En materia electoral, muchos de quienes participamos en ella sabemos de la importancia que, para la población, representan las elecciones de los ayuntamientos, ya que estas son las autoridades electas popularmente que más cercanía tienen con la sociedad.
Se piensa que cuando votamos para elegir a estas autoridades lo hacemos únicamente por quien encabeza, digamos, esa propuesta política; es decir, la candidatura al ayuntamiento, pero en realidad, en las elecciones municipales, nuestro sufragio representa un voto para todas las personas, propietarias y suplentes, que integran esa planilla.
Es decir, los partidos políticos postulan no solo a la persona candidata a la presidencia municipal, sino también a la persona que fungiría como síndica y un número determinado de personas regidoras, quienes junto con las regidurías que fueren designadas bajo el principio de representación proporcional, es decir, las pluris, integrarán el Cabildo o Asamblea municipal.
El voto de las elecciones para los ayuntamientos representa todo eso, un voto a la planilla completa por la que estás sufragando a través de la candidatura a la presidencia municipal. Las elecciones de ayuntamientos en muchos casos representan una lucha a nivel local muy intensa por contar con el respaldo popular, se convierte en una contienda electoral que en determinados municipios supone la estabilidad de una región en particular.
Por otro lado, nuestra Constitución y su modelo federalista dieron a las entidades de la República la posibilidad de organizar estas elecciones locales a través de instituciones electorales autónomas que durante la década de los años noventa vieron en su mayoría su nacimiento y, en los últimos 20, su consolidación.
Luego vino la Reforma Electoral de 2014, que significó un replanteamiento de nuestro sistema electoral, pero respetando en un espíritu federalista la existencia, trascendencia social e importancia de los organismos electorales locales. Esta reforma, por cierto, fue de carácter constitucional, que supuso el acuerdo y el diálogo de todas las fuerzas políticas, reforma que, como todas sus antecesoras, nació desde la oposición y no desde el gobierno, a diferencia de la actual propuesta de reforma que se discute ya en el Poder Legislativo federal.
La importancia tanto de las elecciones de ayuntamientos, como del sistema constitucional federalista mexicano, tiene como denominador común en materia electoral a los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE), como en el caso de nuestro estado es el Instituto Estatal Electoral de Hidalgo (IEEH).
Estas instituciones estatales en todo el país son la autoridad electoral más cercana a la ciudadanía y que además organizan de manera eficiente, entre muchas otras cosas, las elecciones de ayuntamientos en toda la República, en acompañamiento y colaboración con el Instituto Nacional Electoral (INE), quien es la autoridad rectora en materia la materia.
Por tanto, pensar en desaparecer a estas instituciones autónomas que han dado resultado, como lo pretende la iniciativa de Reforma Electoral que envió hace unos días a la Cámara de Diputados el Poder Ejecutivo federal puede representar un riesgo a nuestro sistema electoral que tanto nos ha costado construir y mantener.
Los OPLE se han convertido con los años en fuertes precursores de los derechos político-electorales de las minorías, ya que conocen de primera mano el contexto local en el que se desarrollan las elecciones en los estados.
Su probidad, los resultados y las alternancias, saltan a la vista, el punto es querer verlas.
No olvidemos que la historia nos ha enseñado que la democracia se construye desde lo local, cuidémosla.
