Que susto nos metió el sismo de 7.5 grados ocurrido la mañana de este martes y que le refrescó la memoria a millones de mexicanos de que nadie está seguro en este país que cada vez padece más tragedias.

Con la pandemia que nos ha traído bien pendejos en estos últimos 100 días, la economía que cada día está mas jodida, los cientos de desempleados y para acabarla de fregar, lo que nos faltaba, un sismo.

Pero no cualquier temblorcito, fue un sismo de gran magnitud, con una duración de un minuto y que se sintió hasta en Pachuca, que no es zona sísmica.

El sismo no dejó daños en Hidalgo, pero de inmediato nos vinieron a la memoria otros temblores que destruyeron ciudades, cobraron vidas y nos recordaron que somo vulnerables.

Y no es para menos, porque después de 100 días de resistir los madrazos del coronavirus, tanto de salud como económicas, nos llega en el peor momento este sismo, borrando toda posibilidad de estar bien.

Cuando apenas se asomaba una esperanza de regresar a cierta normalidad, un acontecimiento nos arroja en la cara, como para que no se nos olvide, que estamos fregados y que así vamos a seguir por un buen tiempo.

Afortunadamente los protocolos de seguridad funcionaron, la alerta sísmica funcionó con tiempo, el desalojo de los edificios públicos se realizó tal y como se tenía programado, con orden, respetando la sana distancia y las medidas sanitarias, pero lo cierto es que, si no estuviéramos en contingencia, otro gallo nos cantaría.

Porque el confinamiento, el quedarse en casa, las escuelas cerradas y los edificios, ya sea de gobierno o de particulares, ayudó un chingo a que esto no se volviera un reverendo desmadre.

Imagínese el otro escenario.

A las 10 con 29 minutos de la mañana, la mayoría de los niños están en el recreo o almorzando y un temblor de tal magnitud como el que se registró la mañana del martes, hubiera provocado temor entre los pequeños y quizá algunos accidentes.

Si las oficinas, tanto de Gobierno como de empresas privadas estuvieran funcionando al tope de su capacidad, seguramente el desalojo de los edificios no hubiera resultado tan afortunado.

Por supuesto que no se trata de pronosticar tragedias, pero como dijera el Presidente, la pandemia le vino como anillo al dedo a este sismo.

Los que de plano se vieron bien preocupados, fueron los médicos de los Hospitales que atienden además de los padecimientos comunes, al Covid-19, ahí se las vieron difíciles, porque además de extremar los cuidados para los pacientes infectados, tenían que desalojar el edificio.

¡Qué dilema!

Pero no para los médicos hidalguenses, estamos convencidos de su capacidad y ellos pueden con eso y mucho más, porque en Hidalgo tenemos doctores bien chingones.

Palabras más, palabras menos.

 Ahora si los aspirantes están ya en el arrancadero. Hagan sus apuestas.

Hay una lista de suspirantes que tienen no una, sino dos o tres veladoras encendidas para que el Santo de los políticos les haga el milagro.

Y como las expectativas para quedarse con el hueso son amplias, ellos y ellas ya echan mano de las redes sociales para darse a conocer, hacer entrevistas, echarse choros en videos y hasta mostrar sus mejores pasos de baile, todo se vale.

Esperamos que esas manifestaciones jocosas de los aspirantes no sean el presagio de una administración de comedia, porque los ciudadanos ya estamos hartos de las ocurrencias de los políticos y se los vamos a demostrar.

Espero sus comentarios.                      

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