Las elecciones del pasado domingo
 
Hace (10) meses
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Guillermo Corrales
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El pasado 4 de junio, en dos entidades de la República –Coahuila y Estado de México– se vivieron nuevamente elecciones. Más allá de los resultados preliminares que todos conocemos y que se han aceptado, incluso por aquellas candidaturas en los segundos lugares, este Espacio Abierto de hoy quiere hacer una reflexión respecto del funcionamiento del modelo para organizar elecciones.

Durante el cierre del 2022 y todo el primer semestre del 2023 se han escrito miles de líneas de debate y de reflexión respecto del modelo a través del cual las y los mexicanos organizamos elecciones y a través de las cuales elegimos a las personas representantes del poder público de todos los niveles; foros, artículos, entrevistas, programas de opinión, cursos, mesas redondas, análisis, y publicaciones diversas han señalado pros y contras de nuestro modelo constitucional y legal en materia político electoral; sin embargo, luego de todo lo ya dicho por muchos de quienes hemos participado para enriquecer el debate, el pasado domingo significó una prueba más de que el modelo electoral mexicano funciona con eficacia, eficiencia y certeza.

Las y los coahuilenses y mexiquenses pudieron ejercer su derecho al voto libre, con seguridad, paz social y libertad, en todas las casillas instaladas –más del 99.99% porque solo una casilla no se instaló, fue en el Estado de México y por circunstancias ajenas a la autoridad electoral– la ciudadanía pudo encontrar a sus vecinos como funcionarios de casilla, representaciones de los partidos políticos debidamente acreditadas y todo el material y documentación electoral necesario para ejercer su voto.

Es decir, se implementó nuevamente el sistema que la Constitución reformuló en 2014 y volvió a funcionar este 2023, el Instituto Nacional Electoral (INE), el Instituto Electoral de Coahuila (IEC) y el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) desplegaron su función con profesionalismo y probidad y con las mismas reglas del juego democrático que han visto ocurrir decenas de alternancias de poder históricas, especialmente en la última década.

Con lo ya dicho, este sería el resumen del domingo: mismo modelo electoral; implementado en la misma jornada electoral; con las mismas reglas constitucionales y legales de los últimos nueve años; en dos entidades federativas con contextos locales diversos; dos gubernaturas electas y la renovación del Congreso Local en el caso de Coahuila; resultados favorecedores para dos fuerzas políticas distintas; y los segundos lugares aceptando los resultados preliminares dados por la autoridad electoral local. Conclusión: el modelo electoral mexicano funciona.

Con esto, no debemos perder de vista que, como toda actividad humana, es mejorable, perfectible y tiene áreas de oportunidad, como el contar eventualmente con procesos electorales mucho más modernos y dinámicos, pero con esa misma autocrítica objetiva, también podemos nuevamente decir que, el domingo volvió a quedar plenamente demostrado que en México sabemos hacer elecciones.

Que esta haya sido otra prueba más para continuar fortaleciendo a nuestras instituciones electorales autónomas como el INE y los Organismos Públicos Locales Electorales, y seguir enriqueciendo nuestra democracia, con la responsabilidad histórica que merece.

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