Hace una semana en este mismo espacio comentamos que todo era cuestión de tiempo. Las decisiones comienzan a tomarse y desafortunadamente pase lo que pase en un país como el nuestro, la autoridad será total y absolutamente cuestionada. Sí se toman medidas precipitadas, los daños y efectos no necesariamente en el tema de la salud serán catastróficas, al mismo tiempo si no se hace nada se cuestionará la lentitud en la toma de decisiones y sobrarán quienes quieran crucificar a los funcionarios que están al frente de las dependencias de salud y al mismo presidente. Muchos ciudadanos no alcanzan a ver la dimensión de la debacle económica que se puede generar si se hacen mal las cosas.
Esta semana el subsecretario de salud federal mencionó que los ciudadanos podemos tener un desgaste social sí se toman anticipadamente las decisiones, claramente haciendo énfasis a que, si se paraliza todo de inmediato, la población no va a poder aguantar tantas semanas encerrada.
Por los discursos y entrevistas que ha dado el subsecretario, podemos ver que están tomando toda la información y estadísticas existentes y decidiendo en torno a cuantas personas pueden contagiarse y fallecer versus el peor escenario de un estallido de tipo económico/social.
No hay que irnos muy atrás en el tiempo para ver como desafortunadamente, ante la escases de productos puede actuar la población. El ejemplo más reciente fue el de la gasolina, en donde vimos largas filas, peleas y muy lamentablemente la rapiña por obtener gasolina que derivó en un trágico accidente en donde derivado de una explosión en Tlahuelilpan Hidalgo, perdieron la vida más de cien personas. De igual manera hay que recordar lo que pasó en Los Cabos después del huracán Odile en 2014 en donde se registraron actos de rapiña y pudimos ser testigos de como la población saqueaba las tiendas. Con solo hablar de estos dos antecedentes podemos entender el porqué se posponen algunas decisiones y que no es tan fácil parar la vida económica de un país.
Platiquen con empresarios, con dueños de restaurantes, de fábricas, hoteles, etc., pregúntenles si ya cerraron o qué piensan hacer. Las respuestas que se van a encontrar son: ¿ y con qué voy a pagar los sueldos a mis trabajadores? , ¿quién me va a prestar dinero para sobrevivir?, ¿cómo me voy a levantar de nuevo?, ¿de qué van a vivir mis colaboradores después de un mes?…
Seguramente al estar leyendo esta columna ya muchos negocios habrán parado y la incertidumbre de las personas que se quedarán sin trabajo será mayúscula y terrible. Tendremos que disciplinarnos y acatar todas las indicaciones que nos vayan dando. Ante estos sucesos el trabajo de nuestras Fuerzas Armadas será fundamental ya que serán las únicas instituciones con la autoridad y experiencia para poder coordinar los esfuerzos de mantener el orden y la paz social. Serán la pieza fundamental para que se pueda garantizar el abasto de medicinas y alimentos a lo largo y ancho del país. Hoy más que nunca tenemos que mantener la unidad nacional y coordinarnos para salir adelante. Esto es apenas el inicio, tenemos que salir lo más pronto posible y comenzar a reconstruir la economía. Somos una gran nación y desde luego que sí podemos.
