¡¡¡Justicia!!!!
Es quizá la palabra que refleja con exactitud la exigencia de los pobladores de Tizayuca tras la muerte brutal de una pequeña de 7 años.
¿Cómo le explicas a los padres que la niña fue secuestrada y después asesinada por uno o más sujetos que no conocen el honor, el respeto, la compasión para con los demás y que se comportan como chacales?
Los padres, personas humildes, cuyo único error fue ser pobres y tener que trabajar horarios tan desgastantes que solo les permiten pasar algunas horas con sus hijos. No obstante, había en la familia cariño, protección y un sano deseo de sacar adelante a los hijos para tener un mejor futuro.
Lamentablemente, ese futuro ya no lo podrá disfrutar Nicole, la pequeña de 7 años, víctima de feminicidio.
No hay calificativo para nombrar a los “presuntos responsables”.
¿Quién, en su sano juicio, puede imaginar tan monstruoso homicidio?
El caso de Nicole puso en su verdadera dimensión la problemática por la que luchan los grupos feministas.
Cómo cuestionar el rencor, el dolor, la indignación de cientos de mujeres que manifiestan su desesperanza a través de pintas.
Son los muros, las bardas, los vidirios con consignas, los depositarios de las exigencias y de los gritos desesperados de las mujeres, que no encuentran la forma de hacer llegar el mensaje de auxilio para no ser golpeadas, maltratadas, humilladas, abusadas, asesinadas.
¿Qué chingados se tiene que hacer para contener esa ola de violencia de género?
¿Como demonios detener a esos homicidas que, sin el menor escrúpulo pueden acabar con la vida de una menor inocente?
El caso Nicole es el más triste ejemplo de que una parte de la sociedad está enferma, que la falta de valores, de principios, de educación cívica, han llevado a algunos sujetos a cometer crímenes sin ningún remordimiento, y que, a pesar de los esfuerzos, las autoridades son rebasadas por la delincuencia y, además del confinamiento por la pandemia, en algunas situaciones está sacando lo peor de las personas.
Hoy la sociedad avergonzada por el asesinato de Nicole, busca una respuesta a la interrogante sobre el comportamiento de los “supuestos asesinos”, sin reconocer que en cierta forma, todos somos responsables por la indiferencia, por voltear la mirada ante el maltrato, por molestarnos, cuando las mujeres levantan la voz y endurecen las acciones, tratando de evitar lo que en caso de Nicole fue inevitable.
No es borrando las pintas como se esconde la violencia hacia una menor, no es con botes de pintura como se cubren las ofensas, no es con rodillos de indiferencia como se olvidan las muertes de mujeres, y ahora de una niña.
Es lamentable que algunas mujeres de la política de Hidalgo, justificando lo injustificable, se hayan apresurado a cubrir con pintura, lo que en el fondo reconocen que es válido, el derecho a manifestarse, a gritar exigiendo justicia, el derecho a encabronarse.
Hoy, con este cobarde asesinato, no les quedará ninguna duda a esas pintoras espontáneas, que, ante este abominable feminicidio, todas, y digo todas, tenemos que hacer un frente común y junto a los padres de Nicole, emputarnos y pedir cuentas a las autoridades para que este delito no quede impune.
Palabras más, palabras menos
Para quienes aseguran que con los gastos generados por los destrozos de las feministas ya no se van a poder comprar insumos para atacar al coronavirus, les avisamos que ya no se preocupen, porque ahora sí ya estamos domando la pandemia.
