Ni blanco ni negro
 
Hace (39) meses
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La temporada navideña me ha mantenido alejada de las redes sociales. Sin embargo, el debate del fin de semana sobre la participación de la iniciativa privada en el proceso de vacunación llamó mi atención. Como todo lo que sucede en las redes, las diferentes posturas sobre el tema se ubicaron rápidamente en los extremos de una amplia gama de posibilidades: unos a favor de la aplicación de mecanismos de mercado en la aplicación de las vacunas frente al Covid-19 y otros profundamente en contra señalando el deber ser del Estado como el único participante en el proceso. Vi de lejos los posicionamientos de ambos lados, por un lado, como es frecuente, ataques viles sin argumentos, pero por otro, defensores de ambos extremos mostrando información respaldando su punto de vista.

Es sabido que en redes sociales la probabilidad de tener una conversación sensata es baja. Esas herramientas que democratizarían la información se han convertido en cajas de resonancia en las que cada uno elige las voces para reafirmar las creencias propias. En redes, y quizás también en la vida real, escuchamos solo para responder, no para entender. La conversación sobre las vacunas me hizo recordar algunos fragmentos de Factfulness, el libro póstumo de Hans Rosling. Rosling presenta con datos, con evidencia, con cifras contundentes cómo, a pesar de la narrativa política, el mundo ha mejorado sustancialmente en los últimos años.

Reconoce el poder retórico de los extremos, es más fácil entenderlos, siempre existirá el más rico y el más pobre. Dividir al mundo en dos lados es simple y dramático, implica conflicto, polarizar resulta atractivo. Malos contra buenos. Nosotros y ustedes. Héroes frente a villanos. Sin embargo, caer en esa dicotomía nos impide darnos cuenta de todas las observaciones dentro del espectro. No todos los problemas están en los extremos, raro sería esperar que las soluciones lo estuvieran.

La dualidad planteada por Rosling es retomada desde otro ángulo por Fareed Zakaria en su libro más reciente, Ten Lessons for a Post-pandemic World. Zakaria analiza los cambios que considera que la pandemia traerá al mundo como resultado no únicamente del virus, sino de la respuesta que cada país ha dado a la misma. Zakaria no cae en los extremos. Tomando algunos ejemplos históricos en manejo de pandemias y de crisis económicas, desde Atenas hasta la crisis financiera de 2009, Zakaria no habla de gobiernos de izquierda o de derecha, de conservadores o liberales, de aliados o detractores, pero sí estudia la forma en que han reaccionado.

Regresando al debate que motivó estas líneas, una de las lecciones que Fareed Zakaria extrae de la pandemia es que los mercados no son suficientes, haciendo referencia a la participación del gobierno en diferentes áreas sin dejar de lado el fallido sistema de salud estadunidense. Zakaria dice que no se trata de que haya más o menos gobierno, tampoco de que participen o no en determinados mercados. Lo relevante es la calidad del gobierno; la calidad técnica de las personas que lo conforman y la calidad de sus decisiones. Dinamarca es ejemplo también para Zakaria.

Ni solo el gobierno ni solo los privados. Las soluciones óptimas no son negras ni blancas. Se encuentran, más bien, entre los grises.

 

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