La feria de San Francisco

De Europa nos llegó la tradición de realizar “ferias”, del latín feriarum (fiesta), realizadas normalmente para emprender grandes obras como la construcción de templos, monasterios, oficinas públicas, puentes, caminos en épocas en las que los gobiernos no emprendían labores o faenas para beneficio de la colectividad; también llegaron a celebrarse estas festividades en honor de los santos patronos de los pueblos o ciudades y, finalmente, llegaron a efectuarse como marco de las actividades comerciales de cada comarca. Esta vieja costumbre llega a América tan pronto como se consuma la conquista, aunque no es, sino hasta el siglo XVIII, cuando tales festividades cobran carta de naturalización en torno a las celebraciones religiosas de los distintos pueblos novohispanos.
La importancia de las ferias fue tal, que para su celebración llegó a exigirse Cédula Real y en ocasiones hasta acuerdo papal y desde luego se aprovechó su celebración para obtener los fondos necesarios para realizar la edificación o mejoramiento de templos y conventos o emprender obras de beneficio para la colectividad.
Aunque la celebración feria de San Francisco en Pachuca se remonta a finales del siglo XVII; su importancia procede de mediados del siglo XVIII, cuando se hicieron necesarias obras para ampliar y mejorar las instalaciones del convento franciscano, elevado a Colegio Apostólico de Propaganda Fide en 1732 y enseguida en 1772 a sede de la provincia autónoma. De su nombre, importante en esta transmisión, fue don Pedro Romero de Terreros primer conde de Regla, a quien se nombró patrono del convento, aunque ni con ello se logró abatir el déficit ocasionado por la nueva situación del colegio, debido a lo cual, se decidió impulsar y mejorar la organización de los festejos en honor del santo patrono, a fin de atraer más fieles dispuestos a otorgar magnánimas limosnas y comerciantes que cubrieran diezmos por sus ventas, lo que desde luego apoyó Romero de Terreros.
Se hizo costumbre en aquella época que año con año el conde iniciara desde el 3 de octubre una magna peregrinación con sus trabajadores y cientos fieles que se le unían en el camino. La marcha partía de Huascazaloya, hoy Huasca, donde tenía sus haciendas de beneficio; continuaba por Omitlán, subía a Real del Monte y llegaba a Pachuca la madrugada del día 4, cuando iniciaban oficialmente las celebraciones religiosas en honor del Santo de Asís, ya entonces, patrono de la ciudad.
Al llegar el conde al ario del templo, todos los frailes y novicios le esperaban afuera de las instalaciones religiosas en ese momento en el que el prior le entregaba las llaves del monasterio y le solicitaba permiso para seguirlas habitando; el de Terreros se dirigía entonces hasta el portón del templo que abría en señal de aprobación a la petición de los religiosos, que entraban para celebrar los servicios religiosos.
En tanto, en el atrio y las huertas, hoy Parque Hidalgo, se instalaban puestos de comida, juguetes, dulces, así como vendedores de ganado y semillas que por estar cercana la cosecha se ofrecían a bajos precios. Las festividades se prologaban por espacio de 3 o 4 días y en algunos casos hasta una semana entera.
La muerte del conde de Regla no extinguió feria, tampoco lo fue la decadencia minera de los primeros años del siglo XIX ni la exclaustración de los franciscanos en 1860, por ello el 3 de septiembre de 1868, el gobernador del Estado de México, al que pertenecía esta comarca antes de erigirse el Estado de Hidalgo, Don José María Martínez de la Concha, por cierto, originario de Itzmiquilpan, otorgó licencia oficial para su celebración y eximió de toda alcabala a los productos que se expendieran durante su celebración.
Durante el gobierno de los hermanos Cravioto, a finales del siglo XIX alcanzó fama entre los habitantes de la Ciudad de México, de donde llegaban por tren en gran cantidad los fines de semana. Decayeron las festividades en la etapa revolucionaria, pero se recobró en los años veinte del siglo pasado.
Los gobiernos de Matías Rodríguez, Vicente Aguirre, se distinguieron por mejorarla; Rueda Villagrán se preocupó por mejorar su imagen al hacerla, entre 1953 y 1956, Muestra Comercial, Industrial, Agrícola y Ganadera, aunque la sacó de su original asiento y la llevó al viejo estadio deportivo de la ciudad, donde hoy se encuentra la Escuela Normal. Regresó después al parque, del que salió durante el gobierno de Ramírez Guerrero, para instalarse en el baldío ubicado donde hoy se encuentra el Palacio de Gobierno. Regresó a su lugar original en el gobierno de Sánchez Vite, pero más tarde el gobernador Rojo Lugo le buscó nueva ubicación y mejoró su imagen, al celebrarla en 1976, en terrenos del desaparecido Lienzo Charro Nicolás Romero, hoy asiento de un importante centro comercial y le dio un objetivo especial, al denominarle Feria del Caballo, antes de la de Texcoco; al año siguiente en el interinato de Suárez Molina, se inauguraron sus nuevas instalaciones que reformadas por el arquitecto Guillermo Rossell de la Lama, darían paso a las actuales sedes de los Poderes Judicial y Legislativo.
Finalmente, fue en el gobierno del licenciado Lugo Verduzco cuando tras celebrarse diferentes sitios, se construyen en 1992, las actuales instalaciones donde se ha celebrado en los últimos 31 años, en este año, el gobernador Julio Menchaca ha mejorado considerablemente las instalaciones. Allá nos vemos.