México se perfila a ser uno de los países con mayor mercado en el consumo y producción de ropa denominada fast fashion, moda rápida. Esta tendencia en el sector textil y del vestido ha venido en aumento, derivado principalmente a los efectos que ha dejado la pandemia en el consumo de bienes y servicios de la población a nivel mundial.
}No existen casualidades si no causalidades. A causa de que hubo un encierro global, muchas empresas que ya vendían ropa en línea aumentaron sus ventas y además mejoraron sus portales y políticas de envíos para poder llegar a más personas y lograr la satisfacción de los clientes al proporcionar ropa de cierta calidad en la comodidad de sus domicilios. Lo anterior se debió a un mayor interés de la gente por comprar más ropa y, sobre todo, que fuera barata. Uno de los detonantes que provocaron esto fueron las redes sociales, ya que muchos jóvenes al engancharse en subir videos y fotos se vieron en la necesidad de estar cambiando de ropa para no verse iguales en las fotos o videos. Esto, aunado a la gran cantidad de influencers que promovían su imagen al estar siempre a la “moda”.
A lo anterior, habrá que sumarle que conforme avanzó la pandemia se dio otro factor que fue el cierre masivo de plantas de manufactura en diversos países, y de igual manera, las cadenas globales de suministro se vieron afectadas. Puertos cerrados, congestionamiento de contenedores, cierre de fronteras, retrasos, en fin, una serie de sucesos ligados que hicieron que las principales empresas redefinieran sus estrategias, no solo de cómo vender la ropa sino también de cómo fabricarla y de dónde obtener los suministros para su producción. Es aquí en donde México juega un papel fundamental por su ubicación geográfica, pero sobre todo por la población trabajadora con la que contamos, y para cerrar el círculo virtuoso, los tratados de Libre Comercio con los que se cuentan permiten poder exportar a otros países, pero sobre todo al mercado más consumista del planeta, que es Estados Unidos.
Las cifras de exportación de productos textiles y confeccionados que estamos viendo ya en este 2022, superan los tiempos previos a la pandemia; tan solo en el primer semestre del año se reportó un incremento del 18% en comparación con 2021, y en 61% si lo comparamos con 2020.
En 2019, según cifras de la Cámara Nacional de la Industria Textil, se exportaron en el primer semestre 587 millones de dólares de productos confeccionados, y en este año ya rebasan los 800 millones de pesos.
El 89% de las exportaciones de estos productos se destinaron a Estados Unidos, siendo las entidades de Puebla, México e Hidalgo las que mayor participación tienen en estas.
A todo lo ya mencionado, habrá que añadirle que muchas inversiones están llegando a nuestro país, y entre estas destacan las de países asiáticos, sobre todo de China, que últimamente ha encontrado en nuestro territorio la posibilidad de producir desde aquí para vender en Estados Unidos y el ejemplo más claro es lo que se está viendo en Nuevo León, en donde actualmente ya están asentándose empresas con capital de este país y no podemos dudar de que conforme avance el tiempo más empresas irán llegando a la franja de la frontera para desde ahí producir y comercializar sus productos.
Será muy interesante darle seguimiento a toda esta tendencia del consumo del fast fashion, ya que, por un lado, en efecto se logran comprar prendas de vestir muy baratas, pero por otro, el costo de la contaminación y el uso irracional de recursos naturales irán en contra de los objetivos que se han planteado para que el planeta no se deteriore más.
El consumidor tendrá la última palabra y veamos qué impera; por lo pronto y por lo que se observa en los niveles de ventas de este segmento, veremos un crecimiento exponencial en los próximos meses que permitirán que nuestro país siga creciendo económicamente.
