La antigua Plaza de las Diligencias
 
Hace (37) meses
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Entre finales del siglo XIX y principios del XX, la fotografía inició su expansión en el mercado de las publicaciones periodísticas, libros y la iconografía turística –tarjetas postales– mezclándose con diferentes técnicas, sobre todo cuando se trataba de imprimir a gran escala y a costos mínimos, imágenes de sitios emblemáticos, en cuyo caso se utilizaban clichés de impresión, como sucede con la placa que se comenta en esta entrega, que corresponde a una significativa imagen de la antigua Plaza de las Diligencias –hoy de la Independencia– lograda en Pachuca, entre los años de 1899 y 1901.

La toma capta la esquina nororiente de la otrora plaza de toros de Avendaño– asiento por más de un siglo, del sitio que se ocupara desde principios del siglo XVIII, en la lidia de toros, realizada en la fiestas y saraos, acostumbrados en el periodo virreinal, que se transformaría en Plaza de las Diligencias a partir de 1841, al establecerse las corridas de pasajeros de Pachuca a Ciudad de México, ya que en este sitio se encontraba el edificio terminal –La antigua mansión del Conde de Casa Alta, sitio en el que se estableció por largo tiempo el Hotel Grenfell.

La placa captura la esquina donde se iniciaba la Calle del Mercado –hoy Ignacio Zaragoza– en su cruce con la que desde 1878 o 79, se llamó Plaza de la Independencia, sitio en el que se encontraban los afamados “Almacenes de don Francisco Cacho y Compañía”, comercio en los que podían adquirirse desde granos –maíz, frijol, arroz, etcétera– hasta mercancías y productos envasados o enlatados de importación –sardinas portuguesas, aceite de oliva español, vinos franceses y otros muchos productos– inclusive, se vendían también, telas, ropa, sombreros, zapatos, cristalería del país e importada de Bohemia, Baccarat, Lalique o Sevrés, tapetes de Medio Oriente y cientos de cosas más.

Por el nutrido número de personas que parecen posar para la imagen, debe suponerse que esta se realizó un domingo o día fiesta popular, pues debe también destacarse, que en el antiguo kiosco de madera, instalado en medio del descuidado jardín, un grupo musical ameniza el momento. Es probable que ese mismo kiosco fuera testigo de las primeras audiciones de la afamada Banda de Rurales –hoy banda Sinfónica del Estado– que propició la construcción en ese lugar de una “Torre de Conciertos” que a la postre dio paso a la edificación del monumento a La Independencia, mejor conocido como Reloj de Pachuca, inaugurado casi una década después de la realización de esta placa.

La imagen retrata como objetivo central, el ala norte de aquella plaza, que como se ve, estaba ocupado, en primer término, por la cantina y restaurante El Paraíso Terrestre que atendía don Alejandro Urandúrraga, sitio que era uno de los lugares más visitados y conocido en el Pachuca de finales del siglo diecinueve; también puede observase el rótulo que anunciaba la peluquería La Elegancia, propiedad de don Emilio Hernández Ortiz. Si atendemos a los datos que aporta el profesor Teodomiro Manzano, en la banqueta ubicada frente a estos dos negocios, había un improvisado toldo de lámina, con el que se formaba un portalito, donde algunos pachuqueños solían sentarse a conversar por las tardes y de paso guarecía de las inclemencias del sol o la lluvia, a muchos transeúntes.

En la misma acera norte de la plaza –margen izquierdo de la fotografía– en la esquina norponiente, confluencia de la calle de la Cárcel –hoy primera de Allende– y la propia plaza, donde estuvo el teatro del Progreso, hasta por ahí de 1885, se ubicó como puede verse el Mesón Central, propiedad de don Mónico Aguilar, sitio donde por unos cuantos centavos se daba alojamiento y comida a los arrieros que traían a Pachuca mercaderías del bajío, Ciudad de México y Puebla y donde también se daba descanso y pienso a sus recuas.

El perímetro de la plaza, era entonces de casi la mitad de su actual extensión pues si bien las fronteras norte, oriente y poniente tenía las mismas delimitaciones de hoy, por el sur se apareaba con la calle del Comercio –actualmente Doria– que se prolongaba por el sur de esta plaza, hasta la calle de Los Mesones –en la actualidad Matamoros– mediante una serie de rudimentales construcciones, que alojaban al menos dos pulquerías y cuatro o cinco comercios de poca monta.

Por otro lado, como podrá apreciarse, es notorio el descuido y desaseo del área enjardinada de la plancha de la plaza, que se ve rodeada de pequeños arbolitos para entonces recién sembrados, por lo que se les ve protegidos con cercados de madera; destacan también al centro de la fotografía, dos corpulentos oyameles, que seguramente corresponden a los que fueron sembrados por entusiastas ciudadanos el 12 de enero de 1869 –unos cuarenta años antes– al enterarse de la inminente creación del estado.

Finalmente, es curioso observar que detrás de la tienda de don Francisco Cacho, se yergue una elevada construcción, que corresponde a lo que, en el Pachuca de aquellos años, se conocía como el “Castillo”, un a antigua y muy alta construcción, levantada al oriente la vecina Plaza Constitución, abandonada según se desprende de los diversos relatos, que se conocen de la segunda mitad del siglo diecinueve y sobre la que se tejieron diversas crónicas y leyendas, que abordaremos en próximas entregas.

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