Los asesinatos de Tlalpan: corolario de un año horrible
 
Hace (39) meses
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Todo se hizo a través de un teléfono, del que los asesinos del franco-mexicano Baptiste Jacques Lorman, y de su socio, Luis Orozco, se deshicieron horas después.

Baptiste Jacques era propietario de una cantina en Polanco, Surtidora don Batiz. A causa de la pandemia había cerrado un restaurante que poseía en la calle de Madero. Además de estos negocios, se dedicaba, al igual que Luis Orozco, al comercio de vinos de alta gama.

El día en que lo asesinaron tuvo una comida en su casa, a la que asistieron amigos cercanos. Le oyeron decir que quería vender unas botellas. Supusieron que le habían quedado del negocio que acababa de cerrar. En ese lote había algunas de cognac Remy Martin Louis XIII, cuyo precio por unidad oscila entre 94 y 97 mil pesos.

Tenían una agenda de compradores conocidos. La Policía cree que alguien los enlazó con las personas que los asesinaron. La pandemia los había afectado al punto que le vendían “a quien fuera, como fuera”, relata una persona cercana.

Ese día, después de la comida, Baptiste Lorman se quedó solo. Tuvo comunicación con Luis Orozco. La policía supone que este le informó que tenía un comprador. Quedaron de verse a las 19:20 en el kilómetro 22.7 de la carretera federal a Cuernavaca, en una zona donde hay algunos negocios.

Baptiste Jacques salió de su casa en la calle de Sócrates, a bordo de una Mitsubishi. Luis Orozco bajó desde el Parque del Contador, en Naucalpan, Estado de México, conduciendo un Aveo rentado.

Cámaras de vigilancia detectaron a ambos vehículos rumbo a la carretera a Cuernavaca. Ambos llevaban los lotes de botellas que iban a vender.

Llegaron antes que sus verdugos. Bajaron de sus vehículos, se pusieron a platicar. Los supuestos compradores arribaron en dos autos, de acuerdo con una cámara cercana. Un hombre bajó, se acercó a ellos, los saludó.

Quedaron de seguir al “comprador” hacia otro punto. Un vehículo compacto abrió la marcha. Detrás iba la camioneta Mitsubishi y más atrás el Aveo. Se cree que los privaron de la libertad en un punto muy cercano al del lugar donde los encontraron.

En este último sitio, según la investigación, Baptiste Lorman y Luis Orozco fueron asesinados.

La Secretaría de Seguridad Ciudadana aprehendió en Magdalena Contreras a Miguel Ángel T, de 30 años, presuntamente relacionado con el asesinato. Investigaban a una organización delictiva que había actuado igual: citando a sus víctimas con el pretexto de comprarles algún bien.

El grupo tenía un perfil excesivamente violento. En agosto pasado se registró el caso de un ejecutivo bancario que cayó en una trampa semejante. Este caso le cuadró a los agentes de la SSC, y empezaron a cruzarlo con el de los empresarios.

En un cateo realizado en un departamento empleado como bodega, según se informó ayer, la policía capitalina y elementos de la Marina encontraron, además de armas, dosis de cocaína y costales de marihuana, las botellas robadas.

De acuerdo con la investigación, el detenido, Miguel Ángel T, fue uno de los que asistió al kilómetro 22.7 para privar de la libertad a las dos víctimas. El historial criminal de Miguel Ángel “T” se remonta a 2009, en que fue recluido dos veces, por robo de vehículo y allanamiento de morada. Tuvo dos ingresos más en 2016, otro en 2017 por robo calificado, y otro en 2020 por el delito de narcomenudeo.

Sus cómplices huyeron tras el escándalo que detonó el crimen.

Miguel Ángel T había sido recluido seis veces, y las seis quedó en libertad.

Gracias a eso, hoy es protagonista de una de las historias más horribles en un año horrible. Un año que no acierta a terminar.

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