Personajes insignes en la fundación del Cehinhac
 
Hace (19) meses
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Trece años de labor periodística de Criterio
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A los fundadores ya aludidos del Centro Hidalguense de Investigaciones Históricas AC (Cehinhac) en esta columna en ocasiones anteriores —Héctor Samperio Gutiérrez, Raúl Guerrero Guerrero, Luis Rublúo Islas, Julio Ortega Rivera, José Vergara Vergara, Arnulfo Nieto, Luis Corrales y Juan Manuel Menes Llaguno— se sumaron cuatro hidalguenses más, los abogados Ignacio Bocardo López y Edgardo Guerrero Acosta así como Juan Marcial Guerrero Rosado y el sacerdote Rafel Guzmán Lara, quienes si bien simpatizaron con la formación de este organismo, sus ocupaciones les impidieron hacerlo de manera más amplia.

Ignacio Bocardo López era entonces alto funcionario del gobierno de Manuel Sánchez Vite —se desempeñaba como Administrador de Rentas de Estado— y atendía en sociedad conmigo un despacho especializado en asuntos laborales, era además profesor de Historia Universal en la Preparatoria Uno, considerado como uno de los mejores. Edgardo Guerrero Acosta era abogado del Banco de Comercio de Pachuca, encargado fundamentalmente de los asuntos de cartera vencida, Juan Marcial Guerrero Rosado laboraba en el departamento de publicaciones de la Secretaría de Educación Pública y estudiaba en la Universidad Nacional Autónoma de México. en la Ciudad de México y el presbítero Rafael Guzmán Lara, era el cura párroco del templo de San Francisco donde estaba alojado el Cehinhac.

Ignacio Bocardo López fue un hombre de gran personalidad y prestancia, dueño de privilegiada voz y fácil y lógica argumentativa, se le consideraba como uno de los mejores oradores en la política local, Nacho, asistiría a lo sumo a dos o tres de nuestras reuniones previas; su tiempo no le permitió más, pero estuvo desde luego en la sesión inaugural, inclusive en el ágape posterior, donde brindó por el éxito de nuestra empresa y colaboró en el primer número de Teotlalpan, nuestro boletín oficial, con un articulo escrito en compañía del autor esta nota, titulado “Consideraciones Histórico-Jurídicas dela Creación del Estado de Hidalgo.

Edgardo Guerrero Acosta, joven abogado, era uno de los más importantes contertulios de La Fogata y participó de manera decidida en la formación del Cehinhac, aunque el cúmulo de sus actividades laborales le impidieron realizar trabajo alguno; no obstante, fue activo colaborador en organizar la sesión inaugural, aunque poco a poco se fue alejando de nuestras actividades.

Juan Marcial Guerrero Rosado —hijo del profesor Raúl Guerrero— enfrentó también en ese entonces diversos contratiempos, tanto en su trabajo en la Secretaría de Educación Pública, como en sus estudios en la UNAM; sin embargo, mucho nos ayudó para organizar la sesión inaugural y tiempo después nos presentó un extraordinario trabajo sobre las similitudes entre el Romance Español y el Corrido Mexicano, que por desgracia no llegó a publicarse.

Finalmente, el padre Rafael Guzmán fue un excelente anfitrión de la biblioteca e instalaciones del Cehinhac, además de facilitarnos otros lugares de la parroquia para realizar nuestra ceremonia inaugural; para el primer caso nos prestó la crujía donde se alojó la biblioteca, amplia y bien iluminada, junto a la que se ubicó nuestra sala de juntas; además nos facilitó el uso de la capilla de Nuestra Señora de la Luz —también conocida como capilla secreta— donde se efectuaron nuestras sesiones públicas, incluida la inaugural del 12 de octubre de 1972 y en ocasiones, permitió usar el salón parroquial para ofrecer ágapes o vino de honor a nuestros visitantes; el padre Gus, como se le conocía, no presentó trabajo alguno, pero sí participó en la discusión de algunos de los presentados en las sesiones sabatinas.

Hubo otros personajes que no formaron parte del Cehinhac, pero lo respaldaron siempre con su asistencia a las sesiones publicas y con comentarios benevolentes para el grupo, el primero y más importante fue el periodista Miguel Ángel Granados Chapa, quien inclusive estuvo presente en varias sesiones públicas y dedicó a nuestro organismo varias de sus columnas en el periódico Excélsior y después en otros diarios nacionales donde trabajó.

Un respaldo fundamental se recibió del ilustre catedrático universitario Héctor Valdelamar Frank y junto con él, el del licenciado Agustín Cerón Flores, director de la entonces Escuela de Derecho y Ciencia Sociales de la Universidad Autónoma de Hidalgo; finalmente la del profesor Rafael Cravioto Muñoz, considerado como uno de los hombres más cultos de la entidad, director en esas fechas del periódico Sol de Hidalgo —único diario que existía— y presidente municipal de Pachuca; su simpatía el grupo se hizo manifiesta en diversas notas periodísticas.

También debe recordarse al presbítero Porfirio Valdez, poseedor de un extraordinario bagaje cultural, dueño de una amplia biblioteca —la primera que sirvió para nuestras primera y exiguas investigaciones— quien no faltó a sesión pública alguna celebrada por el Cehinhac en aquellos años.

Fueron estos los pioneros de aquel organismo, dedicado a rescatar y preservar la historia regional hidalguense, a los que pronto se sumaron otros como Víctor Manuel Ballesteros, Francisco Olvera Ruiz, Efrén Meneses Villagrán, Raúl Arroyo González, Nicolás Soto Oliver y otros más en la siguiente década, a los que aludiremos más adelante .

La placa que ilustra esta columna corresponde a una sesión pública en la que aparecen junto a miembros de la Academia Nacional de Historia, don Raúl Guerrero, Luis Rublúo, Prof. Luis Jiménez Osorio, Efrén Meneses Villagrán, Julio Ortega y Edgardo Guerrero.

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