En antaño, en cada comarca el rey tenía emisarios y mensajeros, así podían llegar a reinos ajenos sin sufrir el corte de una espada. En el reino de la UAEH todo era felicidad luego de que en el reino de 4to piso les depositaron una lanota que les “debían”. Pero alguien de un reino extraño irrumpió un día disfrazado de emisario en la comarca de la LXIII Legislatura hidalguense. Era un duendecillo perteneciente a la Comisión de Legislación y Puntos Constitucionales. De gorro amarillo, este pícaro bufón sembró la semilla de la discordia que hoy mantienen al encargado del reino de la UAEH y a su rey con el Jesús en la boca, vociferando “la autonomía se respeta” hacía los valles de plaza Juárez.
Todo sucedió una tarde de septiembre, días antes de la designación del fiscal del reino de la corrupción, ese que salió de las oficinas de la Procuraduría General de Justicia de Hidalgo. En medio de la controversia, de los dimes y los diretes, este emisario de un antiguo aspirante a rey levantó su mano para proponer que si la Comisión de Derechos Humanos, el Instituto Estatal Electoral, el Tribunal Electoral del Estado, el Tribunal Superior de Justicia de Hidalgo y el Instituto de Transparencia y Acceso a la Información iban a tener un órgano interno de control que vigilara la correcta aplicación de los recursos provenientes del estado, era responsabilidad de los presentes darle esa misma carga de transparencia al reino de Gerardo Sosa Castelán, la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH).
Casi nadie lo notó, incluso, una vez que su propuesta fue tomada por válida y llevada al pleno por la Mesa Directiva del Congreso local, este duende amarillo se camuflajeó con las actitudes de la izquierda, votando contra su misma idea al momento de aprobar dicho decreto, de la Iniciativa 251.
Enfurecido, el dueño de la UAEH comenzó con su campaña, con mantas, videos, en redes sociales, salió, junto a sus subalternos, a luchar contra la imposición que mandata ahora el Sistema Estatal Anticorrupción, un regalo que le mandó su examigo y exaliado José Guadarrama Márquez, por la vía de su emisario, un duende llamado Antonio Ramos Moguel, quien en la sesión de ayer, en la cual el secretario de Gobierno, Simón Vargas, dio lectura a la glosa del primero informe de gobierno, sólo le faltó llegar hasta su asiento para darle un beso en el zapato.
Así que desde hoy en la UAEH ya podrán despejar la incógnita de dónde salió la instrucción de sumarlos a la sana transparencia, esa que según Sosa y sus aliados viola la autonomía que ha enriquecido a algunos y empoderado a otros, financiado campañas, partidos y hasta fallidas carreras a la gubernatura.
¿Qué coraje le tiene su antiguo aliado que le mandó tal presente?
P.D. Bastaba con revisar los registros legislativos, entrevistar a por lo menos tres diputados y que su único legislador, Miguel Ángel de la Fuente López, supiera leer para no votar por un decreto que luego andaría reclamando. Recuerden que Movimiento Ciudadano es otra empresa universitaria, desde 2016.
