A criterio deMarco Moreno

La aridez del exhorto

El Congreso de Hidalgo se ha puesto de acuerdo; ha discutido, revisado y acordado que se debe hacer un exhorto a las autoridades federales y estatales para que tomen cartas en el asunto y resuelvan el problema de la laguna de Metztitlán.
Considerando que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) es la responsable de gestionar el tema del agua en el país, le ha pedido que combata la falta de líquido en esa laguna. Además, también se consideró importante que el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) haga las investigaciones pertinentes y recomiende a las autoridades locales las acciones que puedan ayudar a revertir los daños que ya se han causado.
Se refirieron a la crisis hídrica como un hecho cada vez más frecuente, y aseguraron que los temas ambientales son verdaderamente graves.
Llamaron a proteger el medio ambiente y a preocuparnos por las próximas generaciones.
No sé, se me hizo común, pero, sobre todo, extraño, un punto de acuerdo que se presentó en el mes de junio, a decir de uno de los diputados, y que se aprueba en septiembre.
Se me hizo común, porque creo que esas mismas palabras las he escuchado en otro lugar, en otros momentos y con otros actores sociales de la entidad.
Sentí un déjà vu al escucharlas, pero, bueno, al menos ya alcanzaron la tribuna más alta de Hidalgo y desde ahí se dijo que las generaciones futuras tienen derecho a disfrutar de las condiciones ambientales adecuadas para su desarrollo.
La laguna de Metztitlán es un problema entre muchos. Es una muestra del abandono del tema ambiental por su poco valor político y sus magros resultados electorales. Eso es algo innegable, al menos, en la vida política de Hidalgo.
La referencia casi histórica a la Vega de Metztitlán, área altamente productiva asociada a la laguna, muestra la importancia no solo ambiental, sino también económica de la zona; la pesquería, el turismo, los programas de conservación asociados a la laguna, entre otros factores, debieron, hace mucho, llamar la atención para actuar de inmediato.
En las intervenciones que escuché resaltó una que rememoraba la fallida intención de construir una presa, misma que se desechó en aquel tiempo y en este, por supuesto, también. Los argumentos se centraron en lo económico y no en lo ambiental; fueron rápidos, muy rápidos. Encarecidamente rápidos.
Es un exhorto en medio de la aridez. Un llamado a actuar a las autoridades federales y locales. Lo plantearía de otra manera. Diferente y encaminado a aprovechar lo que se tiene y lo que se debe tener.
El exhorto tiene que ser al gobierno del estado de Hidalgo, a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del estado de Hidalgo, para que, en el ámbito de sus competencias y en cumplimiento de sus deberes, protejan el ambiente y el derecho humano a un ambiente libre de devastación; hicieran las gestiones pertinentes ante la autoridad federal para revisar el tema, pero el tema de Hidalgo.
Además, Hidalgo cuenta con los instrumentos jurídicos ambientales en materia de cambio climático, biodiversidad, entre otros, que permitirían iniciar acciones en las que se involucraran los ayuntamientos y el gobierno federal. Sigue siendo pertinente que el llamado se haga a las autoridades del estado.
El Congreso cuenta con una Comisión de Medio Ambiente, la cual debe estar involucrada en ese acuerdo económico.
Hidalgo se encuentra en medio de un desastre: no es solo el cambio climático, no se trata únicamente de la sequía. Es la falta de política pública real que se oriente a construir una nueva manera de conducir el estado.
Es entender que Hidalgo no es el mismo, no desde hace unos años, desde hace mucho, desde que empezamos a no controlar la tala clandestina, desde que fuimos incapaces de garantizar mantener el superávit hídrico del estado, desde que no supimos que las inversiones eran, necesariamente, sostenibles.
Es darse cuenta que en medio de un crecimiento urbano desordenado, en medio de una atracción de inversiones, no media el compromiso ambiental; que, ante la pérdida de suelo y bosques, el exhorto es apenas un guiño a la brutal realidad ambiental de la entidad.
El exhorto del Congreso hidalguense se enfrenta a la indiscutible no competencia ambiental del estado, provocada no por la falta de instrumentos ambientales, sino, más bien, por la imposibilidad que se ha tenido de articularlos, de armonizarlos y hacerlos una práctica cotidiana en favor de los hidalguenses.

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