Expertos en macroeconomía aseguran que China será la inmediata principal potencia económica mundial. Si antes de la pandemia era cuestión de décadas, ahora parece ser cuestión de años.

El único país que ha reportado crecimiento económico durante el año pasado lleva a cabo ambiciosos proyectos de alcance global. Y en nuestra región, la influencia de China no deja de crecer. El comercio del gigante asiático con América Latina ha aumentado exponencialmente en los últimos años.

Hasta hace poco, la estrategia china con los gobiernos latinos se basaba en acuerdos comerciales específicos, que involucraban intercambios comerciales, apoyos en infraestructura e inversiones empresariales. Sin embargo, la inclusión en enero de 2018 de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños a la Ruta de la Seda, augura la voluntad de China de estrechar vínculos con más países de América Latina. Y desde entonces, los programas de la Ruta de la Seda se han ido desplegando en la región.

La Nueva Ruta de la Seda, implica a más de cien países, una financiación millonaria y un conjunto de proyectos e iniciativas para interconectar todos los continentes.

La propuesta fue realizada por el presidente chino Xi Jinping a finales de 2013 como una forma de “recrear” la milenaria Ruta de la Seda, que fue una impresionante serie de rutas comerciales que conectaban al poderoso imperio chino con distintas regiones del planeta y que marcó el avance de las civilizaciones más importantes durante varias décadas. El flujo de personas, el conocimiento y las relaciones entre diversas regiones construyó una historia comercial y política que fue un gran símbolo de desarrollo.

El actual proyecto chino tiene distintas dimensiones. Las más grandes son las económicas, comerciales y de conectividad mediante proyectos como construcción de carreteras, vías ferroviarias, puertos y aeropuertos que facilitarán la conexión entre las distintas zonas del planeta.

Entre otros proyectos de menor dimensión se encuentran los proyectos para acercar cultural, educativa, social, institucional, digital y espacialmente a las regiones.

También existen otros formatos del magno proyecto, entre ellos: la Ruta de la Seda espacial, la de la Salud o la Nueva Ruta de la Seda Digital. Esta última, busca ayudar a países en vías de desarrollo (como gran parte de América Latina) a cerrar la brecha digital. Sus objetivos: fortalecer la infraestructura de internet, desarrollar estándares tecnológicos comunes y mejorar la eficiencia digital de los sistemas de seguridad.

Son 19 países de América Latina los que mantienen vínculos con la Ruta de la Seda pero economistas advierten que sólo unos pocos gobiernos latinoamericanos tienen programas de inversiones, estrategias o planeación enfocada a lo digital.

¿Qué tan bien posicionados están los países latinoamericanos para sumarse a la Ruta de la Seda?

El exdirectivo de operaciones de Huawei en México, Yue Song, analizó conmigo este tema y señaló que es difícil de determinar, pues es un proyecto que mantiene una política de puertas abiertas a cualquier gobierno que quiera sumarse, lo que dificulta el poder encontrar una lista definitiva de proyectos integrantes o de instrumentos de medición sobre su desempeño.

Aquellas naciones con adecuadas políticas de comercio exterior como los tratados de libre comercio, una favorable conectividad, competitividad logística, infraestructuras, integración financiera y movilidad internacional tienen buenas probabilidades de éxito. Naciones como Chile, Brasil, Perú, Panamá y México tienen un potencial adecuado para beneficiarse de la Ruta de la Seda.

Entre las críticas que enfrenta el proyecto se encuentran un posible impago de la deuda por parte de algunos países empobrecidos por la pandemia, una fuerte influencia del gigante asiático sobre algunos gobiernos o los daños al medioambiente derivados de la construcción de infraestructuras.