La Universidad Nacional: un espacio de libertad
 
Hace (32) meses
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Esta semana la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) inició el ciclo escolar 2021-2022 en la modalidad de educación a distancia. Las clases a través de las plataformas de videoconferencia han resultado un medio eficaz para reunir a los estudiantes y sus maestros. Como profesor de la Facultad de Derecho doy cuenta de la extraordinaria organización administrativa, la excelencia y vocación del claustro académico de esta facultad. Gracias a ello, la pandemia no ha sido obstáculo para continuar con la educación superior de miles de jóvenes. Sin embargo, he advertido el agotamiento, desánimo y desinterés de muchos estudiantes de Derecho que, por desgracia, han sufrido la pérdida de algún ser querido consecuencia del virus Sars-Cov2, el desempleo de algún familiar o las restricciones de su propia libertad por las diversas medidas de contingencia establecidas ante la crisis sanitaria que se vive en Mexico y el mundo.

En la comunidad universitaria la solidaridad debe ser una constante, estamos obligados a apoyarnos entre nosotros para sobrevivir. El filósofo Adolfo Sanchez Vazquez sentenció: “la vida de la universidad tiene que ser, sustancialmente, ejercicio del pensamiento, pero de un pensamiento que no se conciba a sí mismo como un fin en sí, sino como pensamiento para la comunidad en sus diversos niveles, estatal, nacional y universal”. Esto significa que la educación no puede soslayar los grandes problemas a los que nos enfrentamos: la pandemia, el calentamiento global, la desigualdad económica, el uso indebido de nuestros datos personales y los ataques a la vida privada, entre otros. Necesitamos que los jóvenes universitarios reflexionen con base en un pensamiento racional, pues es nuestro comportamiento irracional con la naturaleza lo que ha llevado a desastres ecológicos, a relaciones violentas entre sociedades, a políticas militaristas que derivan en dictaduras que violan sistemáticamente los derechos humanos, entre otros ejemplos.

Afortunadamente, contamos con una Universidad Nacional como espacio donde prevalece la libertad de cátedra y de investigación, fruto, entre otros, de la filosofía de Antonio Caso, quien se opuso a Vicente Lombardo quien proponía que la UNAM adoptara el materialismo histórico como orientación de sus tareas.

Hoy, como hace décadas, la comunidad universitaria debe asumir el mensaje de aliento que, en su momento, pronunció el arqueólogo Alfonso Caso al señalar que el águila y el nopal siguen en nuestro escudo como una inspiración: “seguimos creyendo, como el azteca, que es fundamental un ideal que inspire nuestra vida y ese ideal no puede ser otro que el de poner nuestras fuerzas en conjunción, para conseguir el triunfo del bien. Así el viejo símbolo que movió a los aztecas a través de los desiertos y las planicies del norte, hasta fundar la Ciudad del Sol en medio del lago de la Luna, sigue siendo actual; sigue inspirando nuestro deseo de crear una gran patria que tenga su centro, allí donde por primera vez se posó el águila sobre el nopal”. En este nuevo inicio de ciclo escolar, los universitarios del país debemos reflexionar e inspirar a las nuevas generaciones de estudiantes para atravesar las adversidades, siempre con un espíritu crítico, libre y solidario.

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