoma de Hidalgo, institución que abrió en este lugar un campus con las licenciaturas de Administración y ciencias computacionales inaugurado el 23 de agosto de 1999.

Muchas cosas más podrían decirse de Tlahuelilpan, destacar su tradicional feria anual celebrada en el mes de octubre, su exquisita barbacoa y desde luego sus apetitosas pellizcadas de maíz, sin embargo, Tlahuelilpan cobra hoy fama por los terribles hechos del 18 de enero de 2019, que enlutaron a muchas familias, acontecimiento que pronto dará paso a un sencillo monumento —aun no iniciado, por la negligencia de los responsables— que se sumará a las edificaciones que se destacan en la historia de este girón de México. La fotografía que ilustra esta columna corresponde a una emblemática toma de la tragedia lograda por Criterio aquel fatídico día.

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