La Barata
 
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Fue a mediados del siglo 16, con el descubrimiento de las minas, cuando de conformidad con las ordenanzas para el trazado de la ciudades se separó, en el antiguo Real de Tlahuelilpan –hoy asiento de la porción central de Pachuca–, el espacio que debería ocupar la plaza Mayor o plaza Real, a partir de la cual se trazaría el plano urbano de aquel Real de Minas; primero se reservó terreno para el templo –de la Asunción–, enseguida otro para el Portal de Mercaderes, le siguió otro para el mercado y se dejó pendiente el que correspondería al hospital de enfermedades no contagiosas.

Dentro de la explanada de la plaza se perforó un pozo para alimentar a la fuente pública que abastecería de agua a prácticamente a los pocos habitantes de entonces y se levantó una plataforma sobre la que se colocó el atril de pregones. Era el sitio más concurrido de la ciudad, tanto por su comercio –ejercido en la explanada del mercado al oriente de la plaza donde se ubica el mercado Primero de Mayo– como por los servicios religiosos, sin descontar el mantenerse enterados de las nuevas disposiciones en materia de justicia y administración pública.

Fue en este sitio, donde a finales del siglo 17, se reporta ya la existencia del “tianguis” o mercado hebdomadario –semanal– que muy a la usanza prehispánica, reunía a los principales mercaderes de la región para expender sus productos. En el caso de Pachuca, aquella plaza semanal fue bautizada ya en el siglo 20 como la “Barata” termino que alude a la comercialización de productos de forma económica por venderse directamente a los consumidores, de modo que efectos del campo, tales como verduras, maíz, carnes de pollo, puerco o res y los generados en los obrajes como ropa de cama, vestidos, blusas, pantalones, camisas, calzado etcétera, eran más baratos.

De acuerdo con información obtenida en el Archivo Histórico del Poder Judicial, tal tiánguez se efectuaba los días lunes y el sitio escogido por los mercaderes fue la explanada ubicada al oriente de la plaza Mayor, hoy de la Constitución.

Era costumbre que los comerciantes arribaran muy temprano ese día al templo de la Asunción a efecto de acudir a los tempraneros servicios religiosos, celebrados seguramente sobre las 5 o 6 de la mañana; posteriormente se trasladaban a alguno de los figones o almuercerías, establecidos cerca de la plaza, donde desayunaban opíparamente para aguantar todo el día en la venta de sus productos.

A las 8 e la mañana, estaban ya frente al puesto donde se expendían sus mercancías, acomodadas sobre mesas hechizas, todo cubierto con manteados de tela, sostenidos por garrochas encalladas en pequeños agujeros abiertos en el terraplén de la explanada. Un pasillo de buen tamaño permitía el paso de los marchantes, que lentamente observan, primero las mercancías y luego preguntaban por su costo.

La Barata, pachuqueña, pronto ganó fama en la región, en virtud de que en ella se daban cita vendedores que provenían de sitios tan lejanos como Querétaro y Puebla, sumados a los que venían de Ciudad de México; todos llegaban desde el domingo anterior, con enormes recuas cargadas de mercaderías y se alojaban en cualquiera de los mesones de las hoy calles de Matamoros.

Los mineros eran buenos compradores, sobre todo, eran trabajadores que pagaban bien, muchos si no es que la mayoría, lo hacía con trozos de metal obtenido del Partido –prestación en especie que percibían después de sacar el tequio o jornal pactado con el patrón por cada día– intercambian también la cera animal que les sobraba después de utilizar la que requerían para alumbrarse en el interior de los socavones y como este otros productos.

En el siglo 19, aquel mercado semanal se afirmó, no obstante que la antigua plaza de mercaderes desapareció, primero, al construirse el mercado Libertad transformado ya en el siglo 20 en el también mercado Primero de Mayo, inaugurado el 1 de mayo de 1926 por el presidente Plutarco Elías Calles. Para ese entonces, la Barata se estableció en la calle de Morelos, desde Ocampo hasta la parroquia de la Asunción, exactamente frente al mercado.

Los integrantes de mi generación recordaran aquello manteados bajo los cuales se vendían todo tipo de productos, alimenticios así como ropa y calzado, sin descontar perfumes, joyas, aparatos eléctricos y desde luego alimentos tales como barbacoa, carnitas de puerco, tacos, tortas, tamales, sopes y hasta pulque y cervezas.

En 1970, al instalarse la Presidencia Municipal de Pachuca en el antiguo Palacio de Gobierno, situado en la esquina de Patoni y la plaza Constitución, se le cercenó una buena parte a la barata a fin de dejar libre el espacio ubicado frente a la Presidencia. El presidente Rafael Cravioto, logró primero que el tianguis se trasladara al tramo cubierto del Río de las Avenidas, entre Ocampo y Julián Villagrán, aunque una parte permaneció aun en la calle Morelos, hasta que en 1973 pasó definitivamente a establecerse en el bulevar Guzmán Mayer, entre la calle de Guerrero y la de Abasolo.

Finalmente en 1980, la Barata fue trasladada a la explanada de la Central de Abastos, con grandes protesta de mercaderes y marchantes que consideraban aquel sitio como lejano a la ciudad, han transcurrido 40 años de aquel hecho, y el viejo mercado hebdomadario pachuqueño, continua estableciéndose los días lunes en el estacionamiento de la Central de Abastos, frente a la Central de autobuses.
La ilustración de este artículo corresponde a una toma de la Barata en 1967, captada desde la torre de la parroquia de la Asunción.

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