¿Quieres que te dé coronavirus?
 
Hace (43) meses
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Cada vez son más los amigos que me dicen que “es mejor que de una vez me enferme y me recupere de este virus”. Se muestran tranquilos por la baja mortalidad que deja el Covid-19: “Más del 90% de los que tienen entre 60 y 70 años sobreviven, por lo que las posibilidades de que salgamos airosos los menores de esa edad son mucho mayores. A muchos, seguro ya nos dio y ya se nos fue, y ni cuenta nos dimos”. Es verdad que casi la mitad de contagiados (45 % según estudios) son asintomáticos, por lo que no sienten siquiera molestias, y unas cuatro de cada cinco personas que sí presenta síntomas, no tienen que ir al hospital, según la Organización Mundial de la Salud.

Algunos me dicen que incluso envidian a los que ya se recuperaron pues disfrutaron de días libres en sus trabajos, en algunos casos de casi un mes, recuperándose de una “gripecita”, si es que tuvieron síntomas y hoy viven sin estrés.

¿Qué sabemos de este virus? ¿Nos quita años de vida? ¿Cómo afecta a órganos importantísimos como pulmones, corazón y cerebro?

El SARS-CoV-2 es un coronavirus que los científicos no han visto antes. El Covid-19 no se ha investigado lo suficiente en este punto para determinar si se comporta igual que otros nuevos virus y los expertos de salud pública están trabajando lo más rápido posible para encontrar respuestas a preguntas clave.

Incluso en las personas que no fueron hospitalizadas por Covid-19 la recuperación puede ser un viaje largo, como lo indican los seguimientos a los que estuvieron contagiados y que hoy sufren de fatiga crónica, dolores de cabeza, mareos, insomnio, confusión, dolor articular, muscular, de pecho… y estos son, todos, después de haberse recuperado de la tos y la fiebre.

Los médicos no están completamente seguros de qué causa estos síntomas, señalando una posible reacción exagerada del sistema inmunológico.

Científicos italianos estudiaron recientemente a casi 150 pacientes hospitalizados con Covid-19 dos meses después de que comenzaron sus síntomas. Encontraron que 55% todavía tenían tres o más síntomas y 32% tenía uno o dos. La edad promedio de los pacientes fue de 56 años. Incluso, algunos adultos con casos leves parecen no poder deshacerse de las secuelas. El estudio encontró que el 35% informó problemas persistentes dos o tres semanas después de dar positivo, lo que no es típico de un virus.

Incluso, algunos adultos menores de 35 años, antes sanos, dijeron que seguían experimentando afecciones como dificultad para respirar, tos, fatiga y dolores de cabeza. Una de las principales preocupaciones después del Covid-19 es si la función pulmonar se verá afectada permanentemente.

En un estudio de seguimiento de 15 años de sobrevivientes del primer virus del SARS en 2002, los pulmones de la mayoría de las personas sanaron sustancialmente durante el primer año de recuperación, pero después de eso, las mejoras físicas disminuyeron y algunas personas quedaron con daños permanentes y casi el 40% experimentaron otro tipo de disfunción pulmonar que involucró el suministro de oxígeno.

También existe un vínculo conocido entre las enfermedades cardíacas y las infecciones respiratorias, a medida que los investigadores intentan comprender cómo y porqué el coronavirus lesiona el corazón, pues los primeros hallazgos preocupan por el daño a largo plazo: aumenta el riesgo de ataque cardíaco o accidente cerebrovascular, aunque el riesgo es mayor en la primera semana.

De igual forma, es desconocido el daño que deja en el cerebro. Existe una creciente evidencia de que el SARS-CoV-2 también genera síntomas neurológicos, incluidos mareos, dolor de cabeza y deterioro cognitivo. Sin embargo, los científicos no tienen claro qué hay detrás de los síntomas: podría ser por nuestra respuesta inmunológica o que el virus esté infectando directamente las neuronas o un severo daño por falta de oxígeno.

La salud mental también se ve impactada con algún trastorno psicológico en algunos recuperados (trastorno de estrés postraumático, depresión, ansiedad, insomnio, o trastorno obsesivo-compulsivo).

Una consideración final es que cuanto peor era la salud de una persona antes de contagiarse y cuanto más grave era su infección por coronavirus, más le tomaría recuperarse.

Y no lo dude, los asintomáticos portan tanta carga del virus dentro de su organismo como las personas sintomáticas, según estudios recientes, por lo tanto, también tienen secuelas.

Hasta los atletas profesionales pueden ver truncados sus anhelos en los deportes de alto rendimiento. Por ejemplo, el futbolista Julio César Domínguez, quien debutó contra Pachuca, presenta una infección pulmonar que le impide seguir jugando de momento con el Cruz Azul, consecuencia del Covid-19 que contrajo hace un mes, esto pese a ser asintomático.

Después de detallarles algunas de las secuelas que deja el Covid-19, espero sean suficientes los argumentos para aquellos que minimizan la gravedad de contraer este virus. Hay mucho que podemos hacer para cuidarnos, pero les resalto la importancia de lavarnos las manos constantemente con agua y jabón durante al menos 20 segundos, y en la medida de lo posible, quédese en casa. Pero si tiene que salir, use mascarillas.

El virus no desaparecerá pronto, pero podemos controlarlo rápidamente si trabajamos juntos y, por favor, convenzan a sus hijos que no salgan por las noches.

En varias ciudades del mundo incluso se realizan fiestas para contagiarse de coronavirus. En países en los que se experimenta un nuevo repunte de contagios, y que según las autoridades se debe al aumento de la realización de pruebas, los epidemiólogos apuntan sus dedos a los jóvenes y sus fiestas nocturnas.

Muchos líderes mexicanos han contradicho repetidamente la evidencia científica sobre la gravedad de la pandemia y las mejores formas de lucha contra ella. Han generado confusión sobre la relevancia del uso de mascarillas, los peligros de las grandes reuniones, el daño potencial de tratamientos no probados o la importancia de realizar pruebas. Esa confusión parece haber engendrado una apatía mexicana que puede ser difícil de deshacer.

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