Los priistas
 
Hace (71) meses
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A propósito de los priistas se han escrito mares de tinta; su fama, por buenas o pésimas razones, ha dado la vuelta al mundo; se podría decir que casi cuatro generaciones de mexicanos crecimos con el PRI; sus siglas son inconfundibles; los colores de su partido coinciden con los de la bandera mexicana; en él han militado personajes como: Gustavo Baz, Lázaro Cárdenas, Isidro Fabela, Agustín Yáñez, Jaime Torres Bodet, Jesús Reyes Heroles, Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa, Enrique González Pedrero, por mencionar solo algunos. Sin embargo, conforme ha ido pasando el tiempo, cada vez resulta más difícil encontrar a priistas de esa altura intelectual y moral. Especialmente ahora que el Partido Revolucionario Institucional se encuentra sumergido en el absoluto desprestigio, no en balde su candidato a la Presidencia, José Antonio Meade, está en tercer lugar en las preferencias electorales. De allí que hoy por hoy sus seguidores se sientan deprimidos, confundidos, pero sobre todo frustrados. A pesar de que nunca habían contado con un candidato tan honesto, con experiencia y sumamente preparado, la mayoría del electorado mexicano ya no cree en el PRI. “¿Por qué aceptar ser representante de un partido corrupto?”, le preguntó, hace unos días, uno de los integrantes de la American Chamber of Commerce a José Antonio Meade. “No hay partidos políticos corruptos, hay políticos corruptos y creo que vale la pena distinguirlo”, contestó el candidato un poco apesadumbrado. El dilema es saber qué fue primero: el huevo o la gallina. ¿Quién contaminó a quién, el partido a sus militantes o ellos a su partido? De que los priistas se pasaron, a lo largo de muchos sexenios, se pasaron. En otras palabras, entre tanta corrupción e impunidad, se han ganado a pulso su desprestigio. Sin embargo, no podemos negar que de los cuatro candidatos a la Presidencia, sin duda, el mejor es José Antonio Meade. Los seguidores que llevan años votando por el Revolucionario Institucional están más que convencidos de lo anterior, por ello, los más autocríticos sufren hasta la médula cuando anuncian públicamente su voto por el candidato de “Todos por México”. Con absoluta estoicidad escuchan críticas, insultos y miles de recriminaciones.
No obstante, se arman de valor, cuentan hasta diez y hacen un recuento de lo que el PRI le ha aportado al país en años anteriores. Escuchemos una de estas voces: “Gracias al PRI, ahora en México existe una clase media consolidada. Hace treinta años, cuando llegabas al aeropuerto, te encontrabas a ‘todo México’, es decir, a todos tus amigos, que tenían departamento en Vail, en Miami o que viajaban a París. ‘Hola, Viviana, a ver cuándo nos vemos’, decíamos, muy quitados de la pena, los que pertenecíamos a una pequeña elite que viajábamos constantemente. Ahora, llegas al aeropuerto y no conoces a nadie, ni nadie te conoce. Hay miles de pasajeros de todos los estratos sociales que antes no podían viajar y que ahora lo hacen. Lo mismo sucedía con los restaurantes moda, antes nada más te encontrabas con gente conocida, ahora, están llenos hasta el tope con gente que no tienes ni idea de quién es; para tener mesa tienes que hacer reservación dos días antes. Actualmente los teatros están llenos, las salas de cine. En el Auditorio Nacional, nunca encuentras boletos para los espectáculos cuyas entradas oscilan entre mil y cinco mil pesos. Acuérdate del Periférico hace tres décadas, siempre estaba lleno de carcachas que echaban humo por los mofles y que de pronto se quedaban paradas provocando un caos terrible. Ahora, en el mismo Periférico, circulan autos último modelo (lo cual aumenta el caos) conducidos por personas que no necesariamente viven en la opulencia. Ahora una familia mexicana puede comprar una casa o un departamento gracias a un préstamo de Infonavit. Una hipoteca que le es muy accesible. Hace muchos años, esto era impensable especialmente si pertenecía a la clase media baja. Ahora esta clase socioeconómica cuenta con el seguro del IMSS, del Centro Médico o su Seguro Popular. Meade seguiría avanzando en este sentido. Es la mejor opción, tenemos que votar por él”. Cómo han de padecer estos ciegos seguidores del PRI que parecen vivir en un espejismo: su discurso, aunque aparentemente cierto, ya a nadie convence. Es obvio que su fe política les impedirá votar ya sea por el PAN o por Morena y menos por los independientes. Nos preguntamos qué tanto creen realmente en su partido, el mismo que ha hecho a muchos de ellos muy ricos, pero a la mayoría más pobres.

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