En cosa de un mes nuestro Peso se ha deslizado de unos 18 a 1 por dólar a 19.85 por dólar ayer. Obvio que esta madrina a nuestra moneda inquieta al mercado interno por varias razones: una es que “importaremos inflación”, y dos, que muchas de nuestras empresas –de las más grandes– traen en la panza deuda en dólares, algunas de ellas miles de millones de dólares.
Con un Peso débil, darle servicio a esta deuda se torna más oneroso, por tanto, el balance contable de las mismas se verá afectado de manera negativa. Hemos visto que anda mucha gente por ahí inquieta buscando la causa de la “debilidad del Peso”. Quienes esto hagan encontrarán algo interesante: no es tanto que el Peso se haya debilitado, sino más bien que el dólar SE HA APRECIADO. Ésta es una distinción pequeña, pero significativa. Por una parte, pudiera pensarse que hay inquietud respecto a la renegociación del TLC, pero ésta avanza positivamente.
Incluso la Presidencia ha dicho que pudiese concluirse para fines de este mes. Igual se tarda un poco más, pero de los dos lados parece haber un ímpetu para terminar antes de las elecciones presidenciales mexicanas y las de medio término (Congreso) norteamericanas. Otros piensan que es la cuestión electoral, pero el panorama de hoy es prácticamente el mismo de hace un mes. Sin embargo, del lado norteamericano sí hay elementos identificables que apuntan hacia la fortaleza del dólar. Casi todas las monedas globales han sufrido pérdidas frente al dólar, esto derivado de cuando menos dos fenómenos: por un lado, las tasas de INTERÉS en Estados Unidos van al ALZA, es decir, los rendimientos norteamericanos en inversiones en dólares están subiendo.
Ello hace al dólar –o más bien, a los instrumentos de inversión en dólares– más atractivo para los mercados. Otro factor es que USA/Trump pegó primero y pegó fuerte con la reducción de IMPUESTOS. El esquema fiscal norteamericano es más atractivo para las inversiones y es en este sentido que llama poderosamente la atención que el tema FISCAL –esto es, adecuar el esquema fiscal mexicano– no sea prioritario en las PROPUESTAS de los candidatos a la Presidencia mexicana. Salta a la vista que habiendo bajado Estados Unidos los impuestos, sobre todo los corporativos, se crea una poderosa razón para que nosotros, México, sus principales socios comerciales, tengamos un esquema impositivo cuando menos igual que el norteamericano.
O sea si, por ejemplo, el equivalente al ISR norteamericano es cercano al 20 por ciento, tiene escaso sentido que en México sea del 34 por ciento. Este diferencial es importante y para ser competitivos debemos eliminarlo (el diferencial), pues de otra manera operaríamos bajo un esquema que NO ES competitivo frente al de nuestros vecinos. Ello porque para poder competir con un piso parejo requerimos operar en nuestro País con un esquema fiscal que sea –sobre todo en el tema corporativo– equiparable al de nuestros vecinos.
Por lo anterior es que nos parece que sería interesante que alguno de los candidatos presentara un bosquejo de bajo qué niveles de impuestos pretendería que México funcionara, de ganar la Presidencia. Visto aislado este tema, debe quedarle claro a propios y extraños que México –forzosamente– requiere adecuar su esquema. Esencialmente darle reversa a la mal llamada “Reforma Fiscal” que implementó casi de entrada la actual administración. En su momento muchos dijimos que era un grave error subir impuestos en México allá por el 2013. ¡Quién nos hubiera pronosticado que se iba a requerir de un Donald Trump para confirmar que fue –y es– una enorme pifia! Una que sólo sirvió para incentivar la corrupción y elevar el gasto corriente, sin contribuir a un mayor crecimiento en las obras de infraestructura. En suma, si queremos tener una moneda sólida, debemos tener primero una plataforma fiscal competitiva.
