Dicen que no hay plazo que no se cumpla y a Hidalgo como a todo el país ya le llegó su momento de enfrentar un nuevo proceso electoral, que bajo las condiciones de pandemia lo vuelve más complicado.

De por sí, el hecho de lanzar a cientos de candidatos con sus grupos a las calles de los 84 municipios es una audacia, todo parece indicar que a los responsables de la organización de los comicios aún no les queda claro lo que se vivió hace algunos meses con la elección de alcaldes.

Pero como finalmente en esto de la política lo que menos importa es la gente, pues ahí vamos de nuevo a chingarle a una jornada de campañas en las que no solo se juegan los cargos de elección popular, sino también la vida de los candidatos, sus equipos de campaña y hasta los electores.

Así que, ya armados con un kit de protección, gel antibacterial en cantidades industriales, cientos de cubrebocas algunos personalizados; guantes en algunos casos y con ideas “nuevas” de cómo llegar al mayor número de ciudadanos y no morir en el intento, comenzaron los candidatos y candidatas su peregrinar por las calles de las ciudades, comunidades, rancherías, todos con el objetivo de ganarse el voto.

Los hay verdaderamente intrépidos, que desde su calidad de aspirantes y luego precandidatos dieron señales de convicción, seguridad, compromiso y a pesar de enfrentar los vendavales y las supuestas investigaciones de autoridades que, sin comprobar sus señalamientos, intentaban quitarle las ganas de participar a los candidatos.

Aun en esas circunstancias, los entonces aspirantes no se rajaron y hoy están convencidos que llegarán hasta el triunfo la frente en alto y cumplirán con su cometido.

Pero hay otros que de plano dan penita ajena.

Unos justificando lo injustificable de su presencia a pesar de no cumplir con los requisitos de elegibilidad.

Son estos personajes, que no muestran ningún pudor, ni vergüenza, quienes denigran la política y bajan el nivel de los candidatos.

Y es que uno se pregunta ¿qué chingados tienen que hacer ahí los supuestos discapacitados, que se llaman discapacitados porque les duele una muela y usan gafas de sol?

Cuanto pensamos que ya habíamos visto todo y nos salen esos personajes, solo nos resta volvernos a preguntar ¿nos creen pendejos?

Otros que también se quieren pasar de lanzas son los diputados que en tres años no hicieron ni madres, bueno algunas solo se limitaron a tomarse selfies, inaugurar una parada de camiones e invitar en tribuna a echarse un churro, pero que fuera de eso su productividad legislativa es cero y aún así tienen el descaro de intentar reelegirse.

Pero como dijera mi abuela, “no tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre”, así que será ahora la culpa de los votantes si llevan de nuevo a la Cámara a una bola de inútiles.

Total que estamos de nuevo en esta aventura llamada elecciones 2021, calificada según los politólogos “la madre de todas las elecciones” y que pondrá en evidencia qué tanto hemos madurado como sociedad, si la pandemia nos ha enseñado algo o si de plano somos tan ingenuos para seguir creyendo en promesas que a veces son imposibles de cumplir.

Todos tenemos una responsabilidad.

Los candidatos hacer una campaña impecable, con ofrecimientos viables; las autoridades en hacer cumplir la ley, los políticos en cerrar su bocota y no seguir dividiendo al país con descalificaciones.

Me cae que, si estas elecciones se llevan a cabo con honestidad y limpieza, sin tratar de chingarnos unos a otros, ahora sí empezaremos un camino hacia la recuperación; de no ser así, ya nos cargó la chingada.