Municipios. De la autonomía política a la dependencia financiera
 
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En 1983, aun con la reforma al artículo 115 de la Constitución Política de 1917, donde se da un paso decisivo a la consagración de los municipios como libres, autónomos e independientes, el ayuntamiento no estaría sujeto a “autoridades intermedias” en el ámbito normativo, fiscal, administrativo, técnico y político dentro de su jurisdicción.

El carácter centralizado de nuestro sistema económico y político se ha traducido en una pérdida real de soberanía y de capacidad para la auto-reproducción del municipio, convirtiéndolo en la antítesis del ideal constituyente del municipio libre.

Sólo en los últimos tiempos parece haber renacido el interés por la esfera local municipal en el marco de una idea descentralizada para lograr su fortalecimiento, su libertad y para recuperar su capacidad libre y soberana de administrarse política y económicamente.

Desafortunadamente, esta reflexión se ha quedado en intentos fallidos. La cotidianidad de la vida financiera de un municipio que trabaja con los mismos recursos monetarios desde hace 6 años y con necesidades crecientes, obliga a los alcaldes a salir de su territorio para buscar ayuda de los órganos superiores tanto estatales como federales.

Dichos requerimientos se ven reflejados en el aumento de la población junto con sus problemáticas de seguridad, educación, salud, recolección de basura, alumbrado público y dotación de servicios, entre otros.

Si bien es cierto que ese incremento poblacional se ve compensado con la captación de ingresos ordinarios de los rubros representados por los impuestos como: predial, pago de alumbrado público y el abastecimiento de agua y drenaje, no son suficientes debido a que los ingresos extraordinarios, por decirlo así, que el municipio percibe de participaciones federales, fondos de estabilización o compensatorios, cada vez son menores, lo que provoca que los municipios se queden solos y a su suerte.

Hablar de autonomía sin dinero, paradójicamente, refleja un sistema de control, en donde la gobernabilidad se ve supeditada a un tema meramente económico. Programas federales son una solución mediática y no atacan el problema de raíz, pero que están disfrazados, no contribuyen al desarrollo de una municipalidad, por el contrario, la convierten en más pobre; en cambio, si le apostamos por generar proyectos y apoyar a la iniciativa privada estamos creando no solamente empleo sino también riqueza en muchos aspectos al progreso del municipio, y el municipio somos usted y yo.

La falta de profesionalización a nivel municipal es un problema presente. El desconocimiento del ámbito público y la improvisación en la toma de decisiones es una constante, aunada a que esta jurisdicción poco fomenta la cultura contributiva, lo cual se traduce en menos capacidad efectiva de respuesta a sus ciudadanos.

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