Noches de Pessoa y Gelman
 
Hace (25) meses
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1: Leer a Pessoa significa asomarse a un corazón de nadie, no hay nada más triste que mirarle en una estatua de bronce, solitaria, indefensa, inmóvil; una estatua donde las palabras no hacen eco, donde las palabras no lo rozan, el homenajear a Pessoa con una estatua no le hace justicia. Poeta de múltiples máscaras: lúcido, entregado en su totalidad a la poesía. Ese misterio que llevaba en las venas, su preocupación por no caer en la locura, su pasión por las letras no ha dejado de estar siempre visible en su obra, de la cual, solo publicó un libro en vida, los demás han sido recopilaciones de los escritos que guardaba en un baúl, mismo que aún sigue dando sorpresas. Pessoa es muchos hombres. Escribe y se multiplica como se multiplican sus versos llenos de nostalgia. Jamás he conocido un poeta tan preocupado de sí; de su persona, el auto-análisis que realizó día con día y que lo llevó a ser un hombre temeroso, con miles de miedos, por ello creo que Pessoa puede ser tomado como sinónimo de poeta.
¿Pues qué no es eso lo que un poeta debe hacer: escribir por gusto, por arte, estando convencido de que no habrá de publicar por hacerse de fama?
Todo poeta tendría que estar convencido de que se escribe no para publicar, sino para alimentar su propio espíritu.
Transcribo un poema suyo intitulado “Si yo pudiera”:
Si yo pudiera morder la tierra toda / y sentirle el sabor / sería más feliz por un momento… / Pero no siempre quiero ser feliz / es necesario ser de vez en cuando infeliz / para poder ser natural… / No todo es días de sol y la lluvia / cuando falta mucho, se pide / Por eso tomo la infelicidad con la felicidad / Naturalmente, como quien no se extraña / con que existan montañas y planicies / y que haya rocas y hierbas… / Lo que es necesario es ser natural y calmado / en la felicidad o en la infelicidad / Sentir como quien mira / pensar como quien anda / y, cuando se ha de morir / recordar que el día muere / y que el poniente es bello / y es bella la noche que queda / Así es y así sea.
Pessoa es sin duda un animal de las palabras, el más variado en tonos y rimas, el maestro de la espontaneidad, del desamor, de la soledad; seguramente no necesita de las palabras para poder vivir, estas necesitan de él para seguir su cauce, para seguir hablando…

2: Me he bebido de un trago la poesía de Juan Gelman, y después me la he vuelto a beber. Encuentro una posibilidad, la de ser un mejor hombre, la de abrir las puertas a la libertad, a la justicia, al amor, ese “hamor” a una mujer, ese “hamor” que recae en la esperanza, el poder encontrar un claro en la oscuridad, un charco en el desierto, ese humanismo que supone la asimilación del dolor natural del alma como una condición de sobrevivencia. Su arte poético puede con todo y contra todo y que ha elegido vivir para escribir, y por escribir, supone, imagina, sueña, se ensaña con los cuerpos femeninos, los describe, los ensambla, los transforma en “relamidad-sueñítica”.
Transcribo un poema intitulado “Pasa”, que dedica a Mara: No sé por qué te amo / Sé que por eso te amo / Cae mi lengua, como la de Catulo / en su doble noche de deseo / Nadie vuelve de voz / a lo que fue. Cuando callan / las palabras inevitables, las / repeticiones del dolor y / los huecos de la tiniebla alta / conozco tu pacto que sucede de pronto / Nacer es el apetito que das / Caballa de la boca. U otra intitulada Rones, que dedico a mis alumnos de Literatura en la preparatoria David Alfaro Siqueiros: El poema escrito en el ron / no es igual al poema escrito con ron / dígotelo, Cayo / para que abandones esas costumbres / lamentables y caribeñas / ¿El vino ¿no te basta? / ¿El sol gasta en vano energías / para dorar los viñedos?  / Debieras pensar en los trabajos del sol / que todos los días sale / con ese propósito principal / Y luego: / esos ritmos que revuelven tus versos / no son latinos ni / aspirar pueden, a ninguna memoria / o inmortalidad. Es cierto / que Darío mojaba su musa en ese / y otros alcoholes secundarios, y que así / lo hacia Martínez Rivas, pero / eso ha de ocurrir en Nicaragua / dentro de veinte siglos. Ocúpate del carpe diem / convídame.
¿Ahora lo entienden? No hay palabras para describir la poesía de Juan Gelman. Su poesía es poesía, y no se lee, se siente. Gelman, hermano, te debía una columna, quizá, lo más seguro, es que te la siga debiendo, me he infectado de tus palabras, me han desgarrado: tus cartas, tu pasado y lo que vendrá me produce una sensibilidad increíble; el hecho de llorar con un sentimiento apasionado nos vuelve, sencillamente, más humanos. Es un honor hablar de ti, saludarte y abrir las puertas de esta columna a tus palabras.}
Mil gracias, Poeta, de rodillas, me tienes.

3: Escriban sus comentarios, críticas y más críticas y nada de elogios a: [email protected]  twitter: @Vidal_Evans

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