La iniciativa del PT y la otra cara de la educación superior
 
Hace (42) meses
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Que la educación mexicana enfrenta una crisis es un lugar común en el discurso de los últimos gobiernos. Que esa crisis durante décadas no ha sido claramente identificada por los poderes de la unión, también es una realidad.

De hecho, para los legisladores y el Ejecutivo federal, la educación se encuentra en crisis y es deber de ellos resolverlo, a la que se le ha identificado como creada por el neoliberalismo.

Estamos de acuerdo, pero ¿cuáles son las características de esa crisis?: ¿la exclusión? ¿Su ligazón a los modos de producción y acumulación capitalista?

Esas son las características naturales del capitalismo y, por lo tanto, son las que se le imprimen a la educación que en el sistema capitalista se imparte, por ello no, no son las características de la crisis de la educación.

¿De qué hablamos cuándo hablamos de la crisis de la educación? Pregunta que toma sentido frente a la propuesta de iniciativa de Ley de Educación Superior presentada por el Partido del Trabajo en la Cámara de Diputados. Una que, según el grupo parlamentario, busca romper con los lazos de la mercantilización de la educación superior mexicana.

Hemos hablado de la crisis de la educación y no de las características de la educación superior mexicana, que es excluyente, es algo necesario para el mercado, un alto número de deserción escolar o de exclusión de aspirantes a ingresar a la educación superior.

Se ha visto en cada momento de inicio de periodo escolar. De hecho, se ha dejado crecer ciclo tras ciclo y la intervención del Estado ha sido inexistente en cada uno de ellos. Sin embargo, esa parte tampoco se puede determinar con la crisis de la educación.

De hecho, el Partido del Trabajo no hace una definición de la crisis a la que se enfrenta la educación superior en el país, solo habla de su mercantilización y de su uso como fábricas del conocimiento.

La califica como un bien de consumo de élites privilegiadas y como una prerrogativa que pocos pueden usar. Sin embargo, no habla de los modelos que han sido implantados en el país como parte de los procesos de globalización educativa, como el caso de las universidades tecnológicas o las politécnicas.

La propuesta del Partido del Trabajo se plantea en dos espacios: el ideológico y el de la revancha, y el que sea de esa manera impide que el análisis de la realidad que realiza en torno a la educación superior sea insuficiente y la propuesta de ley, no pueda, ni con mucho cumplir con las expectativas de los miles de aspirantes a ingresar a la educación superior.

Además de ello, no hace un correcto análisis de la educación privada. Existen los consorcios educativos, aquellos que desde siempre han tenido una presencia empresarial de la educación, pero también existen las otras universidades privadas, las que se han construido a partir del abandono del desarrollo del sistema educativo mexicano, no solo en el ámbito superior, sino en todos los niveles.

Esas que buscan, en el marco de la ley, suplir las deficiencias del Estado mexicano, otro elemento que deja de lado, pues el partido ha contado con diputados en el Congreso mexicano desde hace muchas décadas, lo que lo convierte en parte de ese Estado mexicano que ha dejado en el abandono a miles de aspirantes a ingresar al sistema educativo en general.

No se trata de la educación superior, se trata de la educación mexicana, de la forma en que se asume, de la forma en que se construyen las reformas en el Congreso mexicano, de la forma en que se construyen las políticas educativas en este país.

Decía que el partido lo hace en dos espacios, el primero de ellos, el ideológico. El partido señala de primera mano que es la fuerza que se coloca más a la izquierda en la construcción de reformas y al lado del presidente de la República.

Va más allá y habla de una versión del capitalismo cognitivo. Pero falta que defina el capitalismo cognitivo dentro de la economía del conocimiento, el papel que juegan las tecnologías de la información y la comunicación en el desarrollo del capitalismo cognitivo.
Por lo que, hablar de una reforma educativa que combata el capitalismo cognitivo, implica la modificación del modelo económico, el abandono del capitalismo y la adopción del modelo socialista, lo cual, de la mano del presidente de la República, es algo que no sucederá nunca.

Por otro lado, hablar de las universidades patito, implica que el partido que presenta la reforma iniciará una serie de acciones, para que mientras se discute y aprueba su iniciativa, se inicien procesos que den fin a esas universidades de las que habla, de las que, por seguro, debe contar con una lista de ellas.
Hablaba, además que en el espacio de la revancha, al presentar la iniciativa el partido asegura que construirá su agenda legislativa propia y que, en su caso, revisará de manera constante el trabajo de Morena. El mismo que acusó en días pasados, de acordar, por órdenes de la Secretaría de Gobernación, entregar la presidencia de la Cámara de Diputados al Partido Revolucionario Institucional.

Plantear una reforma legislativa para demostrar que se cuenta con un camino diferente al de Morena, parece una idea que no se ajusta a los estándares de técnica y tramitología legislativa. Sin embargo, el partido ha tomado esa ruta como revancha, al asegurar que son los que se colocan más a la izquierda y más cerca del presidente de la República.

La educación mexicana merece mucho más. Merece que no solo se hable de desaparecer la educación del periodo neoliberal, se merece una educación que verdaderamente se ajuste un proyecto de nación.

Para ello, es fundamental que se establezca ese proyecto de nación, al menos en el caso de la educación. Definiendo si es la educación de un estado popular o de un estado democrático popular, o de un estado socialista.

Al menos en el caso de la iniciativa presentada en materia de educación superior, esta se encuentra enmarcada en una gran aspiración de modelo educativo. Aspiración, piedra angular del trabajo legislativo, obstáculo final del desarrollo del país.

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