Las batallas campales entre integrantes de las porras de equipos de futbol, hasta hace una semana eran parte del ambiente del partido y sobre todo cuando la rivalidad entre ambos es añeja.
Y digo hasta ahora, porque si bien en algunos momentos estas peleas eran verdaderos zafarranchos, al final no pasaba de un descalabrado o algunos con lesiones mayores, pero nunca lo que se vivió el pasado 5 de marzo en La Corregidora de Querétaro.
Conforme iba conociendo las historias de quienes estuvieron en el Estadio no puedo concebir el grado extremo de violencia en una sociedad que goza de buen comportamiento.
La realidad me rebasaba, como rebasó a las autoridades, a los integrantes de la policía privada, de Protección Civil, a la policía estatal, muchos, estaban pasmados, ante las escenas de terror que se repetían una y otra vez en redes sociales.
Fue entonces que recordé donde habían nacido esas famosas “barras” que con el tiempo se habían convertido en grupos de choque, de agresión verbal, de humillación, de sometimiento al contrario.
Fue en 1996 en Pachuca donde apareció la famosa barra ultratuza y que según los directivos del equipo de los tuzos solo era de animación y entretenimiento y sin embargo desde su aparición sorprendió a los mismos aficionados que inicialmente no podían creer que en el estadio se usara tal lenguaje en los agresivos canticos.
Para la afición pachuqueña, acostumbrada a acudir en familia a los partidos de su equipo, no caía del todo bien, el abuso de malas palabras en las tribunas y luego ver el comportamiento de los integrantes que parecían locos, drogados o todo junto.
Pero como para lo malo estamos bien listos, los pachuqueños no fueron la excepción y lo que en un primer momento molestó, después se hizo costumbre y si bien las familias asistían a los partidos con regularidad mientras que la ultratuza estuviera enjaulada, no había bronca,
Con el tiempo este mal ejemplo cundió en todos los Estados que tenían equipo de futbol y así nació Barra 51 del Atlas, La resistencia de Gallos Blancos, la Rebel de Pumas, la Adicción de Rayados, Libres y locos de Tigres y la Perra Brava de Toluca.
Total, lo que nació como un “grupo de animación” fue degenerando hasta lo que vimos el sábado en la Corregidora.
Ahora los responsables del nacimiento de la barra, a la que por cierto le quieren quitar ese nombre como para restarle importancia, lo cierto es que si esto ha llegado a los limites de exceso de violencia, de locura de equizofrenia, de incluso drogadicción, en parte es por la descomposición de estos grupos y que ha permeado a la sociedad que parece sin control.
Lo que no se entiende, o cuando menos en una gran parte de la sociedad no lo comprende, que un JUEGO desate sentimientos extremadamente agresivos hacia el contrario a tal grado de golpear hasta dejar casi muerto al contrincante.
Y como cuando ocurren estas tragedias, todos no tardan ni tantito en echarle la culpa a quien sea, menos los que realmente la tienen.
Claro que tienen la culpa los que trajeron a esos grupos violentos de choque y que en ciertas circunstancias son incontrolables, esos que por años han ejercido la violencia contra el pueblo de hidalgo y que se lo heredaron a otros pueblos, esos que ejercen violencia económica porque de las ganancias del futbol solo ellos son los beneficiarios, de recibir mucho y si bien nos va, según ellos” nos hacen campeones”.
Campeones seriamos cuando todos comieran tres veces al día, cuando no hubiera mujeres golpeadas, cuando Hidalgo creciera en serio y no solo recibieran migajas, eso seria tener un campeonato, no las mamadas que nos quieren vender.
Muchas pinches gracias barras bravas.
