Para José Alarcón.

1: Amor de mi vida, esta carta o columna no sé si sea para ti o para el bebo que tendrías que llevar en tu vientre. Déjame decirte que me siento padre de los hijos que quizá como una posibilidad remota tengamos, me siento padre desde hoy y estoy listo para estar ahí cerca de tu panza con el play listo para ponerle todo mi repertorio musical, no importa que seas tan joven, que yo estaré ahí cuando se rompa la fuente, tengo miedo a morirme y que nuestros hijos no sepan de mí, de mis letras, no sé si estés dispuesta a mover el mundo si es necesario para traer a nuestro hijo, para cuando eso suceda sabré que en ti existía la dicha y el deseo de traerlo a casa, aún no me presento con él y ya soy un manojo de nervios para cuando cumpla su primer año, Aira será una brujita loca saltando por los jardines, no sé si tú lo imagines, pero la remota posibilidad que nos ofrece la vida de atar nuestras almas conlleva la humana y hermosa seguridad con que me tendrías en casa para poder obsequiarte mis manos y que de ellas impartan ternura de tu cabello a su diminuto cuerpo, me siento padre de los hijos que tendrás, si de mi dependiera yo elegiría tenerlos contigo amor, aunque estés lejos y hayas cometido errores inconcebibles, aunque en ti no exista la prudencia de querer quedarte a mi lado, me siento tan celoso del mundo, que podría dejar de escribir si con ello puedo atarme a tu barca, quiero hacerme aún más responsable, por que tendrás que observar que no habrá hombre que desee tanto ser padre de los hijos que tú tendrás, amor, yo ya no sé si serás tú la que guíes nuestros pasos, o si habremos de perdernos en una mala decisión, amor, deja de intentar abrir la misma puerta, no crees más cerrojos, sería mejor inventar una ventana, amor, debo dejar de fumar, debo cuidarme para ustedes, porque al elegirlo a él como mi hijo, doy por enterado que si tú no eres la madre entonces prefiero quedarme solo, porque la aventura es en familia, y debo saber si aceptas tenerme como padre del hijo que quizá en unos meses pudieras presentarme.

2: Primero que nada, de antemano le agradezco el tiempo dedicado y sus palabras llenas de infinita poesía, –no importa que usted actúe– Este “Farsante” se tomó el atrevimiento de hacer unas pequeñas correcciones a su texto, cortesía se escribe con ‘s’ mi querida señorita y no con ‘z’, después de los dos puntos no continua mayúscula, ‘botica’ no se acentúa; en cambio la palabra ‘sucederá’ si, al igual que ‘debería’, y ‘también’ se acentúa en la letra ’e’ y no en la ‘i’, por último sólo recordarle que después de cada punto se continúa con mayúscula. Perdone usted; pero no soporto a una persona que cite a  “William Blake”, y tenga tantas faltas de ortografía. Pasado este mal trago, continúo con unas pequeñas aclaraciones. Definitivamente, si usted no hubiese existido, hubiese sido necesario crear-la mujer, de las mil y una noches; con miles de defectos y sólo dos virtudes: la virtud de saberse mía, y la virtud de haber sido olvidada por un “Farsante” que se arrodilla ante los miles de defectos de los cuales seguramente se enamoraría. Respecto a la vagina humedecida, temo decirle que no entendió el punto. Humedecer, señorita, es una palabra que no ha entrado en su vocabulario, recuerde usted la última vez que alguien le susurro al oído una frase que hiciera correr al verdadero torrente sanguíneo, que todas sus ingles fueron blancas y tocó el cielo antes de sentirse muerta, recuerde usted la última vez que lloró orgasmos en claros de luna y pidió a esa “mano” siguiera masturbándola, lo curioso señorita, es que esa mano fue la mano que me tocó esa noche, la misma que dejó caer un caramelo dentro de mi boca, se recordó sola señorita, sola porque nadie se atrevería a humedecerla como yo, ‘humedecer’ tiene más significado que usted, que yo, que la propia vida, es la vida misma defendiéndose; pero no es más que eso, es sólo eso. En cuanto que usted ha ‘actuado’ de forma real, deja entredicho que a final de cuentas actuó, creo señorita que no ha puesto atención a su escrito. En mi vocabulario vicaria significa Vikinga, (jaja); obsesiva, obstinada; y voluble, vulnerable; así que mi querida señorita eso es usted para mí. Siguiendo con las aclaraciones, al final del párrafo tres, si usted se ha logrado salvar siete veces más que yo, me queda clara la idea de que la señorita es una simple “gata” que no hace más que salir de noche a provocar a los gatos. Este poeta de Tergal, sólo puede ofrecerle una mano sabia de caricias taciturnas, unos dedos que no escatiman con bajarle las bragas de algodón sabor a-marte, y jugar con usted a menos de una cuarta de su ombligo a mancharle de crema los ligueros. Me angustia la idea de no saberla mía, de sentir que será de otro, otro y otra y menos mía, quizá “tenés” razón, cambiar la estrategia sería morir de rodillas, sería mejor retirarme y tocar las tres campanas, después de todo, este escritor malhumorado se ha quedado con el bello recuerdo de sus pestañas, y eso señorita le ha bastado a este poeta contaminado de nostalgia. Nunca quise ofenderla señorita, aprenda a leer entre líneas. Si este poeta desolado no entra en sus planes como amante, sería mejor no contestara esta carta, este poeta teme perder una víscera bomba; pero también la paciencia.

3: “Viva la poesía, muera el poeta”.

4: Aira comienza con sus clases de piano, su maestro le pregunta si conoce la clave de sol y ella contesta que sí, le pregunta en el pentagrama algunas notas y Aira acierta en todas, inclusive en las notas de doble tiempo, le muestra el piano y la pone a tocar, juro que jamás lo sospeché, no sabía que Aira podía leer música, salgo para ir al baño, debo disimular las lágrimas de felicidad que brotan de mis ojos, incluso ahora que lo escribo.

5: Escriban sus comentarios, críticas y más críticas y nada de elogios a: [email protected]