La mafia encontró el paraíso
 
Hace (46) meses
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Cuando el periodista Brian Krebs publicó en uno de los portales más leídos del mundo, The Daily Mail, su investigación sobre la mafia rumana que se dedica a la clonación de tarjetas en la Riviera Maya, el presunto líder del grupo criminal, Florian Tudor, conocido como “El Tiburón”, intercambió una serie de mensajes con uno de sus operadores más cercanos, Constantin Sorinel Marcu:

“El Tiburón: Mira esto (…) Mira el video y todo lo demás… Hay dos episodios. Hicieron una telenovela.

Marcu: Lo veo. Esto es malo.

El Tiburón: Nos destruyeron. Ya está. Chinga su madre. Cierra todo (…) Diles que los voy a matar.

Marcu: Ok. Yo puedo matarlos, en cualquier momento, a cualquier hora.

El Tiburón: Están revisando todos los cajeros. Incluso en los bancos. Hallaron más de veinte.

Marcu: Qué?!? Los descubrieron. Ya??”.

Tudor y Marcu rompieron por desacuerdos en el reparto de ganancias. Este último, fugitivo de la justicia rumana, saboteó varios de los cajeros que la banda había instalado en Playa del Carmen, Tulum y Cancún, y que contaban con un software que permitía robar la información de las tarjetas bancarias de turistas de todo el mundo: un negocio que dejaba al grupo alrededor de dos millones de dólares al mes.

“Te salvé de la tumba y te alimenté”, le reprochó “El Tiburón” a “Marcu” después del sabotaje. “Te saqué de la mierda porque todos se burlaban de ti. Limpié la playa para ti”, contestó “Marcu”.

“Marcu” sobrevivió a un atentado y fue asesinado en Cancún meses más tarde, en circunstancias sospechosas y contradictorias, que aún se mantienen a oscuras.

Los mensajes se hallan en poder de fiscales rumanos que, con la información de un testigo protegido, siguen el rastro de Tudor y su grupo: fueron obtenidos por periodistas de OCCRP, Rise Project, Quinto Elemento Lab y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, durante un extraordinario trabajo de investigación que hoy publica EL UNIVERSAL, y que demandó la revisión de 15 mil páginas de documentos, el rastreo de papeles y títulos de propiedad diseminados en cuatro continentes, solicitudes de información y entrevistas con docenas de fuentes.

No pocas veces, la investigación puso en riesgo a los periodistas que tomaron parte en esta.

El trabajo presentado resulta sumamente inquietante: por todas partes arroja misterios, puntos oscuros, zonas de ocultamiento en las que se huelen los males de México: el crimen, la impunidad, la ausencia de la ley y la corrupción.

Hace unas semanas se supo que un jefe de unidad de la Fiscalía Anticorrupción, Camilo Constantino Rivera, era hermano del abogado que representa al grupo de Tudor, Jesús Constantino Rivera. Hace unas semanas, también, un rumano fue detenido y misteriosamente liberado en Ensenada, Baja California.

La investigación que publica EL UNIVERSAL parece arrancada de las páginas de una novela. Es, sin embargo, otro asomo a la terrible, increíble realidad.

 

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