Una voz joven imploraba ayuda en una trasmisión que hizo por Facebook Live donde describía entre llantos como la lumbre consumía el bosque y cada vez estaba más cerca de su casa, “a los que nos están viendo en Nicolás Flores, en Las Pilas, necesitamos ayuda por favor”, decía.

Las lágrimas de Lucero Castañón conmovieron a muchos cibernautas que compartían con ella la impotencia de la fuerza de la naturaleza y la ausencia del apoyo esperado.

Los más de 500 comentarios que reunió en cuestión de minutos la trasmisión fueron de solidaridad y esperanza, sin que faltara el grito de indignación por la ausencia de las fuerzas gubernamentales para combatir este incendio que consumió casas, vehículos y mucho bosque.

Esta jovencita lanzó la voz de auxilio, al igual que muchos otros más al ver las grandes volutas de humo que comenzaron a crecer en medio de este sufrido y asediado parque nacional de Los Mármoles.

De manera espontánea, surgieron voluntarios para sumarse a las improvisadas cuadrillas de combate al fuego, mientras otros reunían agua bebible, alimentos, camastros, cobijas y todo lo necesario para los damnificados.

Algunas alcaldías vecinas dispusieron gente y personal para las tareas de rescate de los damnificados, mientras esperaban la llegada de helicópteros del gobierno estatal para rescatar a los atrapados por el fuego y camionetas cargadas de ayuda, incluso anunciaban la llegada de superbomberos al ritmo de Village People, cosa que nunca sucedió.

Entonces, como es siempre en estas lejanas tierras, todos se ayudan entre sí, parecen cohabitar con esa extraña sensación de supervivencia que tiene el parque nacional Los Mármoles, reducto natural de 23 mil hectáreas que todos ven con ojos ambiciosos por su riqueza natural, pero nadie lo estima por su potencial generación de oxígeno, flora y fauna no solo para la región, sino para todo el centro del país.

Decretada como una reserva natural desde 1936 ha sufrido los embates de grandes empresas canadienses que han explotado millonarios bancos de mármol que generan jugosas ganancias para las firmas, no para sus empleados que son contratados por sueldos míseros.

Esa ambición desmedida que viola leyes y acuerdos, por lo regular, va acompañada por funcionarios públicos que les facilitan el camino por unas migajas, sin importar que entregan su propia tierra a cambio.

Al menos existen 70 concesiones otorgadas a empresas para la extracción de minería no metálica y, gracias a ellas, se ha devastado de forma paulatina la capa verde de al menos un 45 por ciento del parque.

Sin embargo, esto no ha sido suficiente para que se busque la recategorización de Los Mármoles y con ello, abrir las puertas de forma “oficial” a las empresas que ahora buscan el oro, la plata, el mármol, tal como lo denunció en febrero pasado la Red mexicana de afectados por la minería.

La reflexión sobre la real importancia biótica de este parque nacional lo afirman los avistamientos comprobados de jaguar, puma, jaguarundi, ocelote, tigrillo, gato montés incluso de oso negro, además de la categorización de al menos 195 especies de aves, incluyendo una tercera parte como migratorias.

Esta riqueza natural se conjuga con paisajes impresionantes de montaña que atrae a turistas de naturaleza como lo llaman, además de una población que vive paradójicamente en un paraíso, pero con altos índices de pobreza.

Nicolás Flores, según el Coneval en 2015, es el tercer municipio más pobre del estado, es decir que un 84.4 por ciento de sus habitantes vive en pobreza; en Jacala apenas un 5 por ciento no es pobre; en Pacula 8 de cada 10 vive en pobreza y Zimapán, pese a ser considerado como la capital de la minería en México, según su alcalde, poco más de 3 mil 500 personas vive en pobreza extrema.

Estos municipios comprenden el parque nacional, sí, aquí donde las lágrimas caen impotentes porque el esfuerzo de años de repente no vale nada. Y como en todo, la solidaridad será la los vecinos, de los compas, del paisano, de los cuates, no de aquellos que solo se visten de luces donde existen reflectores que les permitan mantener su estatus de indispensables.

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