La Policía no existe
 
Hace (45) meses
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El recuento es aterrador. En 2019 vivimos el año más violento desde que se mide la violencia. En solo seis meses de 2020 vivimos ya el mes más violento, la semana más violenta, el fin de semana más violento y el día más violento desde que la medición existe.

Hoy, siete regiones del país —las ciudades de Celaya, Tijuana, Ciudad Juárez; los estados de Jalisco, Michoacán, Sinaloa y Guerrero— se encuentran inmersos en una erupción de violencia que ha convertido la vida de sus habitantes en un baño de sangre.

Entre el desmantelamiento de la Policía Federal, decretado a la llegada del nuevo gobierno, y la creación de esa entelequia con pobrísimos resultados que ha sido hasta ahora la Guardia Nacional, los mexicanos solo cuentan para su defensa con un conjunto de precarias policías: esas policías enfrentan las ejecuciones, las masacres colectivas, el narcomenudeo, el robo de transporte de carga, el secuestro, la extorsión, el robo a negocio, a transeúnte y el asalto a bordo de transporte público, entre otras calamidades que golpean a la población.

La radiografía de los cuerpos encargados de enfrentar el crimen, presentada ayer miércoles por la organización Causa en Común a través de una encuesta realizada a 4 mil 422 policías de 28 estados, sencillamente eriza la piel: ahí está la vulnerabilidad, el abandono, la soledad en que nos encontramos en el momento más trágico que se ha vivido.

El documento —”¿Qué piensa la Policía?”— aclara que las autoridades de cuatro estados con altísimos niveles de violencia, Michoacán, Puebla, Nayarit y Tabasco, no permitieron que sus policías respondieran las 68 preguntas enviadas por la organización.

Los datos más relevantes la fotografía:

Que el 36 por ciento de los policías estatales de México ganan menos de 10 mil pesos al mes, y en cinco estados —Campeche, Hidalgo, Chiapas, Tlaxcala y Oaxaca— entre siete y nueve mil.

Que la mitad de los policías de México han tenido que pagar de su bolsillo el calzado, las botas, las fornituras y el uniforme; que 25 por ciento se han echado a cuestas la reparación de sus patrullas y la compra de cartuchos; que 12 por ciento han tenido que comprar sus chalecos antibalas y que otro 12 por ciento la gasolina de sus patrullas.

Que la mayor parte de los policías de México han tenido que realizar labores que no les corresponden: encargos personales (21 por ciento), trabajos de mantenimiento (11 por ciento), ir a votar por algún candidato (5 por ciento), ir de acarreado a algún mitin político (4 por ciento) e incluso torturar a algún detenido (3 por ciento).

Un 12 por ciento ha confesado que se le obliga a pagar cuotas para tener una patrulla, no recibir castigos, cambiar de adscripción, obtener un ascenso o reducir sus horarios laborales.

Jamás ha recibido un ascenso 69 por ciento de los policías; 65 por ciento nunca ha recibido un estímulo. Esto ha ocurrido señaladamente en entidades con altos índices de inseguridad y de violencia: Tamaulipas, Sinaloa y Guanajuato.

De los elementos, 65 por ciento no ha recibido capacitación para asistir a audiencias ante un juez; 52 por ciento ignora cómo proporcionar primeros auxilios; 45 por ciento no ha sido capacitado en la recepción de denuncias.

Al 34 por ciento ni siquiera lo capacitaron en el manejo de una patrulla: ya no se diga en cuestiones de perspectiva de género o de uso de la fuerza.

A cerca de 20 por ciento no lo entrenaron para detener a una persona.

En 2019 fueron asesinados en México 446 policías: 1.16 diarios. De 2018 a la fecha murieron al realizar sus tareas mil 124 agentes.

Los policías caen en las calles. La encuesta revela, sin embargo, que 21 por ciento de los elementos estatales no han realizado nunca prácticas de tiro, que 23 por ciento lo ha hecho una vez cada dos años, y que 13por ciento es entrenado una vez cada tres años.

Más de 40 por ciento de los policías confesaron que han practicado tiro “una o más veces al año”.

Para terminar, 54 por ciento considera que la sociedad lo discrimina, que su trabajo no es valorado por nadie.

La policía reclama abrumadoramente mejores sueldos y mayor capacitación. Causa en Común subraya que en la peor crisis de violencia no existe un modelo para su desarrollo.

La policía no existe, subsiste.

 

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