La casa de Pachuca donde nació el segundo conde Regla
 
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Trece años de labor periodística de Criterio
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Ligada a la historia del hoy estado de Hidalgo, la familia Romero Terreros inició su presencia en la Comarca de Pachuca en la primera mitad del siglo XVIII, con la llegada a estas tierras de Pedro Romero de Terreros, primer conde de Regla, título concedido en 1768, mismo que, a su muerte, el 27 de noviembre de 1781, heredó a su hijo mayor, convertido desde entonces en segundo conde de Regla, quien a su vez lo entregó en sucesión a Pedro José María, tercero y último conde de esta casa.

Un extraordinario documento suscrito por este último, entre enero y febrero de 1810, después de una visita general a las propiedades pertenecientes al primer mayorazgo, permite conocer las vastísimas propiedades de la familia a principios del siglo XIX, además de otros datos, entre ellos el lugar exacto donde nació su padre, el segundo conde de Regla.

Dos meses, aproximadamente, ocupó el tercer conde en recorrer las propiedades del mayorazgo de Regla, integradas por las minas y haciendas de beneficio de Real del Monte, Pachuca y Zimapán; la casa de las calles de San Felipe Neri —hoy República del Salvador, en Ciudad de México—, las mansiones de Pachuca y Real del Monte, las haciendas de San Miguel, Santa María y San Antonio Regla, al igual que las haciendas agrícolas de San Javier, Chicavasco, San Pablo, la Concepción, Tepenene, La Florida, Pastores de Ocuila, Santa Lucía, San Juan de la Labor, Ixtula, San Juan Bautista, Estanzuela, Aljibes, así como diversos ranchos y su anexos.

Según el tercer conde de Regla, en el documento referido, el 26 de enero de 1810 llegó a Pachuca: “Reconocí la Casa Grande, que está junto al colegio, muy bien dispuesta y tratada; la habita D. Manuel Lozano; paga de renta 200 pesos anuales. Unida a esta, hay otra (casa) chica, que se llama de la “Casatas” (sic) y está al cuidado del padre Tirado, y de la primera, Villaldea cobra la renta. En la palaza que llaman de la paja está la casa donde nació papá, reducida a cuatro piezas y un patio, reedificadas nuevamente por unas mujeres, que llaman las Araujos, a quienes se les dio a condición de que mensualmente le habían de dar 1 peso a una beata. Hay así mismo una haciendita de beneficio deteriorada, que en arrendamiento tienen unas mujeres apellidadas Ortas (sic) que pagan a Brs (ilegible) anuales de renta. En el Barrio de la Motolinica está ubicada la hacienda de Purísima, recientemente reedificada y es de beneficio de metales; se halla sin ejercicio. A una legua de esta, al rumbo del norte, está la Mina de Rosario, que tiene de profundidad 135 varas…”.

Muchos detalles más sobre Pachuca se desprenden del documento, formulado en el año en que estallaría el movimiento de Independencia. El primero indica la existencia, ya para entonces, de la casa del conde, ubicada, señala el manuscrito, “…junto al colegio…”; es decir, cerca del convento de San Francisco, convertido en Colegio de Propaganda Fide desde el año de 1732, que no es otra que la llamada “Casa Colorada” —hoy asiento de la Escuela Vicente Guerrero—. Junto a esta, dice, existía otra llamada “Las Casatas”, que es seguramente el edificio del actual Archivo General del Estado, la que por muchos años estuvo unida a la Casa Colorada, la primera era administrada por Francisco de Paula Villaldea, que en ese año se desempeñaba como subdelegado —alcalde mayor de Pachuca—, y la segunda, al cuidado del padre Gonzalo Tirado, párroco de la iglesia de la Asunción de esta población.

Pero el dato más relevante se refiere a la casa donde nació su padre, el segundo conde de Regla, cuyos nombre y apellidos fueron Pedro Ramón Mariano José Francisco Romero de Terreros Trebuesto y Dávalos de Bracamonte Rodríguez de Pedroso de la Cotera y Rivascacho, que era resultado de la suma de apellidos de sus parientes paternos y maternos, quien vio la luz primera el 30 de agosto de 1761. El lugar de su nacimiento, señala el documento, fue una casa reedificada por unas mujeres de apellido Araujo, construcción que se encontraba en la llamada Plaza de la Paja, la que, de acuerdo con el plano de la ciudad de 1746, se ubicaba en el cuadrante que hoy delimitan las calles de Ocampo, Hidalgo y el Río de la Avenidas (actual bulevar Nuevo Hidalgo).

 

Un escrupuloso examen del plano de 1746 permite, después de ubicar la Plaza de la Paja —señalada con la letra “J”— inferir que la casa de mayor mérito en ese sitio era la que hoy se ubica en la esquina nororiente que forman las actuales calles de Ocampo e Hidalgo, entonces de la Cruz Verde y Calle Real. La conjetura se basa en las proporciones y mérito de las construcciones dibujadas en el plano, sobre todo si se toma en cuenta que Romero de Terreros era ya para entonces el más próspero minero de la comarca, a pesar de no haber iniciado aún la explotación de la gran veta Vizcaína, que le convirtió en el hombre más rico de Nueva España. La casa de referencia de dos pisos sobresale de entre las otras y es la que ocupó muchos años la Sombrerería Tardan, hoy domicilio de diversos comercios.

Estos datos resultan importantes para que las autoridades municipales y las del Instituto Nacional de Antropología e Historia lleven l cabo un programa de rescate, sobre todo de la casa donde nació el segundo conde de Regla e inicien la restauración del Centro Histórico de la ciudad, tan deteriorado en nuestros días.

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