Hace mas de 30 años el huachicol hizo su aparición en México y desde entonces las comunidades de Hidalgo han enfrentado esta pesadilla, algunos padeciendo por sus efectos y otros enriqueciéndose por las ganancias que deja el robo de combustible.

Las consecuencias por este delito en ocasiones han sido trágicas, el ejemplo más claro es Tlahuelilpan con 136 muertes en la explosión de enero del 2019.

Los daños son incalculables, pero algo de lo que pocos hablan, quizá porque no tienen idea o no se quieren dar cuenta, es la contaminación que deja el derrame de combustible en las tierras y por las que nadie quiere pagar.

Apenas el pasado domingo la ruptura del oleoducto que tiene mas de 40 años de antigüedad dejó correr miles de litros de hidrocarburo por las parcelas y los canales de riego que cruzan por al menos cinco municipios.

Fueron horas de derrame y el hidrocarburo viajó libremente por los canales de riego, afectando a los cultivos de esta región.

Son al menos siete derivaciones del canal principal por donde el agua contaminada corrió y hasta el momento las autoridades no tienen claro de qué tamaño son los daños.

Pero quizá lo más grave es que para estos daños provocados por el huachicol, no hay seguros que lo contemplen en su catálogo de cobertura. Así de fregados están los campesinos que tienen parcelas por donde pasan los ductos y que resultan perjudicados cuando hay una fuga de hidrocarburo.

Mi abuela decía que al perro más flaco se le cargan las pulgas y este es el mejor ejemplo de la chinga que le ponen a los campesinos los manejos poco claros de quienes deberían protegerlos o responder por los daños.

Y es el caso de Rubén, que tiene una pequeña parcela cerca de Juandhó y al llegar por la mañana a trabajar se dio cuenta de que el combustóleo había invadido sus tierras.

Desesperado, se llevó las manos a la cabeza y con tristeza vio que un derrame de combustible acabó con varios meses de trabajo y con la ilusión de tener algo de dinero para los difíciles tiempos de la pandemia.

Rubén es de los últimos que aún cuentan con el seguro catastrófico, porque el Gobierno Federal de plano ya canceló este beneficio, así que pensó ingenuamente “a lo mejor el seguro me cubre esta afectación”.

Con la esperanza de recuperar algo de lo perdido, buscó el apoyo de los responsables de los seguros y ahí le dieron la mala noticia.

Resulta que el seguro catastrófico solo contempla daños en las parcelas por granizadas, lluvias, plagas o sequias, pero ni en las letras chiquitas dice algo de afectaciones por contaminación por hidrocarburos u otro químico.

Total que los campesinos siempre resultan ser los más indefensos, por un lado están los huachicoleros que les chingan sus cultivos y el alimento de sus familias, por otro son los gobiernos que poco han hecho para frenar este delito y a eso hay que agregar a los seguros, que como siempre ocurre, a la hora que se necesitan, de plano no sirven para nada.

Total que Rubén perdió en una tarde el esfuerzo de muchos días de trabajo agotador en la parcela y también perdió la confianza en las personas que podrían ayudarlo. ¿Y ante esta tragedia ambiental, quien chingados responde?

Palabras más, Palabras menos.

La reanudación del proceso electoral en Hidalgo ha generado toda clase de reacciones.

Cuando se anunció que sería el próximo 18 de octubre el día de las elecciones, de inmediato se echó a andar la maquinita tanto para los partidos como para los aspirantes.

Algunos que no habían hecho la tarea se pusieron sus moños, otros aseguraban estar más que listos. La situación de la pandemia podría dar un giro sorprendente.

Hagan sus apuestas.