Isaac Piña Pérez, a 49 años de su muerte
 
Hace (71) meses
 · 
Compartir:

El 29 de abril es fecha recurrente en la conciencia histórica del Estado de Hidalgo y en particular de la ciudad de Pachuca. En efecto, el 29 de abril de 1552, se registraron ante el Escribano Mayor de la Ciudad de México, don Gregorio Montero, las primeras minas descubiertas en la comarca Pachuca-Real del Monte, acontecimiento que cambió sustancialmente la vida de este lugar.

Independientemente de otros hechos ocurridos en tal fecha en otros años, un 29 de abril, pero de 1975, se declararon desaparecidos los Poderes gubernamentales del Estado, merced a la acción intervencionista y desmesurada del gobierno federal, que desconoció a las autoridades electas democráticamente, hecho que significó cambios vertebrales en la vida política de aquel Hidalgo de la séptima década del siglo pasado, lo que permitió el arribo del entonces Senador Raúl Lozano Ramírez, a la gubernatura hidalguense y cuatro meses más tarde al licenciado Jorge Rojo Lugo.

Pero el acontecimiento que mayor huella dejó en mi generación, fue sin duda, el desplome en pleno centro de la ciudad de Pachuca, del helicóptero donde viajaban el 29 de abril de 1969 -el próximo año se cumplirán 50– el licenciado Isaac Piña Pérez, Procurador General de Justicia del Estado; el Mayor Carlos Castelán Canales Director de Seguridad Pública en la entidad; el Agente del Ministerio Público Federal Antonio García Torres y el piloto del aparato.

Solo García Torres, sobrevivió inexplicablemente al desplome de la nave, que fue simbólica mortaja para los tres restantes pasajeros. Sin duda, la pérdida de aquellas vidas, enlutó a muchos hogares, pero fue la muerte del licenciado Isaac Piña Pérez la de mayor significado para todos los hidalguenses, en razón del extraordinario esfuerzo realizado por él, como organizador de los festejos del primer centenario de la creación del Estado de Hidalgo y del Instituto Literario y Escuela de Artes y Oficios –hoy Universidad Autónoma del Estado– programa que permitió dar un impulso sin precedentes a las acciones de rescate del patrimonio histórico hidalguense.

Para aquel 1969, Piña Pérez, contaba con apenas 46 años, sin embargo, era ya un reconocido abogado, que había destacado como Juez y Magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Guerrero y en Hidalgo como Diputado Local por su distrito natal, así como Oficial Mayor del Gobierno del licenciado Carlos Ramírez Guerrero. Por otro lado, gracias a su formación magisterial se le consideraba como uno de los más reconocidos docentes de la Escuela de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Hidalguense, autor de un sinnúmero de obras sobre nuestra historia regional y se le registraba entre los más destacados poetas hidalguenses, ganador a la sazón de juegos florales y certámenes literarios en diversos puntos del país, todo ello, amén de ser como lo manifiesta su hija la hoy Ministra de la Suprema Corte, Norma Lucía Piña Hernández, un ciudadano ejemplar y cariñoso padre.

La tarde del día anterior, lunes 28 de abril, llegó don Isaac como era su costumbre al café El Niza de las calles de Doria en Pachuca, poco antes de las 18 horas, ocupó como siempre la mesa de la esquina oriente, sacó la cajetilla de cigarros “Record” y empezó la revisión de expedientes y trabajos, mientras fumaba con deleite y sorbía poco a poco el café americano que le servían en automático a su llegada. Después siguió el desfile de amigos, que acudían lo mismo a saludarle, que a pedirle consejo. Aquella tarde el Doctor Julio Ortega, Arnulfo Nieto y quien escribe esta nota, iniciamos la consulta, para integrar nuestros artículos a la revista Gráfica de Hidalgo que dirigía el inolvidable periodista Julio Isaac Zamorano, fueron solo unos minutos, ocupados para escuchar sus observaciones sobre las notas que escribimos para el número de mayo de ese año, que a sugerencia del maestro Piña, se dedicaría al centenario del Instituto Literario ya entonces Universidad; la llegada de Zamorano fue la conclusión de nuestro acuerdo, al entregarle a este los artículos y observaciones.

Minutos más tarde llegó a la mesa el licenciado Jesús Ángeles Contreras, su gran amigo, compadre y entonces flamante Presidente del Tribunal Superior de Justicia. Todos entendimos que los dos altos funcionarios requerían de privacidad y nos alejamos, no sin antes escuchar de sus labios la solicitud para una nueva reunión a fin de revisar los trabajos de las Memorias del Congreso del Primer Centenario del Estado publicadas bajo su estricta revisión.

Aquella despedida fue sin que lo supiéramos, la definitiva, el martes poco después de las 9 de la mañana, fuimos enterados de que el apagón de energía eléctrica que experimentamos en la Escuela de Derecho, mientras tomábamos la clase de Obligaciones, se debió al desplome sobre la calle de Hidalgo, del helicóptero en el que viajaba nuestro amigo y admirado maestro, aunque de ello, nos enteramos hasta llegar al lugar de los hechos, cerca del jardín de niños Amado Nervo. Quedamos perplejos ante aquella escena a unos metros, estaba el fuselaje del aparato desplomado, allí vi sobre el pavimento sus anteojos de cristales verde claro; armado de valor, subí a la plataforma de un vehículo ahí detenido y retraté con mi vieja cámara Kodak Retinet la escena que ilustra este artículo, nueve años después al ingresar a la Academia Nacional de Historia, ocupé el sitial que le correspondió y recordé su consejo, “la historia es la ciencia que estudia el pasado, pero es arte literario en el presente cuando se escribe.”

Compartir:
Etiquetas:
Relacionados
title
Hace 3 minutos
title
Hace 8 minutos
title
Hace 50 minutos
title
Hace 1 hora
Se dice
/seDiceGift.png
Especiales Criterio
/transformacion.jpeg
Suscribete
/suscribete.jpg
Más popular
Política actual impide el desarrollo: Marivel Solís
Por Gerardo Ávila . 24 de mayo de 2016
Por Gerardo Ávila . 9 de agosto de 2017
Por Federico Escamilla . 12 de febrero de 2018
Por Gerardo Ávila . 30 de noviembre de 2015

© Copyright 2023, Derechos reservados | Grupo Criterio | Política de privacidad