Pemex, un ángel caído; ¿sigue México?
 
Hace (47) meses
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Los peores pronósticos para México se están cumpliendo más rápido que lo que cualquiera anticipó. Incluso los más pesimistas. Pienso en el exsecretario de Gobernación y actual senador del PRI, Miguel Osorio Chong, quien aseguraba en reuniones privadas que tras la llegada de Andrés Manuel López Obrador al gobierno se desataría una crisis similar o peor a la de 1994, cuando hubo una salida masiva de capitales y una fuerte devaluación del peso. Dicho escenario no se cumplió en el primer año, pero la economía mexicana sí cayó en un estancamiento y tuvo amenazas de recesión, mientras otros países, como nuestro principal socio comercial Estados Unidos, crecían a tasas de 2.3%.

La crisis económica causada por la propagación del coronavirus en el mundo solo vino a empeorar la endeble situación de México y la llevó, ahora sí, al escenario más fatalista: una caída de hasta 10% del PIB, una pérdida masiva de empleos, el cierre de miles de empresas y un tipo de cambio que este mismo año podría irse hasta los 29 pesos por dólar, según me dijo el viernes la analista Gabriela Siller. Sería la peor caída en los últimos 88 años. Pero no nos engañemos, la crisis actual —y la futura— tiene mucho que ver con las políticas erráticas e irracionales del nuevo gobierno.

No solo las de 2019, sino las que está implementando ahora para supuestamente enfrentar el tsunami que está por arrollarnos.
Solamente en el gobierno del presidente López Obrador creen que están haciendo bien las cosas. En el resto del mundo —y de México— los ven como improvisados, faltos de criterio y carentes de aptitudes para desempeñar, en muchos de los casos, sus cargos públicos.

Por ejemplo, el sector energético está en manos de una triada que nada sabe de hidrocarburos ni de electricidad; menos de cómo administrar a dos monstruos como Pemex y la Comisión Federal de Electricidad. Los resultados de esa ineptitud están a la vista: México es mal visto entre la diplomacia energética tras el ridículo de Rocío Nahle en las negociaciones en las que ya quedó claro que no le aplaudieron a ella; Pemex acaba de perder el grado de inversión porque su director, Octavio Romero, es un neófito y alguien a que nadie conoce en el sector petrolero ni financiero. Y qué decir del director de la CFE, Manuel Bartlett, un expriista recordado por ser protagonista de una de las etapas más oscuras de la historia reciente de México, quien tampoco
tiene idea del sector eléctrico.

El viernes pasado la calificadora Moody’s le quitó el grado de inversión a Pemex, lo que significa que dejó de ser una entidad en la que pueden estar invertidos fondos institucionales, como los de pensiones. Analistas del Bank of America ya habían anticipado este escenario y calculan que al menos 10 mil millones de dólares en bonos serán vendidos en el corto plazo, por lo que cerca de 10% de los títulos de deuda de la petrolera mexicana quedarán en manos de inversionistas ‘buitre’ o especuladores. Esto a su vez implica que el gobierno pagará una mayor prima de riesgo a sus tenedores actuales y, sobre todo, que le costará más trabajo y dinero salir a conseguir deuda para pagar sus compromisos futuros.

Los argumentos de Moody’s para dejar a Pemex en condición de “ángel caído” son su vulnerabilidad a la caída de los precios del petróleo por su fragilidad financiera y su alto nivel de apalancamiento. Esto se combina, agregó la calificadora, con una subinversión en el negocio de exploración y producción a costa de mantener proyectos como la refinería de Dos Bocas.

Así que de poco o nada han servido las inyecciones de dinero del gobierno a Pemex, aun en un momento de emergencia sanitaria, como lo anunció el presidente hace unos días (75 mil millones de pesos más en ayudas fiscales); y tampoco los refinanciamientos que se jactaba Hacienda serían suficientes para evitar perder el grado de inversión. Moody’s estima que Pemex tendrá que pagar deuda por 8 mil millones de dólares entre 2020 y 2021, mientras que tiene en caja solo 3.2 mil millones y un flujo de efectivo negativo de 9 mil millones.

La semana pasada Fitch Ratings también redujo la calificación de Pemex por segunda ocasión en 15 días, cuyos bonos ya tenía en calidad de “basura”. Junto con la degradación de la empresa petrolera, Moody’s re-
dujo la calificación de CFE, dejándola a sólo un escalón de perder el grado de inversión, y también degradó a México, que aún se mantiene dos niveles arriba del investment grade. “El entorno macroeconómico de México en el mediano plazo se ha debilitado… la incertidumbre en las políticas públicas y la insuficiencia para atacar los retos económicos son un problema”.

Así que si el capitán y sus almirantes no supieron cómo dirigir el barco antes de la tormenta… ahora que el iceberg se ve de frente y tan cerca… usted saque sus conclusiones.

 

Mario Maldonado

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